Niños que presencian actos de violencia tienen más problemas físicos y psicológicos
Un reciente estudio desarrollado por investigadores de la Universidad de Michigan, Estados Unidos, muestra que los niños que son testigos de actos violentos en su comunidad o en el hogar enfrentan mayores riesgos de problemas emocionales y físicos.
Publicado en la edición de marzo de 2005 de la revista "Journal of Pediatrics", el informe estuvo a cargo de un grupo de científicos liderados por la doctora Sandra A. Graham-Bermann, quien se ha especializado en investigaciones sobre el impacto que la violencia familiar tiene en los niños.
En esta oportunidad, el equipo de la profesional entrevistó a las madres y profesores de 160 niños de bajos ingresos e hijos de madres solteras que se habían inscrito en programas de ayuda social del Estado de Michigan.
Al analizar los resultados, encontraron que el 65 por ciento de los niños de 4 a 6 años de edad habían sido expuestos a al menos un incidente de violencia en sus comunidades, que iban desde peleas y persecuciones, hasta disparos, puñaladas y violaciones. Asimismo, el 47 por ciento de los menores había sido expuesto al menos a un incidente violento dentro de sus propias familias, tales como violencia doméstica o maltrato infantil.
Los autores reportan que esas experiencias tienen consecuencias, ya que según el estudio, el 90 por ciento de los niños expuestos a la violencia experimentaba reacciones de estrés traumático, tales como tener pesadillas, orinarse en la cama y chuparse el dedo en forma constante, mientras que el 20 por ciento estaba en alto riesgo de desarrollar dichas conductas. Además, hallaron que casi un tercio de los menores tenía alergias, asma o trastorno de hiperactividad con déficit de atención, siendo estos problemas más prevalentes en niños que habían experimentado la violencia dentro de su propia familia.
En el caso de los niños que tenían problemas gastrointestinales o asma, eran casi cuatro veces más propensos a ser diagnosticados con trastorno de estrés postraumático que los menores sanos, aunque los investigadores señalaron no tener claridad sobre si el estrés postraumático causaba la enfermedad o viceversa.
