El aceite de oliva aporta la mayor cantidad de lípidos presentes en la dieta de aquellos países mediterráneos, donde las tasas de mortalidad y la incidencia de enfermedad coronaria son las más bajas de Europa. Aunque diversos estudios apoyan la hipótesis de un alto consumo de este producto para prevenir patologías cardíacas, los trabajos disponibles al respecto son escasos y, hasta ahora, ninguno aportaba evidencia epidemiológica directa.

Un grupo de investigadores de la Facultad de Medicina de la Universidad de Navarra, España, publicó en abril de 2002 un estudio epidemiológico en el que, por primera vez, se demuestran con evidencias individuales los beneficios del aceite de oliva para el sistema cardiovascular. El trabajo expone que a medida que aumenta su consumo, disminuye la probabilidad de sufrir un primer infarto al miocardio.

La investigación fue publicada en la revista International Journal of Epidemiology, bajo el título “Riesgo de un primer infarto no fatal, asociado con el consumo de aceite de oliva: un estudio de casos y controles en España”.

Los médicos seleccionaron un grupo de 342 pacientes de tres grandes hospitales de Pamplona, 171 de los cuales (81 por ciento eran hombres sobre 80 años) había sufrido ya un primer infarto al miocardio. El universo restante se constituyó con personas de las mismas edades y géneros, ingresadas a esas instituciones para controles de rutina y por traumas leves.

Tras comparar diversos factores de riesgo, los investigadores llegaron a la conclusión de que el peligro relativo de sufrir un infarto se puede reducir hasta en un 74 por ciento, si los pacientes se sitúan en los niveles más altos de consumo de aceite de oliva.

El artículo también afirma que, en igualdad de ingesta energética, la procedencia calórica es determinante en el riesgo de padecer un problema cardiaco. “Si una mayor proporción de las calorías que consume un paciente proviene de aceite de oliva en vez de otros alimentos, su riesgo de padecer un infarto al miocardio disminuye todavía más”, explica el profesor Miguel Ángel Martínez, jefe de la investigación y profesor del departamento de Epidemiología y Salud Pública de la Facultad de Medicina de la Universidad de Navarra.

Duros del corazón

Ya en los años ‘60, la comparación de siete poblaciones europeas determinó que en Grecia la incidencia de cardiopatía coronaria era la más baja. Se comprobó además que su dieta era pobre en grasas saturadas y rica en aceite de oliva, de modo que los investigadores plantearon la hipótesis de sus efectos beneficiosos sobre diversos factores que incidían en la aparición de enfermedades cardiovasculares.

En Europa, estas patologías son la principal causa de morbilidad y mortalidad. De acuerdo con estadísticas publicadas por la British Heart Foundation, cada año fallecen unos 4 millones de personas producto de padecimientos cardiacos, lo que representa aproximadamente la mitad de todas las muertes.

Por este motivo, y cada vez con mayor frecuencia, los expertos en nutrición recomiendan una dieta estilo “mediterráneo” –como la que seguían los griegos en los ‘60- rica en frutas, vegetales y cereales, y en la que el aceite de oliva constituye la principal fuente de lípidos.