Una nueva experiencia en tratamientos para niños con problemas psicológicos está implementando el Hospital Roberto del Río. Se trata del programa “Una Patita de Ayuda”, creado para contribuir a la rehabilitación de menores que tienen algún tipo de trastornos alimentarios o del ánimo.

La iniciativa, que comenzó a implementarse en octubre de 2003, considera la participación de perros entrenados especialmente, para desempeñar labores junto a los niños que están en proceso de rehabilitación. Las actividades se utilizan como complemento a las sesiones que tienen los pacientes con el equipo profesional, el que está constituido por un psicólogo, un terapeuta ocupacional y un psiquiatra.

El programa busca ayudar a menores que presentan algún tipo de problemas alimentarios o trastornos del ánimo como depresión, ansiedad, estrés, timidez o dificultad para integrarse socialmente. Además, el proyecto considera a niños que sufren de autismo y síndrome de Down.

“El año pasado me hablaron de este proyecto y la verdad es que me interesó de inmediato, pues no existía una experiencia anterior de este tipo”, señala Germán Reyes, psicólogo del Hospital Roberto del Río y encargado de la iniciativa.

El tratamiento consiste en que los niños asuman la responsabilidad de entrenar y ejercitar a los perros, lo que significa que cada menor debe desarrollar habilidades para lograr que la mascota realice ciertas acciones indicadas por él. “No son cosas complejas como piruetas o saltos. La idea es estimular el autoestima de los menores, por lo que se les enseña a dar órdenes básicas, que les permiten darse cuenta de lo que son capaces”, agrega Reyes.

Además de los niños, las estrellas de la terapia son Ayún y Sofía, los perros que integran el equipo de terapia, quienes han sido adiestrados para llevar a cabo diversas actividades. Pero sin duda, su principal tarea es dejarse querer por lo menores, pues los pequeños pacientes están encargados de peinarlos, limpiar sus orejas, revisar las patas, lavarles los dientes y entregarles mucho afecto.

Reyes explica que todos los integrantes del equipo se sienten muy orgullosos del proyecto y los buenos resultados los motivan a seguir trabajando. “El proceso de incorporar física y socialmente a personas que están segregadas y ayudarlas a transformarse en miembros activos de la comunidad, es un desafío muy grande y eso nos lleva a trabajar con más ganas aún”.

El profesional aclara que el programa no se aplica sólo a niños, sino que además se ha extendido a personas que poseen algún tipo de discapacidad motora o auditiva.

Uno de los hechos que dan cuenta del éxito de la iniciativa, es que muchos de los pacientes que han concluido sus terapias con Ayún y Sofía, regresan luego de un tiempo, no sólo por lo positivo que resulta el contacto con las mascotas, sino también porque algunos de ellos se desempeñan como monitores ayudando a otros niños que recién comienzan en el programa.