Estudio revela impacto bactericida del cobre en reducción de IIH
En la actualidad, no hay duda del creciente número de propiedades que se le atribuyen al cobre, esta es una de las razones por las cuales al metal rojo se le ha dado un uso intensivo por el hombre en prácticamente todas sus actividades diarias.
Aunque parezca extraño, hace un tiempo se comenzó a hablar de las características poco conocidas y únicas que le confieren al cobre un poder bactericida, que no afecta a seres humanos y animales pero que es letal para muchos microorganismos y bacterias.
Al ser Chile uno de los principales productores de este metal en el mundo, el año pasado la UCI del Hospital Codelco Norte de Calama fue pionero en incorporar el uso de cobre en porta sueros, brazos de camas y sillas para visitas, palancas de regulación, mesas de comida para pacientes y lápices para introducir datos en las pantallas de computadores.
Esta implementación forma parte de un proyecto más ambicioso denominado “Desarrollo de plataforma de conocimiento y capacidades locales para la creación de nuevos productos que utilicen la propiedad antimicrobiana del cobre”, en el que participan Corfo–Innova, Codelco, Internacional Cooper Association y la Fundación para la Transferencia Tecnológica (UNTEC) de la Universidad de Chile.
El Centro de Investigaciones Clínicas y Estudios Farmacológicos (CICEF) de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile se ha encargado de apoyar los estudios clínicos y microbiológicos que contempla el proyecto.
La doctora Valeria Prado, directora del CICEF, señaló que realizarán “un protocolo para la evaluación del impacto de superficies de contacto con cobre y aleaciones con cobre, en la reducción del riesgo de adquirir infecciones intrahospitalarias (IIH), que son un problema importante desde el punto de vista médico, ético, económico y administrativo porque se asocian con aumento de morbilidad y mortalidad”.
“Aunque se han establecido programas de control de IIH a nivel mundial, el problema persiste con el agravante de que el ambiente hospitalario es un reservorio de bacterias multiresistentes que no se han podido erradicar, ni siquiera en los países más desarrollados”, explicó la microbióloga. De hecho, en Chile se notifican al año aproximadamente 70 mil IIH, que prolongan el promedio de estadía en los recintos asistenciales en 10 días, implicando un costo estimado para el país de 70 millones de dólares anuales.
La investigación consta de dos etapas: la primera, ya concluida, tuvo como objetivo determinar la carga bacteriana basal en superficies de contacto específicas en seis salas UCI del Hospital Salvador Allende de Calama. Para llevar a cabo esta actividad, que se efectuó entre febrero y abril de este año, los especialistas chilenos se basaron en un estudio previo realizado por el doctor estadounidense Michael Schmidt, académico de la Universidad de Carolina del Sur, en Charleston, quien es, asimismo, el investigador principal de este proyecto multicéntrico que involucra a cuatro hospitales, tres norteamericanos y uno chileno.
Durante las 10 semanas que duró el estudio, el equipo médico de Calama se encargó de recolectar las muestras de superficies que fueron enviadas semanalmente por avión al laboratorio de la doctora Prado, donde fueron analizadas. La investigación dio cuenta del recuento bacteriano promedio y también señaló cuáles eran los objetos con mayor y menor carga de agentes patógenos: la silla de las visitas era la que tenía más bacterias, mientras que el portasuero era el menos afectado.
Actualmente, el CICEF está participando en la segunda etapa del proyecto, que se prolongará hasta diciembre, donde se comparará la carga bacteriana en las barandas y manillas de las camas, los brazos de las sillas donde se sientan las visitas, la mesa de comida del paciente, el portasuero y el botón de llamado, sólo que esta vez se analizarán tres salas UCI cobrizadas y tres que no lo están. Asimismo, se harán estudios en los pacientes hospitalizados en ambos tipos de salas.
“Queremos saber si la introducción del cobre en la UCI reducirá los niveles de agentes patógenos que pueden ser transmitidos a los pacientes y personal de salud, así como si al remover las bacterias del ambiente hospitalario se puede disminuir el riesgo de adquirir IIH”, comentó la doctora Prado.
Una investigación previa realizada por su equipo, el cual empleó cepas aisladas de pacientes, reveló que el cobre impide la adherencia de las bacterias más frecuentes en Chile a las superficies, mientras que el acero inoxidable –paradigma de los instrumentos quirúrgicos- no cumple con este requisito.
“No debemos olvidar que los egipcios, mayas e incas usaban para sus cirugías herramientas hechas de cobre, porque ya sabían de sus propiedades asépticas, ahora estamos corroborándolo científicamente”, puntualizó la académica.
