Tratamiento mejora calidad de vida de mujeres menopáusicas
Para ninguna mujer es agradable llegar a la menopausia, período en el cual desaparecen las menstruaciones, se producen signos de desfeminización y cambios psicológicos como consecuencia de la disminución progresiva de la función ovárica.
Debido a que hoy las expectativas de vida en Chile son más altas, y este proceso llega en promedio a la edad de 48 años, la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile sintió la necesidad de hacer algo al respecto. Así, un grupo de académicos, liderado por el doctor Arnaldo Porcile, especialista del Departamento de Obstetricia y Ginecología Oriente, realizó un estudio para analizar la calidad de vida de las mujeres climatéricas tratadas con bajas dosis de estrógeno.
¿El resultado?: las mujeres que fueron evaluadas por especialistas y recibieron el tratamiento no tuvieron bochornos, depresión, dolores de cabeza, dificultades sexuales y problemas urinarios. Además, la terapia en dosis baja reduciría las posibilidades de padecer osteoporosis, cáncer de endometrio y de colon.
El artículo fue publicado en la revista europea Maturitas [Maturitas. 2008 Nov 20;61(3):248-51], donde se da a conocer que el uso oral de la hormona sexual femenina en mujeres de entre 45 y 64 años mejoraba su calidad de vida en forma estadísticamente significativa. Asimismo, la investigación arrojó que al suministrarles una terapia de reemplazo hormonal en dosis baja, los resultados eran aún mejores.
Para hacer esta medición se aplicó una encuesta "ad hoc", reconocida internacionalmente, a 844 mujeres concurrentes a sus controles preventivos habituales en los consultorios de atención primaria del Servicio de Salud Metropolitano Oriente (SSMO), la cual fue validada previamente por los profesionales chilenos ajustándola a la realidad del país. A través de este instrumento se midieron diversos aspectos, incluidos los somáticos, psicológicos y urogenitales.
La importancia de las dosis bajas
El doctor Porcile explica que ya en los años setenta inició los tratamientos de terapia de reemplazo hormonal con dosis baja añadiendo cada tres meses el uso de otra hormona, la progestina, con el objetivo de descamar el endometrio y así prevenir el cáncer. Pero el estudio WHI (Women's Health Initiative) del 2002, destinado a medir los riesgos cardiovasculares de las mujeres que recibían estrógenos conjugados en dosis que hoy son consideradas altas, generó dudas.
Sin embargo, el doctor Porcile aseguró que “fue un estudio mal diseñado y que el uso combinado y permanente de estrógeno y progestina en esas dosis no tiene gran asidero. De hecho, usando la mitad de la dosis que se empleó en el estudio WHI se consiguen las expectativas metabólicas disminuyendo de paso los riesgos y los problemas asociados, tales como el dolor de mamas, jaqueca o el sangramiento excesivo”.
Debido a esto, el médico señaló que hay que dar vuelta a la página y dejar de citar esta investigación estadounidense que ha generado tanto ruido a nivel público. "Nuestro mayor interés es que la mujer tenga una buena calidad de vida y si bien cada cual decidirá si va a emplear o no el tratamiento tras una evaluación médica que determine si existen riesgos asociados, es importante que no lo relacionen con cáncer porque esta no es una patología generada por estrógenos", aseguró Porcile.
