Aguas vivas, peligrosas nadadoras
Las medusas son organismos acuáticos de aspecto gelatinoso y transparente que pertenecen al reino animal. Habitan en el alta mar chileno desde Arica a Mejillones, y aumentan hasta en un 300 por ciento cuando se presentan corrientes de agua cálida, que las atraen a las costas principalmente de la zona norte y central del país, temperatura causada por la "Corriente del Niño".
Durante la época estival comúnmente las medusas se trasladan a las costas del litoral, muy asociadas a las marejadas, que las rompen, generando otro peligro, ya que los tentáculos destruidos, encontrados en la orilla de la playa, aún son capaces de liberar veneno por varias semanas.
A finales de enero se vislumbraron en la costa de Arica, en el puerto de Cobija, en la II y V Región; y más tarde frente a las costas de La Serena y Coquimbo. En Cachagua, la presencia de medusas interrumpió la tranquilidad de la brisa marina y al menos 10 personas afectadas por su picadura llevaron a la decisión de cerrar el balneario por algunos días.
A comienzos de febrero, se instalaron redes con boyas en el balneario municipal de Antofagasta para proteger a los bañistas de la creciente población de medusas.
Estos animales son doblemente peligrosos, ya que se camuflan fácilmente debido a que son trasparentes y no necesitan estar vivas para producir daño. Mónica Canales, directora de Enfermería de la Universidad Andrés Bello, explica que “la toxina o veneno que introduce la medusa en el ser humano, provoca una reacción alérgena en la piel que se caracteriza por inflamación, urticaria y dolor”.
Las reacciones de contacto locales que se pueden producir son: sensación de debilidad, ardor, y prurito, edema de partes blandas, pápulas eritematosas y ampollas, con descamación posterior a las ocho semanas.
Se encuentran en mayor riesgo de exposición los hombres, por participar más en actividades acuáticas, como el surf, pesca, buceo y la navegación. Las mujeres son más susceptibles a reacciones más graves que los hombres, dado el menor peso corporal. En los niños una picadura de medusa abarca una mayor porción corporal, mientras que los adultos mayores corren más riesgo, debido a la disminución de sus reservas fisiológicas y fragilidad.
Ante una picadura de medusa, se recomienda alejarse de la orilla de la playa y lavarse con suero fisiológico, o con vinagre, no intentar sacar con las manos los tentáculos o filamentos adheridos, sino utilizar pinzas, y concurrir inmediatamente a un recinto asistencial.
Es importante no aplicar agua caliente, potable o alcohol, pues eso produce una mayor liberación del veneno, frotar con toalla o arena la zona afectada, rascarse, ni usar hielo.
Para prevenir picaduras, los bañistas deben alejarse de los rompeolas en las playas, ya que se pueden encontrar mayor cantidad de restos de medusas. No hay que tocarlas aunque parezcan muertas, y se debe educar a los niños señalando el peligro que representan.
Las personas que han sido picadas una vez quedan sensibilizadas, por lo que ante una segunda picadura, las reacciones y síntomas pueden ser más graves.
