Prevalencia de gastroenteritis en verano
Almuerzos a las tres de la tarde en la playa, asados en la noche y cualquier fruta en una rauda pasada por la cocina, al desayuno. Los hábitos en la alimentación e higiene muchas veces cambian durante las vacaciones, meses en los estamos más propensos a comer alimentos sin lavar, crudos o en mal estado, con los problemas estomacales que ello conlleva.
El termómetro supera los 30 grados todos los días, y estas altas temperaturas son responsables de que los alimentos sufran una pronta descomposición. Por otro lado, el calor es un factor favorable para la proliferación de microorganismos, los que pueden contaminar los alimentos, siendo una de las causas más comunes de gastroenteritis.
Esta denominación se aplica a diversos tipos de irritaciones del tracto digestivo. Habitualmente se trata de una infección menor producida cuando algunos microorganismos se multiplican con rapidez en el estómago y en el intestino. Los riesgos que conlleva una gastroenteritis dependen de la edad, del estado de salud general del paciente y de las causas que la hayan generado.
La mayor parte de las gastroenteritis tienen como origen una intoxicación alimentaria. Los microorganismos se propagan rápidamente en diferentes ambientes a través del agua, alimentos contaminados o de persona a persona. También ocurren las intoxicaciones por ingesta de hongos o frutas silvestres no comestibles.
Entre las bacterias que más causan gastroenteritis se encuentra la Salmonella, que afecta especialmente a productos cárnicos derivados de las aves, así como a los huevos, la leche y los derivados de ambos y de aquellas que proceden de ciertos pescados y mariscos crudos. Los Estafilococos suele transmitirse a través de alimentos como salsas, mayonesas o postres rellenos de crema contaminados.
La Escherichia coli llega a nuestro organismo a través del consumo de carne mal cocinada de vacuno o leche sin pasteurizar.
Los síntomas de una infección entérica son múltiples. Pérdida de apetito, náuseas, diarrea abundante, vómitos, dolores y espasmos abdominales, fiebre y extrema debilidad son algunos de ellos.
Para prevenir estos molestos cuadros, que pueden llegar a complicarse, existen algunas simples recomendaciones, como fijarse en la fecha de caducidad de los alimentos, lavarse las manos y las uñas antes de manipular alimentos, no permitir la presencia de animales en la cocina, mantener los alimentos refrigerados, eliminar las moscas y los insectos en general, y evitar la ingesta de alimentos que hayan permanecido más de un día a temperatura ambiente antes de ser cocinados.
