Jornadas anuales de hipertensión
Emotiva premiación al doctor Emilio Roessler
“Algunos podrán decir que lo valoran por su pensamiento claro y capacidad de análisis y diagnóstico brillante. Yo en cambio, valoro mi formación humanista aprendida al lado de los pacientes, con mi maestro”. Así se refirió la doctora Soledad Herrera al nuevo socio honorario de la sociedad chilena de hipertensión, en la Jornada anual.
El doctor Emilio Roessler Bonzi nació en 1942. Estudió medicina en la Universidad de Chile y egresó en 1965. Sus estudios de postgrado en medicina interna también los realizó en la Universidad de Chile, en el campus oriente, hospital del Salvador. Desde 1972 hasta ahora se desempeña en el servicio de medicina de este hospital y en el departamento de medicina oriente de la Universidad de Chile. Cuentan que por ser el médico más joven le decían el niño maravilla.
Ha sido miembro de sttafs, jefe de nefrología, coordinador del campus oriente de la facultad de medicina de la Universidad de Chile y jefe del servicio de medicina. Es padre de tres hijos y abuelo de siete nietos.
En el segundo panel de la jornada anual, en el Hotel Santiago Park Plaza de Santiago, el doctor Roessler se refirió a las bases fisiopatológicas, farmacológicas y epidemiológicas de la terapia farmacológica. Cuando la tarde daba paso a la noche, el destacado past president de la sociedad chilena de hipertensión recibió el homenaje de sus pares.
La doctora Herrera señaló hitos en la carrera del doctor Roessler, como la presidencia de la sociedad chilena de nefrología, de la sociedad médica de Santiago, y su actual presidencia en la sociedad chilena de transplantes, pero destacó aspectos de su forma de ser. “Quiero presentar al doctor Roessler como un médico humanista y formador de varias generaciones. Doy fe del cariño que sus pacientes le manifiestan, y de la confianza que le tienen”, contó emocionada la doctora.
El doctor Roessler destaca a su vez, tres aspectos necesarios para formar médicos humanistas: tener modelos, tener principios y valores y estar en un ambiente académico. Para él, la ciencia se construye poniendo al ser humano como centro.
“Creo que un hospital público es el lugar natural donde debe estar el médico. Haberme convertido en académico ha sido gracias a estar en un hospital público y universitario, y he seguido allí, a pesar de las decenas de tentaciones externas. No es tanta la gente que esté dispuesta a estar en los hospitales atendiendo a los más desposeídos, a quienes sufren las mayores miserias. Los enfermos son enfermos, no números que hay que atender, ni clientes que se deben satisfacer. Creo que en nuestro servicio, todos tienen ese sello, que lo heredamos del doctor Hernán Alesandri. El hospital es un lugar donde el trabajo médico se engrandece, para eso entramos a la escuela de medicina, para atender pacientes, para cuidar personas”, comenta ante una numerosa audiencia el doctor Roessler.
Termina su discurso señalando que este homenaje debiera ser para todos los médicos dedicados a la salud pública. “Ya que yo soy sólo uno de los médicos que trabaja en un hospital público, por las pocas cosas que he hecho, quiero que esta ceremonia tan sentida, no sea para una sola persona, sino sea un homenaje al médico anónimo que está en los hospitales que no conocemos dando lo mejor de sí”.
