Esperanza para la sordera
Proyecto de implante coclear en Hospital Barros Luco cumple cinco años
Si bien el uso de los implantes cocleares fue aprobado por la Food and Drug Administration (FDA) en 1985, la técnica comenzó a ser utilizada en Latinoamérica recién a principios de los ’90. En Chile el pionero en esta materia fue el doctor Marcos Goycolea de la Clínica Las Condes, quien junto a su equipo empezó a trabajar con estas prótesis en 1994, implantando a la fecha más de 60 dispositivos.
A través de un plan que cuenta con fondos del Ministerio de Salud, en 1998 el procedimiento fue replicado por primera vez en el Hospital Barros Luco. Desde entonces más de 30 personas han sido intervenidas por un grupo de profesionales a cargo del doctor Luis Dentone, otorrinolaringólogo del centro asistencial y docente de la Universidad de Chile, quien en los últimos 20 años se ha dedicado a la otología.
El programa cuenta con un presupuesto anual para realizar el implante a pacientes de escasos recursos, que son escogidos por un comité evaluador mediante un estricto protocolo de selección. “Es importante destacar el alto nivel técnico-docente del Servicio de Otorrinolaringología de este hospital, área que es encabezada por la doctora Maritza Rahal”, señala el doctor Dentone.
El médico enfatiza el aspecto humano que hay detrás de este proyecto. “La realidad de un sordomudo, con todas las limitantes y discriminación que ellos sufren, resulta muy difícil. Gracias a esta técnica, niños con hipoacusia severa o adultos jóvenes que ensordecen en forma súbita por secuelas de alguna enfermedad -como, por ejemplo, una meningitis- tienen la posibilidad de llevar una vida normal y evitar la sordomudez. La idea ahora es que el programa pueda ampliarse, para que esta esperanza sea extensiva a un número mayor de pacientes”.
El dispositivo
El implante coclear es un dispositivo que transforma la información acústica en señales eléctricas, que estimulan el nervio auditivo restaurando la audición útil en personas sordas, cuando la discapacidad es producto de falta de desarrollo del órgano de la audición o porque éste ha sufrido algún daño por una enfermedad. La técnica permite "saltarse" el oído interno y proveer de información a los centros auditivos del cerebro a través de una estimulación directa del nervio auditivo.
El dispositivo está formado por elementos externos e internos. Los primeros son: un micrófono que capta los sonidos; un procesador que selecciona y codifica la información más útil para la comprensión del lenguaje y un transmisor que envía los sonidos codificados a un receptor. Las partes internas son: un receptor-estimulador que se implanta en el hueso mastoides, detrás del pabellón auricular, y envía las señales a los electrodos, los que a su vez se introducen en el interior de la cóclea y estimulan las células nerviosas que aún funcionan. Estos estímulos pasan a través del nervio auditivo al cerebro, que los reconoce como sonidos. Entonces, el paciente tiene la sensación de oír.
Esta prótesis está indicada en aquellas personas con sordera de ambos oídos, del tipo sensorioneural, severa o profunda, pues son pacientes a los que el uso de audífonos no les presta utilidad y no son capaces de desarrollar el lenguaje adecuadamente. El dispositivo puede ser implantado tanto en niños, mayores de un año, como en adultos pre o postlinguales.
