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03 Marzo 2014

Dr. Rodrigo Avendaño Brandeis:

“Trabajamos en un cambio cultural que apunte hacia la excelencia”

El director del Hospital Herminda Martin de Chillán encabeza el proceso de reconstrucción de la torre de servicios clínicos, edificio que sufrió serios daños estructurales como consecuencia del terremoto de 2010. De manera paralela, estudia el proyecto definitivo del nuevo recinto asistencial de la capital de la provincia de Ñuble.

En mayo de 2014 debería estar terminada la torre de servicios clínicos del Hospital Herminda Martin de Chillán, infraestructura que fue severamente dañada durante el terremoto del 27 de febrero de 2010, reduciendo de manera significativa la capacidad de atención del recinto asistencial más importante de la provincia de Ñuble.

A cuatro años del megasismo, la comunidad chillaneja espera con ansias la apertura del nuevo edificio, obra que representa el primer paso de un proceso de restructuración mayor, que se verá coronado con el levantamiento de un hospital completamente nuevo, emplazado en un terreno diferente del actual, cuyo proyecto arquitectónico se encuentra en su etapa final de definición y que debería abrir sus puertas en cinco años más.

Las nuevas dependencias conservaron cinco de los seis pisos del antiguo edificio y cuenta con un completo refuerzo antisísmico, renovando instalaciones de agua potable, electricidad, alcantarillado, evacuación de gases y climatización, junto con la habilitación de ascensores para pacientes y usuarios. Todo para albergar los servicios de pediatría, neonatología, unidad de pacientes críticos adultos y pabellones quirúrgicos de la unidad de emergencia.

“El terremoto nos afectó significativamente, dañando en forma severa aproximadamente un tercio de nuestra infraestructura. Nos vimos obligados a bajar en primera instancia de 500 camas a la mitad, con lo cual no podíamos atender a la población y tuvimos que recurrir a múltiples instancias, como trasladar equipos clínicos a otros hospitales de la provincia y levantar un hospital de campaña por ocho meses. Después se construyó un módulo con 100 camas y 6 pabellones en el estacionamiento del hospital, lo que nos ha permitido recuperarnos”, relata el doctor Rodrigo Avendaño Brandeis, director del Hospital de Chillán. El profesional, nacido en Santiago y formado en la Pontificia Universidad Católica de Chile, ha liderado todo este proceso de reconstrucción, tarea ardua que ha llevado a cabo con dedicación y a tiempo completo, respaldado por los conocimientos adquiridos en España donde cursó un magíster en la Escuela Andaluza de Salud Pública.

“Cuando egresé a principios de los ´90 decidí ir a trabajar al Servicio de Salud Ñuble, específicamente al Hospital de Quirihue, localidad ubicada a unos 60 kilómetros de Chillán en el secano costero. Ahí trabajé como médico general de zona durante cinco años de los cuales los dos últimos estuve en la dirección del hospital. También estuve a cargo del servicio de medicina y del programa del adulto, por lo tanto me tocó interactuar mucho con pacientes con problemas de medicina interna, neurología y psiquiatría”, comenta. Su gusto por la administración, la medicina clínica y la neurología lo llevó a especializarse en el Hospital del Salvador y en el departamento de ciencias neurológicas de la Universidad de Chile. Luego se incorporó al Hospital de Chillán como subdirector y más tarde, tras adjudicarse la beca Presidente de la República, partió a Europa.

“El 2002 el cargo de director del Hospital Herminda Martin estaba vacante, así que decidí postular. Desde entonces hasta esta fecha me he mantenido en el puesto, así que conozco bastante bien este recinto”, acota el doctor Avendaño, facultativo que no esconde su pasión por el trabajo en equipo, los proyectos comunitarios, la lectura, el deporte y la cultura. “Me gusta esta región por su calidad de vida, sus ciudades sustentables y a escala humana. Acá puedes trabajar en el desarrollo hospitalario y llevar una vida familiar tranquila”.

Desde su cargo, agrega, “hemos contribuido a la cultura creando una agrupación que ha permitido traer a la ciudad distintas expresiones del arte, que normalmente no se veían en el hospital o en la ciudad, como por ejemplo, recitales de música clásica, jazz, y folclore. Tenemos una pinacoteca, un grupo de teatro que ha montado distintas obras y también hemos invitado a artistas de otros lugares. Si bien Ñuble es un lugar donde han nacido muchos artistas, actualmente no hay mucho desarrollo en esta área, así que todo esto me llena bastante. Es una forma de ir generando espacios de encuentro con los funcionarios y la comunidad, distintos de lo que es el ámbito puro de la salud, donde muchas veces, pese a los esfuerzos, hay insatisfacción. En el arte todos nos podemos encontrar”.

 ¿Cuál es su evaluación de todos estos años en la dirección del Hospital de Chillán?

Sumando todos los periodos, ya llevo casi 15 años de directivo de este recinto. Hemos pasado por distintas fases. Yo diría que los primeros años fueron de adaptación del hospital a las nuevas exigencias del ministerio, sobre todo lo que fue el AUGE y la reforma de los centros asistenciales entre los años 2002 y 2006, en que nos exigían tener una serie de indicadores en un cuadro integral de mandos en el área clínica, administrativa y clima organizacional, lo que no fue fácil de implementar. Se consideraron sistemas de mediciones en todo este ámbito y además fue necesario un cambio cultural, todo sumado al AUGE, que es una nueva forma de atender a los pacientes con plazos garantizados, lo que nos obligó a desarrollar estrategias muy creativas para cumplir todas esas exigencias.

Desde el primer momento tuvimos muy bajo porcentaje de pacientes que no se atendieran en los plazos del AUGE y fuimos reconocidos por el ministerio en varias ocasiones por cumplir las metas. Los pacientes que no estaban en el AUGE quedaban postergados, tema que ahora estamos abordando. Fuimos uno de los primeros hospitales en lograr la autogestión en red y eso también fue reconocido a nivel del Ministerio de Salud, lo cual junto a cumplir sistemáticamente con las metas del AUGE y mantener un equilibrio presupuestario nos hizo destacar en el contexto nacional.

Después vino una etapa de planificación, porque si bien este hospital cumplía con las metas contingentes se estaba quedando atrás en lo que son los desafíos futuros, como tener una infraestructura adecuada tanto en cantidad como calidad para atender a los pacientes y desarrollar distintas especialidades médicas como un hospital de alta complejidad. Había procedimientos que no estábamos haciendo y derivábamos a Concepción o Santiago, por lo cual hicimos una planificación estratégica que surgió desde los propios equipos clínicos para ver cuáles eran nuestras fortalezas y debilidades. Se plantearon objetivos en cuanto a mejores prácticas en la atención directa a los usuarios, mantener el equilibrio financiero, buscar nuevas fuentes de financiamiento, mejorar el clima laboral, la dotación de personal, la coordinación con la red asistencial y la propia gestión directiva del hospital. Invertimos bastante en capacitar a médicos jefes de unidades clínicas, enfermeras supervisoras y jefes de secciones administrativas, de modo que tuviéramos un lenguaje común respecto a la gestión de cada unidad. En eso estábamos cuando nos sorprendió el terremoto.

 Fue el comienzo de una etapa distinta…

Esta etapa de mi periodo ha sido de reconstrucción post terremoto, pero a la vez también hemos estado preocupados de desarrollar un nuevo hospital y para eso, en paralelo con ir reparando lo que está dañado y cumpliendo con todas las metas clínicas, financieras y administrativas, hemos estado elaborando un proyecto de nuevo hospital que esperamos se defina en unos pocos meses más, para que luego se inicie la construcción de un edificio de más de 70 mil metros cuadrados, ubicado en un nuevo emplazamiento y que cuente con todas las comodidades y equipamiento para atender en forma óptima a nuestros usuarios. Se trata de un establecimiento pensado en red y con estándares modernos. No es un hospital para Chillán, sino que para toda la provincia de Ñuble, cuya población debe estar llegando a los 500 mil habitantes.

Estamos viendo el proyecto de arquitectura. Han sido varios años de conversación con los equipos clínicos y hemos visitado otros establecimientos, todo para levantar un proyecto propio. También hemos estado trabajando en un cambio cultural que apunte hacia la excelencia en la gestión, no solamente hacia lo que corresponde de acuerdo a los protocolos médicos, sino que también a la relación entre los propios trabajadores y que el usuario quede ampliamente satisfecho en su estadía en el hospital o consulta ambulatoria.

Este es un hospital que se ha ido construyendo de a partes desde el año 1945, por lo tanto nos falta funcionalidad. En estos momentos hay un grado de insatisfacción del trabajador porque los estándares de los nuevos hospitales distan mucho del hospital donde estamos trabajando. Primero establecimos los espacios funcionales para trabajar tanto en el área clínica como administrativa, y ahora estamos entrando en una fase de definir cómo queremos trabajar y cambiar de una cultura que está centrada en las enfermedades, a otra centrada en el paciente. Es un proceso que no es fácil.

 ¿Qué características tendrá la torre que está actualmente en su etapa final de construcción?

El edificio donde estaban albergadas aproximadamente 200 camas del ámbito quirúrgico más todas las camas críticas, tanto adulto como infantil, fue severamente dañado por el terremoto y de hecho hubo que demoler parte de la torre. Se le quitó un piso y también salas de hospitalización; quedó más pequeño, mucho más sólido y con una infraestructura capaz de resistir un terremoto grado 10. No nos caben las mismas camas que antes. Con todos los arreglos que hemos hecho, la construcción del módulo quirúrgico y otras adaptaciones, en estos momentos estamos funcionando con 430 camas y antes del terremoto teníamos 500. Eso se nota en el día a día, siempre estamos sobrepasados, así que la solución definitiva para este hospital es el nuevo edificio, que debe estar listo en 4 ó 5 años más. De todas formas, existía el compromiso de reparar la torre dañada por el terremoto, porque  la situación de los pacientes críticos y de urgencia no permitía esperar. El nuevo hospital estará ubicado camino a Chillán Viejo, donde antiguamente estaba el hospital que se cayó en 1939 como consecuencia del terremoto de ese año y del cual solamente se conserva su capilla como monumento nacional.

 ¿Qué nos puede comentar respecto del desarrollo de la neurología en la provincia de Ñuble?

Tanto como subdirector médico y luego como director me he preocupado del desarrollo científico de todas las especialidades y a su vez que tengamos el número suficiente de especialistas en cada una de ellas. Particularmente, en neurología hemos tenido altos y bajos, y dentro de los puntos a destacar menciono la construcción de un edificio para el servicio de neurología que se consiguió en 2004 con un estándar bastante bueno, con equipamiento moderno y la incorporación de tecnología como la electroencefalografía digital. Lamentablemente, por diversas razones nunca hemos tenido la dotación de neurólogos suficiente para implementar todas las prestaciones. Por ejemplo, no hay un neurólogo que esté dedicado al área de emergencias, sino que solamente hay interconsulta en horario hábil. En otros hospitales han avanzado en tener un neurólogo en turno permanente las 24 horas y eso les ha permitido implementar terapias específicas. Tenemos acceso a resonancia a través de un convenio con el Hospital Regional de Concepción y a futuro esperamos tener ese apoyo imagenológico en el mismo hospital. Considerando todo lo anterior, creo que hemos avanzado en tener un buen equipo, bastante afiatado y muy bien formado de neurólogos adultos e infantiles, que si bien no alcanza a cubrir todas las necesidades de la población, se ha preocupado de mantenerse actualizado a través de jornadas científicas, estadías de capacitación y de analizar críticamente los casos más complejos. Por ese lado estoy muy contento, pero claramente hay desafíos como ir incorporando mayor tecnología para mejorar los diagnósticos y tener un sistema de turnos para las enfermedades neurológicas.

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