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28 Junio 2021

Dr. Mauricio Cancino Quezada:

“Queremos que esto termine y que la ciudadanía se cuide respetando las medidas”

Pacientes COVID-19 jóvenes sin comorbilidad, mayor demanda asistencial y equipos de salud cansados son parte del panorama que se vive en los diferentes centros asistenciales del país.

Entre mayo y julio de 2020, Chile vivió la primera ola de contagios por SARS-CoV-2, con un alza de infecciones y una demanda por camas UCI que estuvo muy cerca de superar la capacidad instalada de la red.

Después de un año de emergencia sanitaria, el país está cursando una segunda ola, totalmente distinta a la anterior, sostenida en el tiempo, con casos desafiantes de pacientes jóvenes sin comorbilidad, una mayor demanda asistencial y equipos mermados en la gran parte de los recintos asistenciales. 

“Esta ola tiene al hospital a un límite que no habíamos visto. La situación es compleja, porque los profesionales de salud llegaron a un nivel de cansancio y estrés alto, lo que comienza a pasar la cuenta”, comenta el doctor Mauricio Cancino Quezada, consejero nacional del Colegio Médico de Chile y miembro de la Unidad de Cuidados Intermedios Adulto (UCIM) del Hospital Carlos van Buren de Valparaíso.

El especialista en medicina interna de la Universidad de Valparaíso y magíster en dirección y gestión en salud por la Universidad Mayor ha vivido en primera fila esta pandemia. Durante 2019 fue director del principal recinto asistencial porteño y en 2020 subdirector médico, cargo que dejó en febrero de este año. “En estos meses, hemos notado que este cansancio no solo se ve reflejado en el personal, donde cerca del 25% se encuentra con licencia médica, sino también en la población general que, incluso, no cree en la efectividad de las cuarentenas, separación física y uso de mascarillas”. 

Por eso, “como profesionales de la salud, debemos seguir insistiendo en la importancia de continuar con estas medidas”. Una manera de ayudar a crear conciencia es a través de la radio, donde él tiene varios programas ligados a temas de salud y encuentro social. 

- ¿Han observado diferencias entre los enfermos de la primera y actual ola?

Nuestra Unidad de Cuidados Intermedios de Adulto estaba acostumbrada a recibir y tratar pacientes neurocríticos de la macro zona norte. En este contexto, el Hospital van Buren sufrió una total transformación y nosotros pasamos a ser una Unidad de Paciente Crítico COVID-19. Esta segunda ola ha sido sostenida. Tuvo una tendencia a la baja, pero nuevamente está en la meseta. Estamos muy preocupados, porque previo a la vacunación nos encontrábamos con enfermos añosos con comorbilidad. Sin embargo, ahora son jóvenes entre 22 y 55 años, donde el rango promedio es de 53, que no habían acudido a vacunarse o no alcanzaron a hacerlo producto del calendario. Se trata de personas sin patologías de base y eso nos ha llamado la atención, porque no imaginábamos el nivel de gravedad que iban a alcanzar. 

- ¿Qué señala la evidencia sobre este grado de afectación?

Por la literatura y lo que nos ha tocado presenciar, sabemos que muchos de ellos han consultado tarde y en condiciones de gravedad, que al llegar necesitan intubación inmediata; y que la exposición que tuvieron fue sostenida al no respetar medidas como uso de mascarillas, lavado de manos y distanciamiento físico. Este es un tema que se está estudiando. De hecho, como no tenemos secuenciación genética, no conocemos todas las variantes que están circulando. Es probable que, producto de la replicación viral, estemos teniendo locales. Eso lo vamos a saber más adelante, cuando investiguemos hacia atrás el por qué tuvimos este comportamiento viral más agresivo.

- ¿De qué manera se vive esta situación al interior de los centros de la salud?

Como equipos, al comienzo de la pandemia, partimos con muchas ganas y fuerza. Durante la primera ola, nos adaptamos bien. En la región no fue tan fuerte como esperábamos. En febrero de 2020 veíamos las noticias internacionales y pensamos que esa misma situación la tendríamos replicada. Sin embargo, nosotros pasamos a ser centro de referencia y derivación de las Regiones Metropolitana y de O’Higgins. Creímos que esta segunda ola iba a ser parecida, pero fue todo lo contrario. En marzo nos encontramos con una emergencia más intensa que la del año anterior y con un desgaste físico y emocional que mermó a los equipos. Aumentaron las licencias médicas, al no contar con relevos muchos profesionales asumieron más turnos que ha tenido consecuencias sobre la salud mental y el estado anímico. Eso se ha traducido en una baja importante de personal que, finalmente, afecta la calidad de la atención clínica. A pesar de ello, sigue en pie el sentimiento de fortaleza y de salir adelante. Estamos cansados, como todos, queremos que esto termine y que la ciudadanía nos dé una mano cuidándose y respetando las medidas. 

- ¿Cómo se mantiene la fortaleza dentro del equipo para hacer frente a situaciones tan extenuantes?

Los profesionales de la salud viven un fenómeno que se llama injuria moral, es decir, estamos realizando un esfuerzo extraordinario y permanente, pero vemos que las condiciones externas no nos son favorables. Por ejemplo, cuando vemos noticias sobre fiestas clandestinas o sobre decisiones sanitarias que afectan directamente nuestro trabajo, nos cuesta entender esa desconexión con lo que se está pasando dentro de los recintos de salud. La única manera que tiene una persona para preservar la integridad en respuesta a esta adversidad es a través de la resiliencia moral, que estamos fortaleciendo con el equipo de calidad de vida de nuestro hospital, el cual está integrado por un grupo multidisciplinario que brinda apoyo a quienes van “quedando fuera de la batalla”.

- La pandemia ha evidenciado la necesidad de restructurar el sistema sanitario… 

En estrategia de gestión y dirección es fundamental que cada Servicio de Salud pueda tomar sus decisiones en base a la realidad local. En el sistema actual, el Minsal se separa en Subsecretarías de Salud Pública y de Redes Asistenciales, entidades que no dialogan con la atención primaria que está a cargo de las Corporaciones Municipales. Estamos entregando dos tipos de salud a un enfermo que es el mismo. Es decir, va a su consultorio, tiene interconsulta con nosotros y vuelve a controles en su centro de salud familiar. Si hubiésemos estado conectados, conoceríamos la realidad de los pacientes y podríamos haber realizado un mejor control con testeo, trazabilidad y aislamiento efectivos. 

- Ese conocimiento resulta fundamental entonces para superar este tipo de emergencias…

Tener una comunicación fluida y fortalecer la relación médico paciente es crucial, porque nos permite dimensionar un dolor que, por ejemplo, no necesariamente es físico, sino puede estar asociado a otros factores como estrés, alguna ruptura o disfunción familiar o problemas de hábitos como alcoholismo o drogadicción. Conversar en confianza permite que uno tenga más herramientas al momento de diagnosticar y elaborar un plan de tratamiento para alcanzar la recuperación integral de él y su grupo familiar. La salud no es la ausencia de enfermedad, es el total bienestar físico, mental y social de una persona y su entorno. Eso se logra fortaleciendo la confianza.

- En esa línea, usted tiene un programa radial ¿Cuéntenos cómo nace esa iniciativa?

Cuando fui médico rural en Puchuncaví, muchas veces, me quedé con la sensación de que faltaba tiempo para explicar mejor a los pacientes. Así nació “Sin anestesia”, un programa donde junto a un odontólogo, nutricionista y psicóloga desarrollábamos distintos temas. Años más tarde, la radio Congreso de Valparaíso me abrió las puertas para hacer “Agenda, vida y salud”. Junto al doctor Ignacio de la Torre Chamy invitamos a distintos profesionales de la región para que entregaran consejos de salud y aclararan dudas de la comunidad. Posteriormente, nació uno de corte social, “Voces porteñas”, en el que representantes de distintas áreas dan a conocer las actividades que se realizan en la ciudad. Y en la radio Festival de Viña del Mar, inauguramos un nuevo espacio de “Salud y nutrición” para orientar a las personas sobre este importante tema, sobre todo si observamos las altas tasas de sobrepeso y obesidad que tenemos y que van de la mano con los factores de riesgo cardiovascular. Es un programa que nos va a permitir entregar elementos de información y consejos de calidad con evidencia científica para que los auditores tomen mejores decisiones, porque todavía existen muchos mitos en salud. 

- ¿Qué elementos le ha aportado la radio a su desempeño profesional?

Lo más importante: la conexión real con la gente, el saber lo que ocurre en sus entornos. Esa cercanía es una herramienta que ayuda a elaborar mejores estrategias de abordaje. Me he dado cuenta de que los programas son de interés y que a varios les hace sentido, porque al ir a la consulta lo primero que me dicen es “doctor lo escuché y vengo a hacerme el chequeo preventivo”. Eso para mí es tremendamente satisfactorio, porque es una pequeña contribución a partir de algo que me gusta hacer: comunicar. 

- Para cerrar, ¿qué aprendizajes se sacarán una vez superada esta emergencia?

Varios, que la política sanitaria no puede seguir separándose en salud pública y otra de redes asistenciales, porque se trata de un todo. Debemos reforzar y potenciar la atención primaria, ya que es fundamental en la prevención y promoción del bienestar. Y, por último, necesitamos volver a la primera medicina, esa donde los médicos de cabecera conocían a todo el grupo familiar. 

Por Carolina Faraldo Portus

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