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11 Mayo 2015

Dr. Jorge Pérez Flores:

“Como médicos, debemos ser buenos comunicadores”

Para el gastroenterólogo de Intersalud de Rancagua, la base de la comprensión de las patologías, por parte del paciente, pasa por el saber entregar un buen mensaje.

La radio es un medio de comunicación que ha conseguido mantenerse vigente durante décadas, a pesar del surgimiento de competidores más sofisticados. Como medio de comunicación y entretenimiento masivo surgió en 1920 en Estados Unidos y Argentina. Si bien existe controversia respecto al orden en el cual aparecieron las primeras emisoras en el mundo, lo que sí está claro es que tiene un tremendo potencial y alcance, porque su mensaje llega y repercute en todas las clases sociales.

Una fanático de ella es el doctor Jorge Pérez Flores, médico rancagüino que inició su formación en el Internado Nacional Barros Arana (INBA), considerado como uno de los mejores liceos municipales y uno de los más prestigioso del país, desde sus inicios en 1902.

Sus estudios de medicina los realizó en la Universidad de Concepción, “en aquellos años donde dábamos el examen de grado para una comisión de la Universidad de Chile, así es que mi título es de esa casa de estudios”, comentó el doctor Pérez. 

La especialización, primero en medicina interna y luego en gastroenterología la desarrolló en la Universidad de Chile y su campo clínico el Hospital Barros Luco. “La medicina interna me atrajo, primeramente, por esta visión integral que tiene del ser humano. La siento como una de las especialidades más exigentes, porque hay que saber mucho y de todo”. 

El doctor Pérez, al comentar el por qué se inclinó por la gastroenterología, confesó que su fascinación por ella comenzó, básicamente, gracias a la endoscopía. “Eso fue determinante. Quedé maravillado cuando vi el tubo digestivo en colores: ver su estructura, su funcionamiento y el poder contar con una precisión diagnóstica, que no se da en todas las otras subespecialidades me dejó impresionado. Era como quien ve la palma de una mano”. 

Luego, realizó un magíster en Salud pública en la Universidad de Chile, “porque –como comentó- quería tener una mirada colectiva del problema sanitario”, lo cual ha complementado mucho la visión focalizada que tiene la especialidad. Fue docente de la casa de estudios durante siete años en la Escuela de Salud Pública. Al regresar a Rancagua, trabajó en el Hospital FUSAT y, actualmente, en Intersalud como gastroenterólogo.

Además, de su quehacer médico, el especialista es un amigo incondicional del mundo radial. Actualmente, es dueño la radio Magiztral que tiene dos emisoras: una en San Fernando y la otra en Santa Cruz. Ese mundo le ha traído muchas gratificaciones y le ha permitido empatizar diariamente con quienes lo consultan a través de la comunicación que –a su juicio- es la clave del entendimiento y la relación médico-paciente.

Para conversar sobre cómo este medio lo ha ayudado a entender mejor el mundo y lo ha beneficiado en su quehacer diario, el doctor Jorge Pérez Flores sostuvo una cálida y profunda conversación con SAVALnet. 

- Doctor Pérez, ¿cómo nace su vocación por la radio?

No sé si vocación es la palabra. Prefiero hablar de pasión por la radio. Y creo que nace en mi infancia durante los años 60 cuando a raíz de una hepatitis A me tuvo como dos meses en cama y un receptor de radio a tubos fue mi compañía permanente.  Ahí descubrí la magia de la radio, la capacidad para recrear situaciones con palabras y sonidos y echar a correr la imaginación del auditor. Recuerdo que pensé: me encantaría hacer esto, comunicarme con todo el mundo, entregar un mensaje y retroalimentarme con los que otros piensan.

- ¿Cuántos años tenía?

Unos 10 años aproximadamente. Y esa idea ya no pude sacarla de mi mente. Comencé haciendo algunos inventos artesanales con ayuda de amigos. Recuerdo que instalé un sistema de comunicación entre mi pieza y el living. Cuando llegaban visitas, corría a mi pieza sin que se dieran cuenta y les programaba música con un antiguo tocadiscos de mi familia y les improvisaba un programa donde recibían saludos a través de un micrófono de un viejo teléfono. Era una maravilla. A los 15 años ya estaba en una radio de verdad de mi ciudad. Hice de todo: locución, programación, animación, relato, publicidad, radiocontrolador, creo que no me faltó nada por hacer.  En aquellos tiempos la radio se permitía todo, era una fuente de creación inagotable con impacto social incomparable, la televisión apenas se asomaba. El arte estaba en el uso de la voz como instrumento y la palabra como mensaje que llegara directo al corazón de la gente. Había que crear una atmósfera que era capaz de influir en la emotividad de las personas y para aquello había que aprender a soñar. Todo un desafío. La consigna radial de aquellos años era “haga lo que quiera, pero hágalo bien, de la mejor manera posible”.

- ¿Había alguien en su familia ligado a las comunicaciones?

No recuerdo algún familiar trabajando en un medio de comunicación en aquellos años. Pero, vengo de familia de educadores primarios: padres, tíos, abuelos, todos ellos pedagogos normalistas con gran capacidad de comunicación. En reuniones de familia se privilegiaba el buen uso del lenguaje y su contenido. Mi madre escribía libretos para actividades de su colegio y me pedía que los leyera en voz alta para luego corregirlos. Me enseñó a leer con intencionalidad, marcando acentos y pronunciando esdrújulas. Yo creo que ahí estuvo la esencia de mi formación: con mi madre como profesora de castellano y yo, su hijo discípulo. Aún conservo sus cartas, son un verdadero poema al amor de madre. El recordarla me es una gran fuente de inspiración para lo que hago.

- Siendo todo su entorno familiar ligado a la educación, que en el fondo es comunicación con enseñanza, qué pensaban ellos, cuando desde muy niño se fue involucrando en el mundo de la radio.

Mi familia me facilitó todo. Mis padres tenían esa generosidad de descubrir las inquietudes de nosotros como hijos y trataban de ayudarnos a canalizarlas. Fue mi madre la que me realizó los primeros contactos para llegar a una radio emisora y, desde los 15 años, que esta pasión me acompaña.

- Usted, incluso, financió su carrera de medicina trabajando en radio. ¿Cuéntenos un poco esa historia?

Cuando llegué a Concepción ya tenía experiencia radial. Lo primero que hice fue buscar una radioemisora y, por esas cosas de la vida, en la Radio Universidad de Concepción quedó una vacante de un locutor de noticias que se había recibido de médico ese año y caí justo. Me hicieron una pruebas de locución y, al día siguiente, estaba ya convenido mi labor radial en esa emisora. Me inicié como lector de noticias universitarias, que es algo más complejo que el resto. Hay mucho lenguaje técnico de distintas áreas del quehacer universitario y exigía un correcto pronunciamiento, en otros idiomas muchas veces y prácticamente sin pausa, dado que no se usaba cortina musical de fondo. Una hora todos los días de 7 a 8 de la mañana y de ahí a la Escuela de Medicina. También me desempeñé con maestro de ceremonia de entrega de títulos de la Universidad y de algunos eventos. Todas estas actividades, si bien me ayudaron económicamente, para mí lo más importante fue disfrutar el hacer radio en una gran emisora. Ahí se unieron dos cosas: mi sueño de ser médico y mi pasión por la radio.

- ¿Y qué es lo que une a estas disciplinas?

Lo que une a estas dos disciplinas es el servicio social y la comunicación como su instrumento principal de relación humana. Como médicos debemos ser buenos comunicadores, especialmente, para mantener una buena relación con el paciente y su entorno familiar. Un mensaje claro, oportuno, veraz y prudente genera empatía y confianza que facilita la relación. En mi caso la radio y la medicina me tienden una mano para ayudar y servir mejor a la gente.

- Si le gustaba tanto este tema, por qué se inclinó por la medicina y no por una carrera humanista como, por ejemplo, el periodismo

Creo que pude haber sido periodista, pero la medicina siempre fue un mayor desafío personal. Sabía, por parientes médicos, que era una carrera difícil, larga y de mucha responsabilidad, pero me sentía capacitado para enfrentarla. Venía regresando de una beca de intercambio estudiantil en Estados Unidos, así es que a esa edad ya venía con otra mirada del mundo y más decidido a enfrentar desafíos. No imaginaba otra carrera más humanista que medicina.

- ¿Cómo comenzó a hacer un programa que le acomodara?

Dentro de la radio, lo que más me gusta es programar, editar, es decir, juntar elementos para crear un programa que se transforme en una obra radial. Esa es la parte más creativa y artística de la radio, donde el chef arma su menú y le da ese toque personal de sonido y emotividad. Sorprender y emocionar con una palabra y una canción, ahí está el logro. Todo ese proceso está lleno de emotividad y de regocijo para quien lo desarrolla, en mi caso, así ha seguido ocurriendo a través del tiempo. Hoy, con mi familia tenemos dos emisoras: una en San Fernando y otra en Santa Cruz. Su nombre es Magiztral, cuya palabra representa un concepto de algo sobresaliente, educativo y la escribimos con Z para llamar su atención. En radio se acostumbra a fantasear con los nombres. Queremos que nuestra radio eduque y entretenga, que sea una compañía para hacer la vida más agradable y constructiva. Su programación rescata los grandes clásicos de colección de todos los tiempos. Se buscan temas musicales atesorados, que guardan momentos inolvidables de la gente. Destacamos a Sinatra, Beatles y Elvis. Pero también nos visitan Paul Anka, Aznavour, Gilbert Becaud, Edith Piaf y grandes otros intérpretes. No es música que encuentres en cualquier radio. No tocamos el lado B del disco, sólo éxitos. Y nos pueden escuchar en línea en www.radiomagiztral.cl. Una sola recomendación: hay que tener cuidado, porque su programación es adictiva.

- Usted dejó un tiempo de lado la radio. ¿Por qué decidió volver?

En aquel entonces pensé, que la radiodifusión y el ejercicio de la medicina no eran compatibles. El escenario de aquellos tiempos era más rigurosos y temí que se mal interpretara o confundiera la condición más reservada de la medicina con la radio, que es más extrovertida por esencia. He tratado de ser cuidadoso de esos aspectos así es que decidí alejarme de la radio. Creí que recibiéndome como médico lo lógico era dedicarme exclusivamente a ejercer la medicina y así lo hice por años, pero no pude desligarme emocionalmente de la radio , siempre estuve preocupado de lo que estaba pasando. Hasta que mi esposa me dijo “por qué no te tienes una radio, por qué no haces el esfuerzo. Si siempre vives pensando y haciendo análisis crítico de los programas radiales, lo lógico es que tengas la tuya alguna vez y pongas en práctica lo que sabes”. Y desde entonces, empezó a rondar la idea de una radioemisora. Comenzamos en San Fernando y luego en Santa Cruz. Y ahí rompí con el paradigma que tenía de pensar que eran incompatibles. Tuve la precaución de cuidar mi anonimato, pero –a veces- resultó imposible, mucha gente reconoció mi voz y me lo hizo saber. Es increíble el impacto social de la radio.

- ¿Qué elementos le ha aportado la radio a su desempeño profesional?

Primero, la radio ha sido como un cable a tierra. La medicina es una profesión bastante compleja en muchos aspectos. Especialmente en la parte humana. Uno vive cada día la alegría de saber que un paciente se recupera, pero también con dolor vemos como algunos pacientes sufren y su pronóstico puede ser desfavorable. Entonces, cómo resuelves eso, cómo vuelves a casa pensando en esos casos. Yo tengo mi cable a tierra: mi familia y esta afición en serio, porque hago la mejor radio que puedo. He recibido felicitaciones –incluso- de César Antonio Santis, que vive en Santa Cruz, y del profesor Jaime Campusano. Me da alegría saber que la gente le gusta lo que hacemos en radio y esa energía positiva la traspaso a mi profesión. En segundo lugar, la técnica comunicacional de la radio permite traspasar mensajes más claros y comprensibles a la gente algo tan esencial en la relación médico paciente. Esto se aprende y perfecciona con el tiempo, no es algo fácil, por supuesto, pero las satisfacciones que otorga superan cualquier esfuerzo. 

- Doctor, ¿ha pensado tener un programa ligado completamente a los temas de salud?

Lo he pensado, pero aún no doy el paso.

- ¿Por qué, si tiene todas las condiciones para hacerlo?

No quisiera crear una expectativa para que después las personas quisieran venir a visitar al “médico de la radio”. No quiero farandulizar la medicina, al contrario. Me preocupa eso. A lo mejor es algo que debiera haber superado, pero aún me quedan aprehensiones al respecto.

- En la sociedad actual, sería necesario un programa que hablara de salud, que incentivara la vida saludable y el ejercicio, los buenos hábitos alimenticios. En el fondo que se reforzara ideas constantemente, porque a lo mejor ese mensaje llegaría mucho mejor que las campañas que existen al respecto y que no han tenido los éxitos esperados. ¿Quizás ese aspecto salubrista podría ser su camino?

Ese aspecto salubrista y prevencionista es un excelente tema a tratar: un estilo de vida saludable. Creo que esa sería una excelente contribución.

- Doctor, hemos tenido una conversación tremendamente interesante. Hay algo que quiera destacar para terminar nuestra entrevista.

Yo creo que hoy estamos en un mundo muy globalizado, que exige que las personas estén preparadas para enfrentar nuevos y diversos desafíos para aprovechar las oportunidades que les entrega la vida. Yo vengo de un mundo un poquito estructurado, pero con el tiempo me he ido convenciendo que hay que ser más abiertos, más flexibles y tolerantes para aceptar la diversidad y lograr la integración que necesitamos para tener una mejor convivencia y calidad de vida. Todos tenemos una vocación y una pasión: la mía la medicina y la radio. Uno debe ser feliz con lo que hace y yo he encontrado mi plena realización combinando estas dos actividades, porque en ambas me siento útil y eso es algo que, al final del día, me deja muy contento y satisfecho. Una persona feliz puede también transmitir esa felicidad a otras y el mundo podría ser mejor.

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