Dr. Luis Barrueto:
“Hay que recobrar eso que hemos perdido: la mirada integral hacia el ser humano”
El doctor Luis Barrueto Céspedes, especialista en enfermedades respiratorias infantiles y decano de la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad de Santiago de Chile (USACH) estudió medicina en una época en la que, como él confiesa, “el acceso a educación prácticamente era gratuita, en hospitales de alto nivel y con profesores que vivían en el hospital y por tanto trasmitían sus enseñanzas desde ahí”.
Luego de terminar sus estudios escolares en Estados Unidos, gracias a la posibilidad de acceder a un programa internacional, ingresó a estudiar medicina a la Universidad de Chile. Luego de su egreso, en 1976, fue médico general de zona en Molina, pero no pudo terminar su generalato.
Volvió a Santiago y fue contratado para trabajar en el Servicio de Urgencia del Hospital González Cortés. Posteriormente hizo rotación por consultorios periféricos, donde atendía a pacientes con riesgo biosocial alto. Trabajó en el Programa Pediátrico del Servicio Sur y fue jefe del Servicio de Pediatría del Hospital El Pino de San Bernardo, donde se encontró con el doctor Javier Mallol, quien creó el Servicio de Medicina Respiratorio Infantil o Brocopulmonar en ese sector.
Hoy, preocupado en consolidar fórmulas de colaboración con diferentes campos clínicos que tiene la Facultad de Ciencias Médicas de la USACH, conversó con SAVALnet.
- Doctor Barrueto, hace 30 años atrás para hacer medicina no se contaba con tantos recursos tecnológicos ni económicos como para adquirirlos como hoy, pero los médicos de antaño tenían un gran ojo clínico. Cuéntenos cómo recibió Usted esa influencia
- El profesor Rodolfo Armas Cruz fue uno de los médicos que me marcó durante mi periodo de formación. Él era un eximio profesor, creador de la cátedra de medicina interna en el Hospital San Juan de Dios. Vivía en la profunda convicción de lo que es el médico y de su posición ante la vida y los semejantes, con una gran solidaridad. Además de ser un médico muy dedicado desde el punto de vista humano, también lo era desde el punto de vista de la ciencia, era un hombre muy preparado con un alto grado de conocimiento. Se paraba en la sala de los pacientes y haciendo uso sólo de los sentidos, mirando la cara de los pacientes y olfateando se daba cuenta que en esa sala había un paciente con diabetes. Para él, el medico debía ocupar todos sus sentidos, todas sus capacidades mediante una buena conversación con el enfermo.
- Encuentra Usted que eso ha cambiado mucho. ¿Cuál es la reflexión que se puede hacer?
- Claro, el tema antes era que no había enfermedades, sino que enfermos. Si una persona tenía una dolencia, cualquiera que ella fuera, se exploraba en términos de diagnóstico, tratamiento y manejo integral tanto de ese paciente como de su entorno familiar. El médico tenía que entender que estaba frente a una individualidad, que no estaba ante un órgano enfermo y para llegar al diagnóstico, como todo está entrelazado de una u otra manera en la vida, había que mirarlo de manera global. No era el hígado enfermo, sino que era un paciente que tenía una afección al hígado; no era un pulmón enfermo, sino que un paciente que tenía una enfermedad pulmonar provocada, por ejemplo, por su trabajo desde hace 15 años en las minas del carbón. La historia te daba una mirada donde uno podía obtener una cantidad de información producto de la conversación y la semiología. A diferencia de hoy, donde yo te diría que es un enfoque orientado hacia el órgano afectado, por eso hemos creado especialistas y subespecialistas. Esa visión y ese enfoque era distinto, era más humano. Yo creo que lo que hemos ido perdiendo en la medicina es precisamente aquello. Hemos mejorado, tal vez, desde el punto de vista científico la precisión, la definición, pero yo no sé si el llegar a eso tendrá más valor que mirar al ser humano desde la integralidad. Si uno observa cómo nosotros fuimos formados y cómo nosotros estamos formando nos damos cuenta de estos aspectos, tal vez sería bueno poner nuestros esfuerzos en aquello.
- Siguiendo con el tema de la importancia de la formación de los futuros médicos. Nos podría contar llegó al decanato de la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad de Santiago de Chile
- La verdad es que yo estaba realizando mis funciones en medicina respiratoria infantil, muy motivado, en el Hospital El Pino. Estábamos en la etapa de escribir mucho de lo que habíamos investigado. Yo participaba haciendo algunas clases acá en la Facultad en el área respiratoria, formaba parte de algunos comités; era director de investigación de la facultad, o sea, tenía un vínculo fuerte con el Hospital, la Universidad y la Atención Primaria, porque teníamos la convicción de llevar los especialistas a la atención primaria, a los consultorios, en vez de que los pacientes se trasladaran al hospital. Ese era mi proyecto para los años 2007-2008 el potenciar la medicina ambulatoria. Estando en eso, pero habiendo participado tangencialmente en muchas actividades durante más de 10 años de la Facultad, sencillamente un grupo de académicos se me acercó y me dio su apoyo para el tema del decanato que asumí en enero de 2006. Cuando estos colegas me ofrecieron el desafío yo lo pensé varias veces, porque entendía que era un cambio de vida, pero entendí también que los desafíos son hermosos e interesantes. Ahora reconozco que en ese sentido he tenido muy buenos apoyos.
- Cómo ha sido este año a la cabeza de la Facultad de Ciencias Médicas
- Duro, es un compromiso las 24 horas al día y cambiar la parte clínica por la administrativa. Uno como clínico está acostumbrado a una retroalimentación con el paciente, pero los resultados en este cuento son distintos. Yo diría que ha sido un desafío no personal, sino que de grupo. Aquí hay un equipo conductor, bajo una cabeza clara que soy yo. Es un compromiso de, al menos, seis personas para mantener nuestra visión de lo que estamos formando: profesionales que deben estar vinculados estrechamente con la gente en los problemas prevalentes, entendiendo al ser humano en una concepción humanista.
- Y cómo buscan sacar adelante ese proyecto
- Creemos que para este proyecto tiene que haber una accesibilidad de aquellos que menos tienen. De hecho nuestra Escuela de Medicina es la más económica. Nosotros pensamos que si somos estatales y públicos tenemos una obligación de que exista el acceso de aquellos que, por razones económicas y con habilidades, no pueden estudiar la carrera. Entonces, en este sentido, presentamos un proyecto alternativo que es necesario en el país para mantener los equilibrios. Puede que lo hagamos bien o mal, pero estamos dejando todo el la cancha. Lo importante es la consolidación de un equipo, de dejar un plan estratégico definido, de marcar un norte y para allá vamos como Facultad, independiente de quienes estemos acá ya está definido el plan estratégico 2006-2010. Estamos acreditando la escuela de medicina; hemos mejorado en el examen médico nacional, del lugar onceavo pasamos al quinto; fuimos los mejores puntajes en pediatría y en gineco-obstetricia del país, por lo tanto yo creo que hay algunos hechos que apuntan a que efectivamente hay que seguir en esa línea. Por lo tanto, este año que ha sido profundamente enriquecedor, yo he aprendido mucho. He aprendido, que a veces el vaso está a menos de la mitad de lleno, pero te das cuenta que hay personas que te ayudan para ir llenando de a poco nuevamente el vaso.
- Usted mencionaba sobre este norte que se han marcado. A groso modo, qué elementos están buscando para llegar a ese objetivo
- Yo diría que si uno hace un análisis de fortalezas, oportunidades, debilidades y amenazas… debilidades tenemos varias y hay que priorizadas. Por ejemplo, la inestabilidad en los campos clínicos, porque hay una falta de claridad respecto a las políticas de relaciones entre los campos clínicos y las universidades. Tiene que haber una forma inteligente y racional para regular, porque aquí en este país hay espacios para desarrollar proyectos y así cumplir las necesidades de todos los segmentos de la población. En ese sentido yo diría que somos complementarios, pero hay que establecer un rallado de cancha, una normativa donde opere la racionalidad. Yo creo que las universidades estatales y públicas que contamos con menos recursos debiéramos tener, siempre en el marco de la eficiencia, la oportunidad de desarrollar nuestros proyectos y los nuestros tienen una mirada país que busca formar profesionales para las necesidades de las mayorías. Creemos en la formación de un médico más bien general y muy inserto en su medio. Hacia allá van los esfuerzos y eso es lo que tenemos que fortalecer, optimizando nuestra gestión, renovando compromisos, implementando infraestructura y mejorando los procesos de evaluación para ver cómo lo estamos haciendo.
- Ser, además, una Facultad de Ciencias Médicas relativamente joven también es una fortaleza…
- Por supuesto, es una gran fortaleza, porque nos da flexibilidad. Te permite soñar más. No está todo establecido ni hecho. Somos una Universidad que es amplia físicamente, te encuentras con otras facultades que desde sus respectivas especialidades nos pueden aportar a nuestro quehacer. Entonces cuando uno plantea que la relación de los campos clínicos, por ejemplo, no es más que con la facultad, sino que con la Universidad, estoy poniendo la inteligencia, el quehacer y la experiencia de todo un plantel educacional para el desarrollo de un hospital.
- Se comprometen así todos, Universidad y campo clínico, en la docencia de los futuros profesionales
- Exactamente. La idea es ser Universidad, con todo aquello que esta gran palabra involucra. Hoy los alumnos jóvenes son más inquisitivos y críticos, por lo que tienden a exigir respuestas, que repercuten en el paciente, pues va a ser él el que finalmente va a resultar beneficiado. Yo creo que sólo de esta forma, como el profesor Armas nos enseñaba, se puede mirar al ser humano en su integralidad inserto dentro de la sociedad.
