Dra. Irma Guajardo:
“En medicina familiar la relación médico-paciente es parte del tratamiento”
Cuando estaba terminando sus estudios de pregrado en la sede Sur de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile, más precisamente en el Hospital Barros Luco, a la doctora Irma Guajardo le interesó mucho ver cómo comenzaba a desarrollarse la implementación de la Medicina Familiar como área de especialización. “Después trabajé durante seis años en atención primaria, en la comuna de Peñalolén. Era un área que me encantaba”, recuerda. Por ese motivo, explica, cuando llegó el momento de especializarse, decidió seguir el camino que le permitiría convertirse en médico de familia.
- ¿Qué elementos destacaría usted de esta especialidad?
- Yo rescato el enfoque holístico y el modelo bio-psico-social en que se basa, ya que estos elementos permiten mirar a la persona como un todo, en todos sus aspectos. Para eso es necesario considerar a la familia, lo laboral, la salud mental y sus relaciones personales. En un primer momento, sentí que siguiendo este camino no estaba tomando una especialidad parcial, sino una opción integradora de la persona. Me gustó esto de ver niños, adultos, ancianos y tratar de entender al ser humano en su conjunto. Estamos hablando de una especialidad que se centra más en la persona, que en una edad o una parte del cuerpo humano y, por otra parte, es un área que está dirigida a los cuadros más frecuentes de todos los grupos etéreos, característica que la Medicina Familiar comparte con la labor que se realiza en la atención primaria.
- ¿Cuáles son las principales áreas que debe enfrentar un médico de familia en la atención de pacientes?
- Lo que se está viendo a nivel país y que en la atención primaria se ve más aún, es el incremento de las enfermedades cardiovasculares, así también enfermedades crónicas como la diabetes, es decir todo lo que tiene que ver con los estilos de vida. Aquí juega un rol central la promoción en salud, que es un área muy importante de nuestra especialidad. Por otro lado, estamos viendo una mayor prevalencia de problemas de salud mental con un predominio de cuadros depresivos y, en segundo lugar, trastornos ansiosos. Esto es un reflejo claro de la sociedad moderna, que plantea estilos de vida poco solidarios, más individualistas, con largas jornadas de trabajo y escaso tiempo para la familia.
- ¿Cómo se formó la Sociedad Chilena de Medicina Familiar y cuál ha sido su rol en este organismo?
- Estamos hablando de una especialidad en la que se habían formado sólo un par de médicos en los años ’80, pero que comenzó nuevamente a funcionar como tal en 1990. Yo comencé la especialización en 1992 y, ese mismo año, la sociedad fue formada por los primeros médicos de familia y los becados del área que habíamos en esa época. El hecho de formar esta sociedad nos permitió organizarnos, establecer estrategias para difundir la especialidad y fortalecernos. Como era un área incipiente, había mucho entusiasmo y todos considerábamos que teníamos que participar. De hecho, yo me recibí como especialista en 1995 y en 1998 fui presidenta de la sociedad. También es importante señalar que desde nuestra creación como organismo nosotros pertenecimos a la Confederación Iberoamericana de Medicina Familiar y ellos fueron una guía importante. Eso permitió que más adelante nos uniéramos a la Organización Mundial de Médicos de Familia.
- Dado que se trata de una especialidad incipiente ¿qué tan importante ha sido mirar el entorno internacional en esta materia?
- Muy importante. De hecho ya durante la formación se revisa la historia de la Medicina Familiar y las experiencias internacionales más destacadas, que son las de Inglaterra, España y Canadá, estos son los referentes que han permitido validar la especialidad.
- ¿Cuál es la labor del comité docente que usted coordina?
- Yo he formado parte durante ocho años de la directiva de la sociedad. Al principio nuestra labor se centró en que la especialidad fuera reconocida por la Corporación Nacional Autónoma de Certificación de Especialidades Médicas (CONACEM), lo que se consiguió en 2002 y, un año más tarde, surgió la inquietud de tener un comité de docencia para desarrollarnos un poco más y entregar aportes en el área. Esto nos ha permitido ofrecer cursos de capacitación a la atención primaria, iniciativas que están enfocadas a todo el equipo, pero principalmente a los médicos.
- ¿Qué tópicos abordan en estos cursos?
- Después de que la especialidad fue reconocida por CONACEM, durante dos años se pudo certificar a los especialistas sin dar examen, pero sí reuniendo una serie de requisitos de capacitación. Por ello, nuestra primera labor fue ofrecer cursos para ayudar a esos médicos de la atención primaria a certificarse como especialistas en medicina familiar. Por ello nuestros esfuerzos docentes se centraron en tópicos como “Salud y familia”, “Gestión en atención primaria”, “Patologías frecuentes para el médico de familia” y “Geriatría”.
- En esta última década, ¿ha aumentado el interés por seguir esta especialidad?
- Aunque ha ido aumentando, ha sido un proceso lento. El aumento se debe en parte a que en los últimos años se ha dado un mayor énfasis durante el pregrado a la atención primaria y a la medicina familiar. Pero creo que para ser una especialidad que resulte atractiva de seguir, aún faltan incentivos económicos, de capacitación y de otro tipo. Porque en el plano de las remuneraciones, por ejemplo, a nivel de la atención primaria no existe una diferenciación entre un médico general y un profesional del área de la familia, y ese es un aspecto que también es considerado al momento de optar por una especialidad u otra, lo que hace de la medicina familiar un área poco atractiva. También nosotros tenemos el desafío de lograr una mejor difusión de la especialidad. Pero sin duda hay muchos elementos positivos que han contribuido a este interés creciente por la especialidad, como es el trabajo de organizar todos los años un congreso, lo que hemos venido haciendo desde 1999. También nuestros cursos están muy bien evaluados y contribuyen a mostrar los muchos aspectos positivos del área. De hecho, hay unos 400 médicos de familia en el país, pero quisiéramos que fueran más, porque es necesario.
- Para los médicos generales o internos que están terminando el pregrado y pudieran interesarse en esta área ¿cuáles diría usted que son las condiciones que debiera tener un profesional para dedicarse a la medicina familiar?
- Primero deben manifestar interés y amor por la atención primaria, es decir, mucho espíritu de servicio. Asimismo, tener aptitudes para el trabajo en equipo y motivación por esto que tiene que ver con las raíces de la práctica de la medicina, al abordar a las personas de forma integral. Por ello es importante tener la capacidad de establecer una buena relación médico-paciente.
- Entonces la relación médico-paciente es un elemento muy importante…
- Sí, es fundamental. El estudio de la especialidad considera bastante capacitación en entrevista clínica y en relación médico-paciente. Porque para la medicina familiar la relación médico-paciente es parte del tratamiento.
- ¿Qué desafíos tiene la medicina familiar a futuro?
- Soy optimista y creo que el futuro de la especialidad va a ser bueno. Pero sí vamos a tener que hacer muchas cosas, porque va a ser un trabajo lento y no siempre contamos con toda la participación y el entusiasmo que quisiéramos. En el corto plazo, debemos difundir más nuestra especialidad en el ámbito de la salud, pero también hacia la población en general. También es necesario crear estrategias que motiven más a los profesionales a seguir esta especialidad y, por último, con las autoridades ministeriales o el sector privado, articular algún sistema que permita establecer mayores estímulos laborales para los especialistas del área.
