Hija de inmigrates españoles, Paula Peláez nació en 1911 y, pese a la oposición de su padre, decidió estudiar Medicina en la Universidad de Chile. “En esa época, fines de los años 20, era muy mal visto que una mujer quisiera ser abogado, ingeniero o doctora. De hecho, mi padre quería que yo fuera profesora y cuando salí del colegio entré a estudiar Ingeniería y, luego, me cambié a Medicina, donde mi generación estaba compuesta por 200 hombres y sólo 17 mujeres”, cuenta.

Tras recibir su título médico-cirujano en 1939, comenzó a trabajar en Chillán, ciudad que había sido afectada por un debastador terremoto.

Se dedicó a la endocrinología, licenciándose en Salud Pública, y fue la primera chilena en realizar una beca en Adolescencia en Estados Unidos, cuando recién se iniciaba en la especialidad.

Durante su larga trayectoria ha colaborado desinteresadamente, en diversas instituciones como la Asociación de Organizaciones no Gubernamentales, la Agrupación de Señoras de Socios del Instituto de Ingenieros de Minas de Chile, fue presidenta de la Asociación de Mujeres Universitarias en los años 50, presidenta de la Agrupación Médica Femenina en la misma época y miembro del Consejo para Jóvenes de Alto Riesgo del Hogar de Cristo.

Contratada como “Profesora de Plan Variable” por el Ministerio de Educación, entre 1951 y 1957, se desempeñó en el Liceo Nº 1 de Niñas de la Santiago. Ya por entonces, la doctora Peláez se había convertido en una defensora de la idea de que la salud escolar compromete a los profesores, a la familia y a los profesionales de salud, trabajando juntos con un interés real por la persona, con una preocupación integral y humana hacia los jóvenes.

Siguiendo este convencimiento, la profesional siempre se ha desempeñado en el área pública, además, fue asesora regional de UNESCO para programas de Educación Sexual en la década de los 70, otro tema más en el que fue pionera en el país.

Por esos mismos años, la doctora Peláez fundó el Centro de Atención Integral al Adolescente (CAIA), iniciativa destinada a escolares de bajos recursos de la comuna de Ñuñoa y que opera hasta hoy gracias al trabajo voluntario de un equipo de trabajo multidisciplinario, que desarrolla su labor bajo los conceptos que la doctora Peláez ha promovido sobre la Salud Escolar, ámbito del cuál ella ha sido una de las pioneras en Chile, resultando aún novedoso para amplios sectores de la sociedad.

Asimismo, para divulgar su experiencia en la materia y dar a conocer su historia de vida, la profesional ha escrito varios libros, entre los que destacan “El Adolescente y Usted”, “Una vieja afortunada”, “Cómo contestar preguntas de educación sexual para los más pequeños”, “El adolescente y sus problemas”, “El Adolescente Escolar en Conflicto” y “Los Adolescentes, ¿Tierra de nadie?”.

Con estas obras, la doctora Peláez siempre ha querido destacar la despreocupación o el abandono en que los jóvenes se encuentran. El enfoque que ella tiene sobre los adolescentes, está marcado por el concepto de integralidad, en el sentido de plantear una aproximación bio-psico-social hacia el joven, a través de equipos multi e interdisciplinarios.

Así, plantea el concepto de adolescentes integrales e integrados: integrados a una familia, a una sociedad compleja y cambiante y a una cultura llena de desafíos.

En este sentido, la valorización que hace de la escuela es prioritaria, tanto por su componente preventivo -la profesional destaca el deterioro del rendimiento escolar como un signo de alarma para la detección precoz de los problemas de conducta- así como para evitar que los comportamientos de riesgo se transformen en alto riesgo, estimulando la derivación oportuna de los casos que lo requieran.

Ambos componentes antes mencionados, es decir la integralidad de la atención y el valor de la escuela, son aspectos que han estado permanentemente presentes en la atención de salud que realiza la doctora a los adolescentes y que ha traspasado a sus discípulos y discípulas, siendo el eje del modelo de atención que se efectúa en el CAIA.