Dr. Leonardo Ristori:
“Más que una actividad, la urgencia es una forma de vida”
Cuando todavía estudiaba Medicina en la Pontificia Universidad Católica, Leonardo Ristori llegó a trabajar a la Posta Central. Han pasado tres décadas y sigue allí, ocupando desde 1993 el cargo de director del emblemático establecimiento que, tras un complejo proceso de planificación estratégica, fue rebautizado como Hospital de Urgencia Asistencia Pública “Dr. Alejandro del Río”, HUAP.
“Fue mucho más que un cambio de nombre, fue un cambio en la manera de trabajar, de hacer las cosas, de asumir y definir responsabilidades”, explica el doctor Ristori. Agrega que lo más importante fue haber convertido a una posta en un hospital. “Esta era la Posta Central, ahora es un hospital con servicios donde se manejan las patologías de acuerdo a normas y a una planificación de la labor que se realiza. Ese tipo de cosas la gente no las nota a simple vista”.
Desde el punto de vista médico, el profesional explica que las modificaciones fueron muy profundas. “Cambió todo, partiendo por la inversión en tecnología, ya que ahora compramos maquinarias pensando en los cuadros que debemos abordar. También, cuando hacemos guías clínicas las desarrollamos orientadas a las patologías que nosotros atendemos. Por ejemplo, en ellas no hablamos del tratamiento de la úlcera, pero sí de la peritonitis. Así como nos interesa especializarnos en algunas materias en las cuales queremos ser los mejores, hay otras áreas que no tienen la complejidad que el capital amerita, en las que no vamos a perder nuestros recursos, ni tiempo del personal”, enfatiza.
El doctor Ristori explica que la planificación estratégica que comenzó a implementarse a principios de los ’90, ha sido un proceso bastante complejo para el establecimiento. “Este hospital llevaba varias décadas trabajando de una manera y, en los últimos años, se empezaron a concretar cambios que son trascendentes en la manera de enfrentar las cosas, por eso los hemos ido desarrollando de forma gradual, primero porque alguien tiene que asumir lo que vamos a dejar de hacer y, segundo, porque hemos tenido que modificar una cultura interna que es muy fuerte. Pero, pese a la resistencia y desconfianza que a veces generan estos temas, estamos poniendo en práctica una manera distinta de hacer las cosas”.
- ¿Qué hitos diría que han sido importantes en este proceso de cambio?
- Ha habido cosas que en su minuto fueron llamativas, como cuando a principios de los ’90 hubo que construir un nuevo helipuerto. Pero otros hechos que pasan desapercibidos para la gente han revestido mucha más importancia, como el proceso de planificación estratégica que fue muy novedoso para esa época.
- ¿En qué aspecto?
- En esa planificación se declaró la misión de este hospital, señalando que debía ser un instituto especializado en patologías de urgencia y cuadros de mayor complejidad. Este proceso además permitió que hoy nos pongamos la Reforma de la Salud como un traje a la medida, porque hace 10 años definimos muchos de los procedimientos que allí se exponen. Hay que aclarar que aún no hemos llegado a la meta, pero sin duda hemos avanzado.
- ¿Cuáles son les temas que a su juicio deben solucionarse para alcanzar esa meta?
- Falta aunar voluntades internas y que la red de urgencia de la Región Metropolitana se adapte a esta idea, porque en términos prácticos en algunas áreas tendríamos que asumir una mayor cantidad de pacientes y derivar a otros establecimientos algunos de los procedimientos que en la actualidad asumimos. Pero hemos tenido grandes progresos que han marcado los servicios y el quehacer del personal, cambiando incluso la manera de comunicarnos.
- Sin duda, uno de los proyectos más significativos de la última década es la puesta en marcha del Servicio de Atención Médica de Urgencia (SAMU) que depende desde 1995 de este hospital, iniciativa que ha requerido una gran capacidad de coordinación con otras instituciones…
- Sí. De hecho ha sido notable la integración que hemos logrado con bomberos y carabineros en el ámbito de la atención pre hospitalaria y eso parte de una muy buena disposición para sentarnos a conversar.
- Y ¿Cuál ha sido el resultado de esta relación?
- Todo comenzó cuando nos reunimos con los directores del cuerpo de Bomberos de las comunas de Santiago y Ñuñoa y con jefes de Carabineros, encargados por el alto mando, para definir un manual de operaciones, texto donde se especificaba cuáles eran los roles y qué es lo que debía hacer o no hacer cada uno. Ese esfuerzo dio origen al Manual de Procedimientos Multi Institucional y, lo que en un principio parecía una cosa bastante aislada, fue tomado por la Comisión Nacional de Seguridad de Tránsito (Conaset) con el objetivo de desarrollar un documento que sirviera para todo el país. Esto se tradujo en el Manual ABC (Ambulancias, Bomberos, Carabineros), texto que fue refrendado por varios ministerios y que en la actualidad prácticamente tiene fuerza legal, formando parte de la capacitación de nuestro personal, de la capacitación de carabineros y de la formación de bomberos.
- ¿Qué destacaría de esa experiencia?
- Fue muy novedoso que estas organizaciones que se encuentran en las emergencias pero que dependen de ministerios y jefaturas distintas, redactaran juntos un manual de procedimientos. Incluso delegados extranjeros de lugares como Colombia y Ecuador nos han pedido el documento para replicar la experiencia en sus países. Sólo a partir de ese tipo de hechos uno nota la importancia de la labor que se hizo.
- Con todo lo que se ha avanzado, ¿cree que hay algún ámbito especial que deba mejorarse al interior del HUAP?
- Un tema en el que estamos trabajando en este hospital y debemos mejorar aún más, es el trato en términos humanos. De hecho, es lo que genera más reclamos, pues aunque la persona vea aliviada la dolencia que la trajo hasta aquí, algunas veces en ese proceso se siente pasada ha llevar. Por eso nosotros debemos recordar que los pacientes y sus familiares mantienen la sensibilidad y no les gusta ser tratados como caso. Este es un área en que debemos avanzar, porque hay cosas que son parte de nuestra rutina, pero que para los pacientes y sus familias son quiebres biográficos importantes.
La impaciencia como virtud
Cuenta que entró a estudiar Medicina porque admiraba a su padre, el doctor Conrado Ristori, quien además de ser consultor en temas epidemiológicos de la Organización Mundial de la Salud, fue uno de los fundadores del Servicio Nacional de Salud.
“Si tuviera que elegir nuevamente volvería a estudiar Medicina, tal vez con más convencimiento que cuando comencé, porque soy un enamorado de esta carrera. Es una profesión que permite a las personas desarrollarse en una amplia gama de cosas interesantes, al mismo tiempo que da la oportunidad de alternar con la gente y conversar con personas distintas todos los días. No se trata sólo de ayudar a las personas, sino de una forma de ser trascendente en la vida de otros y eso es muy grato. Esta es una carrera que tiene muchas recompensas, muchas más que las económicas”, dice el doctor Leonardo Ristori.
En opinión del director del HUAP, en cuanto al pregrado hace falta una mayor profundidad en la formación tanto en el área de la atención primaria, como en la atención de urgencia. “Es un campo que estresa mucho a los profesionales jóvenes. A diferencia de otros ámbitos donde hay más tiempo para observar a los pacientes, aquí es necesario tomar las decisiones en forma rápida y, aunque no es cierto que todo es de vida o muerte, las equivocaciones sí pueden tener consecuencias muy negativas”, aclara.
El doctor Ristori explica que aún hay muy pocos médicos interesados en formarse como emergencistas. “Son profesionales que tienen un amplio campo de acción en este hospital, en el SAMU y en los servicios de urgencia de todo Chile. Además, hay que destacar que es un área con remuneraciones que pueden ser atractivas y horarios interesantes que se completan en forma cómoda si se asume el sacrificio de los turnos de noche. Sin embargo, en la actualidad nos encontramos con servicios de urgencia donde trabajan internistas o cirujanos que deben atender cuadros que no dicen relación directa con su área de especialización, pero de todas formas tienen que hacerlo bien. En cambio, sería ideal si contáramos con más emergencistas, preparados específicamente para afrontar el tipo de cuadros que se tratan en un servicio de esta naturaleza. Después ellos podrían hospitalizar a aquellos pacientes que así lo requieran, para que queden a cargo de los especialistas que corresponda”.
- ¿Y qué características debería tener una persona que quiera especializarse en el área de las urgencias?
- Más que una actividad, la urgencia es una forma de vida y los que trabajamos en esta área tenemos una cierta aceleración intrínseca. De hecho, si alguien quiere seguir esta especialidad debe ser un poco impaciente, aquí la impaciencia no es mal vista. No puede ser una persona cómoda, sino alguien que esté dispuesto a postergar ciertas cosas para sumir una responsabilidad y hacerlo bien. Tampoco puede quedar destruido después de un turno de noche, sino que debe ser capaz de soportar una jornada de trabajo prolongada sin bajar la guardia y sin enfermarse por eso. Alguien que no soporta este ritmo, no puede trabajar en un servicio de urgencia.
Por Paloma Baytelman
