Dr. Ernesto Aránguiz Santander:
“El tema trasplante, hace un tiempo, está generando un interesante debate”
Uno de los procedimientos médicos más destacados del siglo XX fue el primer trasplante de corazón realizado en 1967 por el médico sudafricano Christian Barnard, no sólo por el significado terapéutico de la intervención, sino también por las repercusiones para el conocimiento de nuevos aspectos del universo biológico humano.
Un año más tarde, el 28 de junio de 1968, el doctor Jorge Kaplán obtuvo el reconocimiento internacional al replicar dicha hazaña y convertirse en el segundo cirujano en el mundo en realizar un trasplante de corazón y, obviamente, el primero en Chile.
Desde aquella intervención ya han pasado 44 años, llenos de historias, avances y un legado que los discípulos del doctor Kaplán se han propuesto seguir traspasando a las nuevas generaciones que se forman en el Hospital Dr. Gustavo Fricke, donde el padre de las cirugías cardiacas creó un equipo de trabajo que generó un programa que posicionó al establecimiento como Centro de Referencia Nacional de Trasplante.
El doctor Ernesto Aránguiz Santander, Jefe del Servicio de Cirugía Cardiovascular del recinto desde 1994, tuvo la suerte de trabajar más de 30 años junto a “don” Jorge, como él lo llama, de quien aprendió mucho. “Él era un maestro, de esos de verdad. No solamente, por sus competencias médicas y científicas o su creatividad, sino que también por su gran capacidad de entrega y enseñanza, algo que en medicina es muy importante, porque los verdaderos maestros son aquellos capaces de traspasar generaciones”.
A juicio del profesional, que estudió medicina en la Universidad de Chile de Valparaíso y se especializó como cirujano cardiovascular en la Universidad Católica de Lovaina en Bélgica, el doctor Kaplán dejó un tremendo legado. “Nosotros aspiramos a continuarlo, independientemente de quién esté a cargo del Servicio o del Programa. Hacia eso van dirigidos nuestros afanes”, confidenció el especialista.
Ser la cara visible del Programa de Trasplante del Hospital Gustavo Fricke, que se formó como tal en 1998, lo llena de honor y orgullo, algo que como equipo “asumimos con mucha humildad, porque nuestro gran respaldo y apoyo es tener detrás la figura de un hombre como el doctor Kaplán, importante no solamente por lo que él significó como médico, sino sobre todo por lo que él era como persona”.
A cargo del equipo y el centro con mayor experiencia del país, que ya ha efectuado 70 intervenciones quirúrgicas de este tipo, el doctor Ernesto Aránguiz nos recibió en su oficina para conversar sobre los logros y el trabajo de quienes se han empeñado en conseguir que un hospital de provincia, en una ciudad como Viña del Mar, se haya instalado como centro nacional para la cardiocirugía y, particularmente, para el trasplante cardiaco.
- Doctor, para empezar, me gustaría que nos contara ¿quiénes fueron los pioneros de la cirugía de trasplante cardiaco en la región?
- Cuando hablamos de la región, en general, lo hacemos para referirnos a Sudamérica, ya que el doctor Jorge Kaplán, al año de haberse realizado el primer trasplante de corazón en el mundo, desarrolló lo mismo acá en Viña del Mar, cuando las características técnicas eran muy diferentes a las actuales. Posteriormente, en el país también hubo un relanzamiento del trasplante cardiaco en la Universidad Católica con el doctor Sergio Morán; lo mismo hizo el doctor Eduardo Becerra en el Hospital Gustavo Fricke, que ya en Sudáfrica había tenido una acción importante a principios de los 90’; y en la Universidad de Chile hubo un gran desarrollo con el doctor Jaime Zamorano. A ellos, se han sumado algunos profesionales que se han ido del país y otros que han llegado, como el doctor Michael Howard de la Clínica Alemana o el doctor Mauricio Villavicencio del Hospital del Tórax; y los doctores Pedro Bécquer y Cristián Baeza de la PUC. O sea, se han ido conformando distintos grupos de trabajo en el tiempo, porque –y esto es muy importante de recalcar- desarrollar trasplante cardiaco es una tarea compleja, que requiere no solamente de personas, sino que de grandes equipos de trabajo.
- ¿Cuáles son los recuerdos que usted tiene del doctor Jorge Kaplán?, considerando que usted trabajó muchos años a su lado.
- Personalmente, yo comencé a trabajar con el doctor Kaplán en 1981. Él ya era “don” Jorge Kaplán en ese entonces, pero en la práctica fueron cerca de 30 años los que compartí con él. Él era un maestro, de esos de verdad. No solamente, por su capacidad y creatividad, sino también por su gran calidad técnica, en el ámbito de la cirugía. Él era un creador, tenía una gran capacidad de entrega y de enseñanza, algo que en medicina es muy importante, porque los verdaderos maestros son aquellos capaces de traspasar a las otras generaciones y don Jorge dejó un gran legado. Nosotros, en este momento, aspiramos a que ese legado continúe y trascienda, independientemente de quién esté a cargo del Servicio o del programa. Hacia eso van dirigidos nuestros afanes. De hecho, nosotros somos un centro formador de cirujanos cardiacos, de cirujanos que hacen trasplantes cardiacos también acá y eso nos permite cumplir –en parte- con la misión que nos ha dejado el doctor Kaplán.
- Uno de los procedimientos médicos más destacados del siglo XX fue el primer trasplante de corazón realizado en 1967 por el médico sudafricano Christian Barnard, no sólo por el significado terapéutico de la intervención, sino que también por las repercusiones para el conocimiento de nuevos aspectos del universo biológico humano. En ese momento, usted en qué estaba… alguna vez se imaginó que estaría haciendo lo mismo décadas más tarde.
- Buena pregunta. El año 1967 yo tenía 13 años, estaba en la secundaria y me acuerdo perfectamente de ese acontecimiento. Yo no sé, en este momento, con qué me permitiría comparar ese evento, porque actualmente la medicina, la ciencia y la tecnología han avanzado mucho y rápidamente. Estamos hablando de una época en la que no existía el televisor a color, imagínese usted lo que es colocarse en esa instancia y decir que en el mundo se hizo un trasplante cardiaco, es como decir que el hombre llegó a Júpiter. Fue una cosa extraordinaria, algo que no cabía dentro de la lógica. Por otra parte, nuestro país, en ese entonces, no tenía la potencialidad que tiene hoy: un país emergente que ha tenido una serie de éxitos. En ese entonces, era una nación alejada del mundo, como decían algunos poetas, “un país sujeto a la Cordillera para no caerse al mar” y, a poco menos de un año de esa maravillosa experiencia, aparece un doctor, que se llama Jorge Kaplán, que repite la hazaña. En realidad, fue un hecho impresionante. Si el trasplante cardiaco en el mundo fue un hecho mediático y extraordinario, el que un chileno haya sido capaz de hacer lo mismo fue realmente algo que llenó de orgullo a la nación entera, fue un hito súper importante. En lo personal, yo toda mi vida quise ser médico, así que la medicina estaba dentro de mis objetivos desde ese entonces también. En esa época yo ya me veía como doctor, a lo mejor como cirujano, pero llegar a hacer un trasplante cardiaco, lo veía como algo extraordinario. Pero en la vida se van dando las cosas en forma sucesiva, y uno a veces no se da ni cuenta cómo van llegando. Cuando uno tiene que subir tres pisos lo debe hacer subiendo peldaño por peldaño y cuando llegaste al tercer piso, casi lo hiciste sin darte cuenta, es parte del proceso. Así que, en realidad eso que parecía tan extraordinario en un momento dado, se dio cómo tenía que darse: con la naturalidad que corresponde a estos tiempos.
- Así como al doctor Kaplán lo marcó María Elena Peñaloza, la joven costurera a la que trasplantó… usted recuerda a su primer paciente trasplantado.
- Sí, tengo a todos mis pacientes en la mente. De hecho, en mi oficina tengo algunas fotografías con algunos de ellos. No sólo recuerdo al primero, en realidad, nosotros como equipo hemos realizado 70 trasplante, tres de pulmón y el resto de corazón. Yo conozco a cada uno de ellos con nombre y apellido, no solo yo, sino todo el servicio, porque forman parte de nuestra familia. Ellos siguen viniendo permanentemente a control, tenemos que estar chequeándolos con regularidad, así que los vemos seguido. Cada uno de ellos representa un gran trabajo. Uno llega a una meta final, que es salvar y mejorar la calidad de vida de una persona, pero detrás de eso hay todo un proceso, donde no solamente estoy yo, hay todo un grupo de profesionales participando. Se han incorporado cirujanos cardiovasculares más jóvenes como los doctores Andrés Vera, Julio Ibarra y Manuel Novajas, quienes también han hecho trasplantes cardiacos y han llegado a hacerlo siguiendo este proceso. Además nuestro grupo lo conforman los doctores Oneglio Pedemonte, Lorenzo Merello, Humberto Torres, Javier Alburquerque, José Antonio Muñoz y muchos otros que constituyen un gran equipo.
- El 28 de junio de 1968, en el Hospital Naval, el doctor Kaplán realizó el primer trasplante de corazón en el país. Desde entonces, podría señalarlos ¿cuáles han sido los hitos alcanzados a lo largo de la historia de los trasplantes en Chile?
- Desde que comenzaron los trasplantes, desde el punto de vista quirúrgico, todo estuvo impecable tanto en la técnica que empleó el doctor Barnard como la del doctor Kaplán, que tenía algunas modificaciones propias para Chile, que fueron muy imaginativas. Ambos realizaron un trabajo impecable, que podemos catalogar como éxito total. El problema radicó en que no existía un método eficaz para solucionar el tema del rechazo. Esa fue la gran dificultad y, por lo tanto, esto que comenzó a fines de los 60’ y trató de seguir dentro de los 70’ empezó a apagarse, porque el rechazo era el gran enemigo que hacía que la sobrevida de los pacientes trasplantados, en promedio, no fuera más de un año, en algunos casos se llegó a tres, por lo tanto muchos centros que partieron con estos programas los suspendieron y solamente algunos pocos, en Sudáfrica y Estados Unidos siguieron con el tema. A principios de los años 80’ apareció una droga particularmente dedicada al rechazo que fue la Ciclosporina, un medicamento que, asociado a otros, permitió combatir de manera eficaz el rechazo. Fue en esa época cuando comenzó nuevamente el boom del trasplante cardiaco hasta hoy. Actualmente, la Sociedad Internacional de Trasplante de Corazón y Pulmón, entidad a la que nosotros pertenecemos como Hospital, reporta del orden de los cuatro a cinco mil trasplantes por año en el mundo. Esta droga fue trascendente para el crecimiento y desarrollo del trasplante en general. Por otra parte, en este periodo también han ido mejorando otros medicamentos; la protección cardiaca; las técnicas quirúrgicas y las máquinas de circulación extracorpórea, que asumen la función de corazón y pulmón. Todo eso se ha traducido en avances que permiten que, en este momento, la sobrevida de un trasplante sea mucho mejor que en los primeros años.
- ¿Cuál es la realidad actual de los trasplantes en Chile?
- Yo diría que los centros que están realizando trasplantes, en general, tienen resultados muy parecidos a los internacionales. En este momento el principal riesgo de muerte entre los pacientes trasplantados está en el primer año y, particularmente, en los primeros tres meses. Ese es el período más delicado y, en general, la sobrevida de nuestro centro –y también de algunos centros del país- el primer año ésta alcanza entre un 85-88 por ciento y de ahí, más o menos, la mortalidad va del orden del 3,4 por ciento por año. De tal manera, se estima que el 50 por ciento de los pacientes trasplantados sobreviven 11-12 años post-trasplante, eso es lo que se conoce como vida media, que –en el fondo- es un buen número, si consideramos que estas personas estaban destinadas a la muerte dentro del año y algunos antes que eso incluso. Entonces, hay un rescate importante de personas que han podido vivir toda una vida y que la siguen viviendo. Nosotros tenemos pacientes de nuestra primera época que, gracias a Dios, todavía nos acompañan. Esos resultados son muy buenos por cierto.
- A su juicio, ¿en qué temas faltaría trabajar un poco más?
- Yo diría que nos falta avanzar un poco en dos grandes temas: la procura, para tener más corazones disponibles; y la pesquisa, porque debe haber en nuestro país, pacientes que pueden ser beneficiados con trasplantes, pero que no se han diagnosticado adecuadamente en su momento, para que así nos acerquemos a las tasas internacionales de trasplantes, que deberían ser del orden de cuatro a cinco por millón de habitantes. Chile ha avanzado en este último año. Generalmente, se estaban haciendo del orden de los 18-20 trasplantes de corazón por año. El año pasado se hicieron más de 30, lo que marcó un hito, pero hay que ver qué pasa este año, porque –hasta el momento- ha sido irregular, pero, si se mantiene en esa cifra, significa que estamos mejorando en cuanto a la pesquisa. En cuanto a la procura, bueno ese es un tema que ha sido arduamente conversado. Nosotros somos de la convicción de que hay que conversarlo en la familia, para que exista claridad de las posturas de cada integrante frente a este tema y que ojalá, sea cuál sea esa postura, al momento de enfrentarse a la situación se respete, porque independientemente de lo que diga la ley, siempre se le pregunta a la familia, aquí y en todas partes del mundo. España es un país que está catalogado como el campeón mundial en este tema y tiene una ley muy parecida a la nuestra. Ellos son los que más trasplantan, los que más procuran, es decir, los número uno, y también consultan a las familias. Yo creo que tiene que haber una cultura nacional destinada a esto. Por otra parte, no solamente es responsabilidad de la familia, sino que también de nosotros, de los centros hospitalarios, tanto públicos como privados, que ante la posibilidad de tener un potencial donante seamos capaces de darle los cuidados necesarios para que esa persona que falleció pueda ser donante, porque hay que mantener un cierto cuidado para que sus órganos pueden ser útiles, especialmente para órganos tan sensibles como el corazón. Entonces hay que hacer todo un trabajo, que se está desarrollando en forma lenta y progresiva, si esto se logra, nos permitirá mejorar y llegar a cifras que nos acerquen a un nivel intermedio.
- ¿Qué opinión tiene usted sobre el uso de corazones artificiales y los xenotrasplantes en la medicina?
- En este momento el tema de los xenotrasplantes en la medicina se ve como algo lejano, sin embargo, hay varias líneas de investigación con respecto al corazón. El ideal sería conseguir corazón artificial óptimo, de tal manera de que así como cambiamos una válvula, seamos capaces de cambiar un corazón. Los corazones artificiales que existen son de soporte por periodos cortos o para terapias de destino. Otro nivel de investigación tiene que ver con lo que se denomina “tolerancia” que en vez de trabajar con drogas inmunosupresoras, que son las que usamos actualmente para el rechazo que tienen el inconveniente que bajan las defensas y hace que las personas sean susceptibles a infecciones y tumores, lo hagamos con una línea distinta de medicamentos que generen lo que se llama “tolerancia” del órgano trasplantado, de tal manera de que en el fondo, sin perder las defensas a nivel organismo para todo el resto de los órganos, solamente aprenda a reconocer, en este caso, el corazón como propio o que no lo ataque. En este momento hay tejidos de animales que se utilizan en cirugía cardiaca, como válvulas que están hechas con tejido de bovino o porcino y que se someten a tratamientos especiales, y las líneas investigativas al respecto van por intentar la aceptación del corazón. El animal más parecido para reemplazar el corazón de una persona, en este sentido, es el cerdo. Si se lograran pasar todas estas etapas que tienen que ver con inmunología, con la tolerancia y con las infecciones ínter cruzadas, por supuesto que se llegaría a una condición ideal, porque podríamos disponer de corazones, así como disponemos de válvulas. Yo diría que, hace algunos años, había más esperanzas el respecto. Me da la sensación de que, este último tiempo, esa perspectiva ha ido bajando en intensidad, porque probablemente los desafíos y los obstáculos son mucho más altos de lo que se pensaba.
- ¿Cuáles son los desafíos futuros de la cirugía de trasplantes cardiaca?
- Yo creo que el futuro está en mejorar las técnicas de protección del corazón trasplantado. Me explico. Nosotros cuando tenemos un donante, supongamos en Santiago, un equipo tiene que viajar al establecimiento donde se encuentra el donante para detener la función de ese corazón y extraerlo. En el momento que nosotros paramos el corazón y lo sacamos, éste queda sin circulación, lo que se conoce como isquemia. Se le administran sustancias para protegerlo y se lo mantiene en frío mientras se hace el traslado. Luego llega a nuestro pabellón, donde se implanta y, finalmente se incorpora a la circulación general. Este es un momento mágico donde se aprecia un nuevo corazón que empieza nuevamente a latir, lo que hasta el día de hoy nos emociona. Ha pasado, sin embargo, una etapa en que ese corazón estuvo sin circulación y ese periodo no es gratis, mientras más tiempo pasa, más posibilidades hay de daño, con un periodo límite de alrededor de cuatro horas.
- Y cómo se hace entonces, por ejemplo, si se tiene una procura en Punta Arenas…
- No lo podemos hacer. Por eso que nosotros tenemos restringida nuestra procura. En el ámbito nacional entre las Regiones de Coquimbo y Biobío, siempre que contemos con apoyo aéreo, de tal manera que podamos cumplir con este plazo. Con apoyo terrestre sabemos que no podemos ir más allá de 150 kilómetros, tiempo que demora una ambulancia en llegar. Entonces toda la estrategia de procura está destinada a hacerla en un tiempo total que esté dentro de estas cuatro horas y eso significa una estrategia compleja. En un momento dado, nosotros tuvimos el apoyo aéreo de la Marina, lamentablemente ellos no disponen más de esa posibilidad, así que a través del ministerio de Salud se consigue apoyo aéreo cuando es necesario, pero tampoco es tan fácil, porque no todas las ciudades en Chile tienen aeropuertos o aeródromos adecuados. Algunos funcionan bien de día, pero no de noche. En realidad, el realizar un trasplante a nosotros nos toma alrededor de 12 horas en coordinar. Por eso, volviendo a la pregunta original, en la medida que pudiese avanzarse con las técnicas de preservación, de tal manera de que en vez de cuatro horas pudiéramos alargar ese tiempo de mantención a ocho, por ejemplo, obviamente que tendríamos muchas más ventajas. Nos permitiría, por ejemplo, como usted señala, ir a buscar un corazón a Punta Arenas. En este momento, nuestra principal desventaja es que estamos siempre contra el tiempo y, más encima, por razones que nunca he podido comprender. Casi siempre, las procuras y los trasplantes se hacen de noche, así que el equipo de procura parte como a la 01:00 ó 02:00 de la mañana para que comencemos a trasplantar como a las 04:00. Si tuviéramos la posibilidad de tener una protección eficiente de los órganos por periodos más largos, a lo mejor podríamos hacer esto en horarios más adecuados.
- A su juicio, que cambios generaron –desde el punto de vista de la donación de órganos- el caso Felipe Cruzat y la modificación a la ley de trasplantes, donde se establece que todos somos donantes universales.
- Si uno mira las cifras yo tendría que decir que no muchos. Pero debemos analizar el fenómeno más allá de las cifras. Yo tengo una sensación muy positiva y, en ese sentido, creo que la prensa ha hecho algo súper interesante: poner el tema en el tapete, lo que hace que se discuta dentro de la familia. Yo soy de los que piensa que hay que darle tiempo a esta discusión. Yo no esperaría resultados tan inmediatos. Veo cómo la gente joven se está comprometiendo con este tema y eso, en un momento dado, se va a manifestar. Y, en ese sentido, por supuesto que los casos emblemáticos han marcado un hito importante. Ahora, en lo personal, yo he sido contrario a la idea de publicitar las urgencias. Es más, de nuestros trasplantados, un tercio de ellos han sido realizados en urgencia y nunca hemos entregado esta información a los medios.
- ¿Por qué han tomado esa decisión?
- Porque, si bien es cierto estos casos han servido, también creo que, a veces, pueden ser contraproducentes, porque lamentablemente los donantes que nosotros necesitamos son personas que fallecieron. Entonces, en algunas personas, y me lo han manifestado en más de alguna oportunidad, se generan ciertas interrogantes, porque en el fondo lo que uno está pidiendo es que fallezca alguien para darle vida a otra persona. En Chile, la ley es súper clara para determinar cuándo hay muerte cerebral. Pero las personas no tienen porqué saberlo y pueden tener también ciertas desconfianzas. Entonces, es por eso, que nosotros hemos preferido mantener esto en reserva. Creemos que el tema trasplante y la donación debe manejarse como discusión al margen de estar colocando a una persona particularmente con cara, nombre y apellido.
- Por último doctor, de qué manera se puede estimular a la población a que tome conciencia de la importancia de ser donante.
- Yo creo que de la manera que lo hemos hecho. Conversándolo y discutiéndolo en familia y poniéndose en el caso. Qué pasaría si mi hijo, mi hermana, mi mamá, estuvieran esperando por un trasplante. Cómo me alegraría que hubiese un acto generoso en un momento tan difícil como es la muerte de un ser querido y poder disponer de esos órganos para darle vida a otra persona. Ponerse en el papel de los otros, siempre ayuda a pensar y tomar una posición clara al respecto. No hay que rehuir el tema, hay que compartir y respetar las decisiones. Sea cual sea, insisto. Si la familia escuchó que su familiar nunca tuvo la intención de ser donante se le respete y en sentido inverso también. Yo invito al debate, a que en familia se converse y espero que, con el tiempo, aprendamos a considerarlo como una alternativa terapéutica más.
