Dra. Rosario Alarcón Cabrera:
“Es importante mantener la práctica de la dermatología clásica”
El pasado martes 20 de marzo finalizó una nueva temporada estival en nuestro país, meses que, como es tradicional, estuvieron marcados por las vacaciones de la gran mayoría de los chilenos, quienes una vez más tuvieron en las playas del largo litoral su destino predilecto para reponer energías de cara a un nuevo año laboral. La postal volvió a repetirse: miles de turistas bajo el sol, en horarios poco prudentes y sin tomar las precauciones necesarias para evitar una exposición riesgosa a los peligrosos rayos ultravioleta, causantes del explosivo aumento de los índices de cáncer de piel de la población.
De acuerdo a estudios realizados por el departamento de Física de la Universidad de Santiago en conjunto con la Corporación Nacional del Cáncer, la mayor prevalencia de esta patología se concentra en la zona norte del país, aunque en las regiones sureñas la cantidad de casos también va en aumento. Las cifras indican que aproximadamente 200 chilenos mueren cada año como consecuencia del cáncer de piel, enfermedad que tiene tendencia al alza en todo el mundo. “Creo que este aumento se debe fundamentalmente al descuido con la fotoprotección y, pese a las numerosas campañas de prevención, a la falta de educación de la población frente al debilitamiento de la capa de ozono. Sin embargo, creo que aquí además existe una predisposición genética y una influencia del ambiente, ya que no sólo tenemos a los rayos UV como agentes carcinógenos, sino que también agentes químicos y biológicos. La etiología no está sólo en el sol”, comenta la doctora Rosario Alarcón, especialista del Servicio de Dermatología del Hospital Guillermo Grant Benavente y docente de la Facultad de Medicina de la Universidad de Concepción.
La dermatóloga fue directora de las pasadas Jornadas de Fotoprotección de Concepción, actividad realizada en la Facultad de Odontología de la Universidad de Concepción y que consistió en exámenes de piel y odontológicos a cerca de 250 personas que se acercaron en busca de un diagnóstico. “Nosotros pesquisamos cáncer de piel, de tipo no melanoma y melanoma, además de otras fotodermatosis, mientras que los odontólogos se dedicaron a detectar queilitis actínica, que es un daño en los labios producto de la acción de los rayos solares, para dar con lesiones malignas y premalignas”, explica la doctora Alarcón, quien ya cuenta con los resultados del screening.
De un total de 246 pacientes examinados, detalla, “se encontraron lesiones actínicas en 21 de ellos, de las cuales 16 correspondieron a queratosis y 5 a queilitis. Hubo 23 nevus atípicos -10 hombres y 13 mujeres-, correspondientes al 9,3 por ciento del total. Un 8,7% dice tener antecedentes familiares de melanoma”.
¿Y respecto de las lesiones malignas?
Encontramos 6 lesiones malignas, de las cuales 4 correspondieron a carcinoma basocelular (66,7%) y 2 correspondieron a melanoma (33,3%). Un 66,7% de estos pacientes permanecía expuesto al sol de manera prolongada durante el día, sólo un paciente tenía antecedentes de melanoma en su familia y un 83,3% dijo usar protección solar. La edad promedio de estas personas fue de 66 años, con un mínimo de 50 años y un máximo de 85. El 83,3% de las lesiones malignas se ubicaron en la cara, mientras que sólo una se ubicó en la extremidad superior (16,7%).
¿Qué conclusiones sacó al respecto?
Fundamentalmente que esta experiencia debe repetirse, porque pesquisamos carcinomas en personas que por diversos motivos no habían podido consultar tanto en sistema público como privado, y dos melanomas avanzados, uno de los cuales requirió amputación de un dedo de mano y el otro una extensa cirugía de cara. Podríamos ayudar a muchos pacientes que se encuentran a la espera de atención y así lograr un diagnóstico más oportuno que permita iniciar cuanto antes un tratamiento.
¿Qué otros proyectos está preparando?
Tengo muchas ganas de realizar unas jornadas de fotoprotección en Alto Bío Bío, ya que en estas zonas se presenta una patología que se llama prúrigo actínico o dermatitis actínica, que padecen fundamentalmente niños pertenecientes a los pueblos originarios latinoamericanos, quienes presentan molestos síntomas como prurito intenso y erosiones cutáneas de fácil sobreinfección. Claro que esta idea está por ahora en etapa de análisis.
¿La población tiene conciencia de la responsabilidad que tiene en el autocuidado?
Creo que existen dos grupos. El niño pequeño que está bajo la supervisión y cuidado de sus padres, quienes se encargan de crearles un hábito hasta llegar a la adolescencia. Luego está el joven despreocupado que quiere mantenerse bronceado sólo por moda o por imitar a un determinado personaje. Posteriormente, alrededor de los 25 años, las personas retoman una actitud preventiva, principalmente las mujeres que comienzan a preocuparse de las arrugas.
¿Cuáles son las principales patologías dermatológicas por las cuales se consulta a un especialista?
La psoriasis es un frecuente motivo de consulta en nuestros policlínicos. Lo mismo la dermatitis atópica, micosis especialmente de uñas de pies, queratosis actínicas y seborreicas, lunares y acné. Por supuesto, aunque no con la frecuencia de las anteriores, también está el cáncer de piel, que ha tenido un aumento explosivo durante los últimos años.
¿Cuál es su opinión respecto de la evolución de la dermatología en Chile?
Creo que ha sido muy buena, partiendo por la formación de los becados que se hace en Santiago, con programas en las universidades de Chile y Católica. Además es destacable la forma en que la dermatología ha ido paulatinamente interrelacionándose con otras disciplinas, lo que ha permitido aumentar su resolutividad de ciertas enfermedades dermatológicas que son reflejo de patologías sistémicas. El nivel de la dermatología chilena es muy bueno, estamos muy bien considerados en el extranjero y por lo mismo tenemos una activa participación en charlas o congresos que se realizan fuera del país.
¿Qué desafío tienen los nuevos especialistas?
En mi opinión creo que es muy importante que ellos mantengan la práctica de la dermatología clásica en primer lugar. En este sentido, hay una tarea clara de los docentes, que es volver a reencantar a la juventud con las dermatosis propiamente tales y luego, en segundo término, con aquellos procedimientos de embellecimiento de las personas, los cuales también son parte de nuestra especialidad. Por otro lado, tampoco hay que descuidar un capítulo de la dermatología que es la venereología. Se trata de una subespecialidad que para algunas personas su ejercicio puede resultar complicado, puesto que hay una serie de factores de difícil manejo involucrados en estas enfermedades, tanto físicos como emocionales y sociales.
La doctora Rosario Alarcón realizó sus estudios primarios en el colegio María Auxiliadora de Punta Arenas y en la Inmaculada Concepción, en la capital de la Región del Bío Bío. Egresó de la Universidad de Concepción y posteriormente realizó un postgrado de especialización en dermatología en Madrid, España. Durante dos períodos fue miembro del directorio de la Sociedad Chilena de Dermatología y Venereología, Sochiderm. Actualmente, es profesora asociada de Dermatología de la Facultad de Medicina de la Universidad de Concepción y parte del comité editorial de la Revista Chilena de Dermatología. “Cuando salí de la universidad fui médico general de zona en Florida y también trabajé en los consultorios Tucapel y Víctor Manuel Fernández, porque para mí siempre ha sido muy importante tener un contacto cercano con el paciente del área pública".
¿Por qué considera este aspecto tan relevante?
Simplemente porque creo y siento que uno puede ser muy útil, principalmente frente a patologías más severas, que dejan a los pacientes con menos posibilidades de acceso a especialistas. En el sistema público hay que jugársela mucho y se forman “redes de amigos” que tienen como finalidad intentar mejorar la calidad de vida de los enfermos. Además, me gusta mucho el contacto con los alumnos y poder transmitirles la experiencia personal.
¿Cuál es la capacidad de respuesta especializada que tiene el Servicio de Dermatología del Hospital Regional de Concepción?
Bastante buena, ya que contamos con tecnología de punta que nos permite óptimos diagnósticos. Realizamos dermatoscopía para la observación de lunares, carcinomas, tumores en general y otras entidades. Además podemos hacer seguimiento y llevar un registro de la evolución de las lesiones dermatológicas. También contamos con cámaras de puva y equipos de láser CO2, técnica para el tratamiento de arrugas y cicatrices profundas.
¿Qué aspectos deben mejorarse?
Estamos bien en cuanto a tecnología, pero no así en cuanto a horas médicas. También nos está faltando espacio físico. A veces se necesitan más manos, porque hay muchos pacientes en espera. Para mejorar en parte estos inconvenientes el Servicio de Salud tiene implementado el sistema de telemedicina, por medio del cual damos respuesta a pacientes de consultorios que se encuentran en red. Esto nos ha permitido hacer determinados diagnósticos a distancia, dar tratamientos y determinar casos complejos para dar preferencia en el sistema de otorgar horas.
