Dr. Enrique Paris Mancilla:
“Es poco probable que la contaminación nuclear llegue a Chile”
Nacido en la ciudad de Puerto Montt, el doctor Enrique Paris Mancilla, director de Centro de Información Toxicológica, posee una larga formación académica que comenzó el año 1971 en la Facultad de Medicina de la Pontificia Universidad Católica de Chile.
Después de haber ejercido como médico general de zona en Chiloé, inició su formación de postgrado a través de una beca de residencia en pediatría en el Hospital Luis Calvo Mackenna.
Años más tarde, por esa convicción personal de que “el médico debe estar siempre perfeccionándose” se fue a estudiar cuidados intensivos en pediatría a la Universidad Católica de Lovaina en Bélgica. “Después hice otras estadías de perfeccionamiento en el National Poison Center de la Universidad de Georgetown, en la parte toxicología; y en cuidados intensivos post operatorios cardiacos en niños en la Universidad de Michigan y luego de eso, volví a la Universidad Católica, donde ya casi formo parte del inventario”, comentó entre risas.
El doctor Paris, no sólo es uno de los médicos más conocidos a nivel nacional por el cuerpo médico, sino que también por la comunidad general, pues a la hora de “poner paños fríos” a los temas toxicológicos que afectan al país, siempre es la cara visible.
Es un profesional que posee un carisma especial, con una empatía y sencillez que se agradecen a la hora de comunicar, tema que le gusta mucho y que tendrá practicar diariamente como nuevo presidente del Colegio Médico de Chile.
De paso por la ciudad de Concepción el profesor adjunto de pediatría de la Pontificia Universidad Católica de Chile; director de la Fundación de Docencia Continua en Pediatría (Fudoc) y del Cituc; y máxima autoridad de los médicos del país conversó con SAVALnet sobre la influencia del medio ambiente y los desastres naturales en la salud humana y los desafíos del nuevo cargo que asume.
- Doctor, el accidente nuclear ocurrido en Fukushima, a consecuencia de los desperfectos ocasionados por el terremoto y posterior tsunami al noreste de Japón ¿de qué manera pueden afectar la salud de la población mundial?
- Los accidentes nucleares –como el de Chernobyl, Fukushima, las bombas atómicas de Hiroshima y Nagasaki- desde el punto de vista de la toxicología ambiental se consideran atentados o alteraciones ambientales que permanecen para toda la vida y que afectan a todo el planeta. Desgraciadamente, en Fukushima hubo una radiación muy importante que alcanzó a los 100 mil Sieverts por hora, en circunstancias que una persona común y corriente puede recibir hasta cuatro mil Sieverts por año, a través de radiografías u otro tipo de radiación natural. Si bien la radioactividad producida es Fukushima fue gigante, hay que decir que fue menor a la de Chernobyl.
- Entonces ¿cuál fue el problema?
- El gran problema que se produjo con Fukushima fue la contaminación con tecnecio y yodo radioactivo, que al atacar a una persona en forma aguda puede producir una destrucción de la tiroides o un cáncer tiroideo a largo plazo. Por esa razón, vimos que uno de los tratamientos que más se utilizó, durante los primeros días de la emergencia, fue el yodo como yoduro de potasio, que al ingresar de esa forma a la tiroides evita el efecto del yodo radioactivo. Otro tipo de problema fue la radiación ionizante, que es capaz de producir aplasia medular, alteraciones intestinales, problemas cutáneos y oftálmicos. En general, ataca a todo el organismo sobre todo al feto. Si un niño recibe este tipo de radiación, puede terminar con su tiroides totalmente destruida y en forma más rápida que en un adulto. Podemos decir que no se produjo una contaminación mundial y que por eso la comunidad nacional puede estar tranquila. Si bien se eliminaron sustancias radioactivas al mar, se diluyeron, por lo que me parece poco probable que lleguen a Chile. Además, nosotros no compramos alimentos en Japón, así que para Latino y Sudamérica es muy poco probable, casi imposible, que se produzca una contaminación.
- Dentro de los contaminantes radiactivos que se encuentran en Fukushima. ¿Cuáles tienen mayores consecuencias para la salud humana y de qué manera se manifiestan?
- Dentro uno de ellos está el yodo radioactivo, cuya consecuencia más importante es la destrucción de la tiroides y, por lo tanto, un hipotiroidismo agudo o, a largo plazo, como está descrito en otros accidentes donde se ha liberado el yodo radioactivo, se produce cáncer tiroideo, por eso es muy importante el uso de yoduro de potasio como antídoto preventivo.
- Un par de semanas después del accidente se encontraron bajos niveles de radioactividad en leche estadounidense traída desde Japón. Es posible que esta tragedia nos afecte a los chilenos de alguna manera.
- Desgraciadamente, cuando hay un accidente de este tipo, afecta a todo lo que está alrededor de la planta, ya sea animales, agua, vegetales y seres humanos. Por lo tanto, si afecta a los vegetales y la vaca los come para producir la leche, obviamente que este producto puede tener trazas de elementos radioactivos. Por ejemplo, en otros países como Argentina y Uruguay e incluso en Chile, en el pasado, no ahora, cuando se usaban grandes cantidades de pesticidas, también se encontraban pesticidas en la leche, incluso en la leche en polvo al recuperarla. Indudablemente, eso se produjo cuando la vaca comió algún producto contaminado. Los residuos radioactivos se acumulan mucho en los vegetales, entonces es probable por esta vía llegue a los humanos.
- ¿Qué medidas debemos tomar para prevenir la contaminación radiactiva?
- La medida más importante es lo que se realizó en Fukushima en una primera instancia: aislar la planta. Para eso, dependiendo del tipo de radiación, en este caso era ionizante, además del tecnecio y el yodo, se fijan los estándares de radiación que hay en base al tamaño de la planta. Luego se debe hacer un aislamiento. Aquí se hizo a 20 y después se amplió a 30 kilómetros a la redonda, donde toda la gente tuvo que abandonar sus hogares. Esa es la mejor manera de prevenir cualquier tipo de episodio contaminante. Lo más importante es aislar el recinto emisor, dejar a la gente fuera de la zona de riesgo y con eso ya se evita el daño.
- La alta contaminación radiactiva del agua del mar cerca de Fukushima, ¿puede afectar la fauna marina de nuestras costas chilenas y, por ende, nuestra salud?
- Yo creo que no es capaz de afectar la fauna marina en nuestras costas. Sería muy raro, es casi imposible. Si bien yo no soy experto en eso, los expertos en corrientes marinas y en diseminación de contaminación a nivel del mar, lo consideran poco probable. Sin embargo, lo que sí hay que pensar es que los peces de esa zona sí pueden contaminar. Y tú sabes que el pez pequeño es devorado por el mediano y ese por el grande. En este caso, al igual que con el mercurio, se produce un fenómeno que se conoce como bioacumulación o sea el pez chico puede tener poca cantidad de contaminación pero como es ingerido por otro pez un poco más grande se va acumulando y mientras más grande el pez, más acumulación de productos tóxicos en general.
- Pasando a otro tema, usted es el nuevo presidente electo del Colegio Médico. ¿Qué lo motivó a dar este paso?
- Esta es una pregunta muy importante para mí, sobre todo en esta etapa de mi vida. Lo que me motivó –inicialmente- fue el planteamiento que los presidentes regionales me hicieron en junio del año pasado. A mí me habían ofrecido el cargo hace muchos años atrás, pero en ese momento quise dedicarme más a la pediatría ambiental, pero ahora acepté porque creo en los cambios.
- De sus palabras podemos inferir que la orden necesita cambios…
- El colegio médico tiene que volver a ser un ente gremial lo más puro posible, en el sentido de que no debe estar contaminado por la política partidista y tampoco debe ser un ente que esté a favor o en contra de los gobiernos. Tiene que ser una orden gremial, que vele por el mejor desempeño de los médicos y que se preocupe por recuperar la dignidad de la profesión. Por eso que nuestro lema fue “Revivir el colegio médico”.
- A qué se refiere con eso.
- A recuperar la dignidad de la profesión. Actualmente, se ha atacado de sobremanera nuestra profesión. Ha habido una tendencia a desprestigiar a los médicos y, en general, a todos los profesionales de la salud. Yo no creo que sea necesario hacer una campaña de marketing para renovar la visión que tiene la población con respecto al médico así como así, sino que debemos transformarnos en el aliado del paciente o buscar en nuestro paciente al aliado.
- Y de qué manera se reconstruye esa relación
- Simplemente escuchando al paciente y teniendo una relación con él, de alta calidad y encontrando en el paciente un aliado. Eso es lo que yo pienso. Eso es lo que se me enseñó a mí. Pero para que el paciente sea un aliado del médico tiene que estar bien atendido, porque sino el paciente se va en contra del médico. Y para eso el médico debe tener la disponibilidad de atenderlo bien y de conocerlo, mirarlo a los ojos, hablarle por su nombre, ser afectuoso y cariñoso con él. Muchos pacientes consultan, porque tienen necesidad de contar algo, no necesariamente por enfermedad. Obviamente, el médico tiene que contar –y ahí viene la otra parte difícil, que le corresponde al Estado y al ministerio de Salud- con todos los medios, porque aquí hay una inequidad muy grande. En el sistema público de salud aún no existen todos los elementos de diagnóstico, no existen todas las capacidades resolutivas, a veces no existen los medicamentos, los exámenes se demoran muchos días y las interconsultas también, por lo tanto el paciente reacciona en contra del médico, en contra del sistema de salud que encuentra injusto. Entonces nosotros, para recuperar el prestigio, debemos luchar para tener los medios suficientes para poder atender bien. No hablamos de sueldos, ni de reivindicaciones de ese tipo, sino que de reivindicar la salud pública. Nosotros que somos antiguos sabemos que la salud pública fue, ha sido y será la base de la atención en salud en Chile. El 70 por ciento de la población debe atenderse en salud pública, sólo el 28 por ciento está en las isapres, por lo tanto hay que reforzar la salud pública, hay que mejorar, dentro de lo posible, todo lo que tenga que ver con ella.
