Dr. Rubén Darío Ramírez Carvajal:
“La epilepsia es esencialmente una enfermedad del adulto mayor”
El doctor Rubén Darío Ramírez, neurólogo y electroencelografista de Clínica Indisa y del Hospital del Salvador, es un apasionado amante de la literatura, la historia, la ciencia y un investigador incansable de la cultura mapuche. Realizó sus estudios de medicina general en la Universidad de Concepción y luego vivió 18 años en el extranjero, donde concretó su especialidad. Primero lo hizo en el Instituto Nacional de Neurología de Hungría y luego en el Hospital Santa Ana de París, el centro más importante en cirugía de epilepsia de la época (década de los 80).
Cuando regresó a Chile, en 1993, lo invitaron a trabajar en el Hospital Del Salvador como jefe del programa de epilepsia y del laboratorio de electroencelografía, unidad de la cual todavía está a cargo. Además, paralelamente hace seis años tiene su consulta en el tercer piso de Clínica Indisa.
Pero en su vuelta a nuestro país, el doctor Ramírez no solo vino a ejercer su profesión, sino que también a concretar uno de sus más grandes sueños: escribir un libro sobre la Guerra de Arauco. Su interés nace luego de crecer rodeado de leyendas de este histórico acontecimiento, por lo que después de mucha investigación y lectura, decidió escribir “El Cantar de Janequeo”, libro lanzado en diciembre de 2010. En la entrevista con SAVALnet nos cuenta detalles de esta romántica historia de nuestros antepasados y nos entrega una completa información en cuanto a prevalencia, causas y tratamientos sobre la epilepsia.
Doctor cuéntenos cómo nació la idea de escribir el libro “El Cantar de Janequeo” y su interés por la cultura mapuche
En Concepción viví rodeado por las leyendas que tienen que ver con la Guerra de Arauco y siempre sentí que esta guerra había que escribirla de manera distinta, como una gran epopeya. Es decir, había que retomar La Araucana (que es la última gran epopeya castellana). Cuando regresé a Chile seguí sintiendo que había que retomar la epopeya nacional, porque en este momento Chile está viviendo una situación de epopeya. Es decir, estamos a punto de despegar para ser un país desarrollado y para hacer eso hay que tener una identidad como pueblo, que nos unifique. Entonces comencé a escribir. El problema era encontrar el personaje, por mucho tiempo pensé que podía ser Rengo, el compañero de Lautaro, pero finalmente descubrí la historia de Janequeo que es más simple, corta, nítida y más romántica.
¿Quién es Janequeo?
Es la Juana de Arco chilena. Es la mujer más importante de la historia de Chile hasta Michelle Bachelet, pero ahora está olvidada. Ella era la esposa de un cacique que se llamaba Potaen, quien era el toqui de la región entre el lago Villarrica y el lago Ranco. Potaen resistió a los españoles en un fuerte por bastante tiempo y cuando fue conquistado se retiró a las quebradas de la cordillera y desde allá mantuvo la guerra impidiendo que los españoles colonizasen la región al este de los grandes lagos. Los españoles sabían que la única manera de obtener esos territorios era matando a Potaen o tomándolo preso. Entonces, sabiendo del gran amor que sentía por su mujer Janequeo, les tendieron una emboscada justo cuando los amantes se reunieron y Potaen murió. Con eso teóricamente se acababa la resistencia mapuche, pero la viuda fue a hablar con su hermano (que era toqui) y le dio un histórico discurso que decía que trajera a los soldados porque ella los iba a guiar al combate para tomar venganza. “Yo voy a ir contigo y las balas no te van a alcanzar porque antes va a estar mi pecho que va a ser de hierro para rechazarlas”. Así se hizo, y Janequeo mantuvo la resistencia durante aproximadamente cuatro años más. Esta es la historia que desarrollo en el libro, además de presentar la cosmovisión de los mapuches. Hablo, por ejemplo, sobre los rituales de matrimonio, cómo se construye una casa, cómo era la maternidad de la mujer mapuche y también sobre la familia mapuche, que era poligámica.
Neurología y Epilepsia
Doctor usted se dedica a tratar pacientes que sufren epilepsia. ¿En qué consiste esta patología? ¿Cuáles son sus causas? ¿Cuál es la prevalencia en nuestro país?
La epilepsia es una enfermedad crónica que, según estudios un poco antiguos, tiene una prevalencia estimada en 1.7%. Probablemente ha disminuido en los últimos años al 1%, que es lo que estima el Servicio Nacional de Salud. Lo importante que hay que saber es que el 75% de las epilepsias son no refractarias. Esto significa que con un tratamiento adecuado, podemos llegar a dejar al 75% de los enfermos libres de crisis. Eso es siempre y cuando se hagan los controles, diagnósticos y tratamientos adecuados. Si es que no se hace, siguen con crisis indefinidamente. Es decir, lo que cambia todo en este caso es la intervención de un médico que sabe trabajar con un sistema que le de las garantías para trabajar y fije normas claras sobre qué hacer.
¿Cuáles son las causas de la epilepsia?
Son muchas, pero podríamos decir que en la mitad de los casos hay epilepsias sintomáticas o criptogénicas. Y las otras causas son lo que llamamos las epilepsias idiopáticas. Ésta última es una enfermedad cuya causa no conocemos, probablemente hay una predisposición familiar. Eso quiere decir que van a ser epilepsias bastante benignas y de buen pronóstico. Las epilepsias secundarias son aquellas que tienen una causa, puede ser un sufrimiento perinatal al momento del parto o debido a infecciones como meningitis o encefalitis. También puede ser un trastorno genético, muy frecuente en los niños. En adultos puede ser debido a accidente vascular cerebral, un tumor cerebral o la enfermedad de Alzheimer. Al respecto es importante saber que contrariamente a lo que se cree generalmente, la epilepsia es esencialmente una enfermedad del adulto mayor. Ningún grupo de población está más expuesto a la epilepsia que ellos. Es decir, que una persona jamás haya tenido epilepsia no lo pone a salvo ni le permite hablar de los otros como los epilépticos. Tendríamos que hablar de nosotros, los potencialmente epilépticos.
¿Cómo trabajan el problema del estigma del epiléptico?
La misma palabra “epiléptico” implica estigma. Cuando a una persona se le pregunta ¿estaría dispuesto usted a hacer algo por los epilépticos?, la respuesta es bien ambigua y mucha gente responde que no. En cambio si uno pregunta ¿estaría usted dispuesto a ayudar a las personas que sufren de epilepsia?, la actitud cambia inmediatamente porque por las personas se actúa. El estigma está dado en buena parte por la noción absolutamente falsa de que la epilepsia es una enfermedad que no se cura nunca. Eso no es cierto. Pero eso es potencialmente, ya que la realidad es que no tenemos un programa para la epilepsia refractaria en Chile, entonces toda la gente va a seguir haciendo crisis por toda su vida. Y seguir haciendo crisis significa limitaciones escolares, laborales, estar expuesto a accidentes, a sufrir efectos medicamentosos, etc., que hacen que la persona con epilepsia esté alejada de los demás. Por otra parte, el otro estigma de la epilepsia viene del conocimiento que la gente tiene de las enfermedades que causan epilepsia. Por ejemplo, si alguien ha tenido un traumatismo craneano muy grave o meningitis, esa persona probablemente quede con un trastorno mental, con deterioro cognitivo y además epilepsia. Entonces la gente asocia poca inteligencia, trastornos de comportamiento y epilepsia, pero en sí no tienen nada que ver, sólo obedece a una causa común. La epilepsia actualmente no es la determinante de trastornos de comportamiento. Antiguamente sí, porque en la época que no habían medicamentos para la epilepsia los enfermos hacían tantas crisis que tarde o temprano sufrían un estatus epiléptico (que es una crisis que se mantiene por horas) y quedaban con daño cerebral por consecuencia de la epilepsia. Entonces antes se podía hablar de una personalidad epiléptica, pero ya no.
Usted que vivió en el extranjero, ¿cómo considera la forma en que los especialistas abordan la epilepsia en Chile?
Depende con qué país se compare. Yo viví mucho en Francia y ahí el abordaje de una persona con epilepsia era primero que nada clínico y eso significaba dedicarle todo el tiempo necesario al diagnóstico, lo que puede ser 45 minutos o 1 hora en la primera consulta. Yo trabajo con esos mismos criterios en el hospital. Otro criterio distinto es el de obedecer a administradores de salud que no tienen la menor idea de las diferentes rama de la medicina y nos dicen que tenemos que atender a los pacientes en 20 minutos. La consecuencia es que se hace un mal diagnóstico. La escuela francesa es diferente. El enfermo nunca llega a ser diagnosticado incorrectamente de epilepsia. Por eso es necesario escuchar muy atentamente al paciente en cuanto a cómo son las crisis, porque ellos cuentan cosas que no tienen nada que ver como la migraña, crisis de pánico o un desmayo, y muchas otras enfermedades que se confunden. La única manera de diferenciarlo es con preguntas que las responde el paciente y un familiar.
¿Cree que falta más pensamiento analítico en Chile?
Sí, mucho más. Sobre todo un criterio de tiempo y el principio de que tanto en epilepsia como en psiquiatría no se puede hacer un diagnóstico si no se le dedica todo el tiempo necesario al paciente. A veces puede ser mucho, pero a la larga es un ahorro gigantesco.
