Doctor Miguel O'Ryan:
“Es necesaria más investigación clínica si queremos avanzar hacia el verdadero desarrollo en medicina”
El infectólogo y reconocido investigador chileno señala su preocupación por la falta de rigor analítico con que se ejerce hoy la práctica médica y propone que la preparación de las nuevas generaciones debe tener como uno de sus cimientos el conocimiento de la metodología científica y de investigación. Actualmente está trabajando en innovadores proyectos orientados a favorecer el desarrollo de vacunas.
“Creo que el médico que el país necesita para hoy y el futuro es un profesional que use la evidencia médica, que sea un consejero, que eduque a la población y base sus estrategias médicas en sólidas bases científico-técnicas. No que sea el mago o machi de la tribu”. Así afirma el doctor Miguel O´Ryan, director del Programa de Microbiología y Micología del Instituto de Ciencias Biomédicas de la Universidad de Chile, quien le da mucha importancia al desarrollo del pensamiento científico y es enfático al decir que hay falencias en la formación del médico chileno actual en este tema.
Y es que este pediatra, egresado de la Universidad Católica, definitivamente tiene derecho para decir que predica y también practica. Hace pocos años fue reconocido mundialmente por encabezar el grupo de investigadores internacionales que desarrolló los estudios clínicos de la vacuna contra el rotavirus, la cual ha beneficiado a más de 50 millones de niños en todo el mundo. De hecho, el proyecto fue premiado por la revista científica The Lancet y publicado en The New England Journal of Medicine. Además, en 2009 fue miembro del grupo de expertos que asesoró al Ministerio de Salud en el manejo de la Influenza humana, experiencia que dice fue muy enriquecedora.
Actualmente está trabajando en un proyecto Fondecyt que se acaba de adjudicar, el cual pretende entender la dinámica de infección temprana por la bacteria Helicobacter pylori, que se asocia a úlcera y cáncer gástrico. “Nuestra hipótesis es que las personas se infectan precozmente en la vida, algunos permanentemente y otros transitoriamente, y eso podría tener relación con el riesgo posterior a úlcera y/o cáncer” comenta el especialista. Comprender esta dinámica ayudará al desarrollo de eventuales Programas de vacunas a futuro para prevenir esta infección y sus complicaciones. Además, cuenta que siguen estudiando otros virus como el denominado norovirus. Sobre éste último ya está lista la publicación también orientada a aportar al posible desarrollo de vacunas. En la entrevista con SAVALnet ahonda sobre la importancia del pensamiento científico para lograr la calidad de médico a la que un país desarrollado debe aspirar y sobre su experiencia en importante hitos del mundo de la salud.
En su charla realizada en Concepción habló sobre el desarrollo del “pensamiento científico”, que se caracteriza por estimular una mente investigadora/inquisitiva. ¿Nos puede explicar más a fondo la esencia de esta mentalidad y cómo se aplica a la práctica médica?
Tiene que ver con el concepto de que más importante que instruir a nuestros futuros médicos con una gran cantidad de información, es el formarlos en que aprendan a pensar. En Chile, al joven se le enseña pobremente a manejar la información de una manera analítica para una mejor toma de decisión. Y eso es crítico y fundamental para el médico, que tiene que enfrentar a un paciente con múltiples síntomas y que cual “detective” debe ordenar, ponderar, priorizar, luego crear una o más hipótesis y de acuerdo a ella plantear un camino a seguir, que puede ser de diagnóstico y/o tratamiento. Esa metodología es análoga a la que se utiliza en el método científico, se basan en la misma forma de desarrollo del pensamiento. Por eso creemos que el estudiante en formación debe aprender la metodología científica lo más precozmente posible, porque esa metodología va a poder aplicarla en su práctica médica, utilizando lo que hoy se llama “medicina basada en evidencia”.
¿Y cree usted que hace falta esta mentalidad en los médicos chilenos?
Sin lugar a dudas esto hace falta en el médico chileno. Y esta falencia es consecuencia de múltiples razones. Probablemente a nosotros los académicos nos ha faltado ser más consecuentes en enseñar metodología y en formar a nuestros jóvenes en esta mentalidad; nos hemos concentrado demasiado en los contenidos y poco en el desarrollo del pensamiento. El médico recién egresado maneja una gran cantidad de información, pero no ha sido suficientemente entrenado en el pensamiento analítico. Por otro lado, el médico de atención primaria se ve enfrentado bruscamente a la realidad de la atención médica en donde debe atender a una gran cantidad de pacientes, sin el tiempo necesario para aplicar la metodología científica/evidencia a sus decisiones médicas. En muchas ocasiones termina realizando una práctica basada en acciones comunes, en un análisis más bien superficial de los síntomas y signos, con un pobre planteamiento de hipótesis diagnósticas. Debemos trabajar para progresar en esto.
¿Qué propone para inculcar este pensamiento científico en los actuales y futuros médicos?
Parte primero por darnos cuenta nosotros como académicos de las Facultades de medicina de que esto es relevante para así incorporar el concepto de investigación biomédica en la formación del estudiante. Todas las facultades de medicina debieran desarrollar investigación, pero para eso se requiere de profesores que dominen la metodología. Lamentablemente estamos siendo cada vez más bombardeados por el pensamiento mágico, por la propaganda fácil, por el bienestar rápido y por las terapias alternativas. Personalmente creo que hay médicos que se dejan seducir por este tipo de terapias, precisamente porque ahí no dominan el pensamiento científico, tienden a pensar que una terapia “alternativa”, por ejemplo de flores de Bach, es efectiva. Pero si uno busca la evidencia que pudiera sustentar a esta terapia, evidencia que resista la crítica metodológica, ella no existe. Entonces, lo que está inundando hoy en día muy fuertemente la práctica médica, es que los médicos no tienen en su pensamiento el rigor analítico necesario y se dejan llevar, en no pocas ocasiones, por esta propaganda. Y esto tiene riesgos. Primero que nada, confunde a la población, que termina creyendo que tomarse las flores de Bach o un medicamento es lo mismo. Y no es lo mismo, porque uno está basado en la evidencia científica y el otro probablemente está basado simplemente en un efecto placebo. Y cuando uno abusa de este efecto, llega un momento que la población no sabe diferenciar qué tiene evidencia y qué no. Se pierde credibilidad en la medicina y en los médicos.
Y con este pensamiento también se logra un mayor desarrollo científico como país…
Efectivamente ese es un beneficio con miras al futuro. La medicina se nutre del avance del conocimiento sustentado en la investigación biomédica. En Chile ojalá hiciéramos más. Nosotros como universidad estamos empeñados -a través del doctorado de ciencias médicas, unidades de investigación de estudiantes y becados, proyectos Fondecyt y desarrollo de Centros de Investigación Clínicas en Hospitales- en favorecer la investigación biomédica de calidad. Estamos empeñados en formar a médicos que hagan investigación en los hospitales para favorecer el desarrollo de conocimiento en enfermedades para el beneficio de nuestro país. Y esto es lo que diferencia a un país desarrollado de uno subdesarrollado. Si nosotros creemos que podemos ser desarrollados, uno de los caminos relevantes es a través del desarrollo de la investigación, de recursos humanos, y de infraestructura. Sin embargo, ahí nos falta. Tenemos que entusiasmar más a los hospitales y eso se está logrando de a poco. Por ejemplo, en el Calvo Mackenna existe una unidad de investigación. Es uno de los primeros hospitales públicos que tiene un laboratorio de biología molecular asociado a la investigación y a la atención clínica. Este es el futuro del país.
¿Nos puede contar la experiencia de haber liderado el equipo internacional de investigadores que creó la vacuna contra el rotavirus?
Bueno eso fue para mí una experiencia de vida, que me marcó en mi trayectoria académica por varios motivos. Lo más bonito fue la alianza que se produjo entre la parte publica, privada y académica. Creo que esa es la manera de avanzar. Lo defiendo en la medida que se aclaren los roles de cada uno y los objetivos no se corrompan. Lo otro bonito es que se armó un grupo maravilloso de investigadores, muy unidos, que logramos desarrollar de principio a fin un proyecto que era complejo. Y gracias a esta unión, además de la calidad y resultados, es que hoy es considerado uno de los proyectos más exitosos en el área. De hecho terminó con la publicación en una de las revistas de más prestigio mundial, el New England, y fue premiado por la revista The Lancet. Definitivamente fue un gran orgullo para mí y todos los investigadores involucrados. Y más orgullo aún el saber que esta vacuna está ayudando a las personas, ya que más de 50 millones de niños ya han sido vacunados en el mundo y la vacuna ahora está entrando en África. Actualmente para mí lo más interesante, y donde estoy dispuesto a ir si me lo piden, es a aquellos países donde la vacuna entrará al Programa Nacional de Inmunizaciones para ayudar a los niños más pobres.
¿Cómo fue su experiencia como miembro del grupo de expertos que asesoraron al Ministerio de Salud por la Influenza Humana?
Fue una muy rica experiencia, en el sentido de que se interactuó con un grupo de personas de un buen nivel académico, muy buen nivel de conocimiento y con personas críticas y autocríticas. De manera que eso permitió analizar la evidencia disponible, que no era mucha, ponerla en un contexto y proponer acciones. Yo creo que esta debiera ser una conducta a seguir en general de los gobiernos: convocar a personas de diferentes ámbitos que tengan capacidad analítica ante situaciones complejas, para favorecer la mejor toma de decisiones. Además hubo una muy buena campaña de difusión, transparencia con la información y se tomaron medidas concretas. Lo que quizás falta ahora es una evaluación posterior. Sin embargo, es una buena manera de proceder en el futuro ante situaciones similares.
