José Manuel Escala Aguirre:
“La enfermedad renal es muy traicionera, pero existen algunas alarmas para detectarla a tiempo”
Como buen ex alumno del colegio San Ignacio, el doctor José Manuel Escala lleva la vocación y servicio social en sus venas. Es que este cirujano pediátrico, subespecializado en urología, es el creador y director de la Fundación Mater, la cual atiende a más de mil niños de escasos recursos con problemas renales al mes. De hecho, es tanta la vocación de servicio del doctor Escala, que en 2001 se ofreció a correr la maratón de 42 de kilómetros de Nueva York para recaudar fondos. “Llamé a mis amigos y les dije que si hacía menos de 4 horas ellos tenían que poner plata. Por suerte hice 3 horas 55 minutos y pude juntar 20 mil dólares”, comenta orgulloso.
Egresado de la Universidad de Chile, de la cual hoy también es profesor, el doctor Escala cuenta que gran parte de su decisión por especializarse en cirugía pediátrica se debió al ejemplo del doctor César Izzo, quien fue su profesor en el Hospital Calvo Mackena. “Encontré muy atractivo lo que hacía y además era un hombre muy completo, porque hacía otras cosas como deporte, pintura, tocaba en una banda de jazz y hacíamos ski juntos. Él fue quien me sugirió que fuera a estudiar a Inglaterra” comenta. Y no lo dudó. Estudió en la Universidad de Liverpool e incluso estuvo dos meses en el hospital de niños más importante de Londres. Posteriormente quiso seguir perfeccionando sus conocimientos en el extranjero y fue rumbo a Estados Unidos, donde pudo ver una gran cantidad de patologías en el reconocido Children´s Hospital de Philadelphia. En su regreso a Chile, trabajó primero en el Hospital Félix Bulnes, pero luego se cambió al Hospital de niños Exequiel González Cortés, en el cual sigue hasta el día de hoy. En la entrevista nos cuenta detalles sobre la fundación, así como también su experiencia de haber operado recientemente con uno de los padres de la urología pediátrica mundial: doctor Philip Ransley.
Doctor, en el congreso usted presentó un trabajo sobre “características y resultados de la Litotripsia Extracorpórea en pediatría”. ¿Nos puede explicar en pocas palabras en qué consiste y la evaluación que hace de su presentación?
La litotripsia extracorporea es un bombardeo de los cálculos renales. Consiste en poner una máquina especial al paciente, y un rayo ultrasonido le pega directo al cálculo. Uno lo bombardea y éste se disuelve completamente. Antes, eso había que hacerlo abriendo con una incisión y, en personas que hacen cálculos a repetición, generalmente se terminaba perdiendo el riñón. Es un avance tremendo. Sin embargo, no hay mucha experiencia de esto en niños, entonces presenté este trabajo con 25 casos de pacientes pediátricos de hospitales públicos, a los cuales a través de la fundación yo hice este tratamiento en Clínica Las Condes por cero costo y se les solucionó el problema a todos sin tener que abrirles el abdómen. El trabajo de este tipo de abordaje de los cálculos en niños lo realicé porque las estadísticas siempre hablan de cientos de pacientes, pero adultos. Debido a esto, la gracia principal del trabajo es que eran más de 20 niños, incluso habían dos menores de un año. Y el resultado final es que sí se puede realizar y anda bien. Entonces quedó hecha la oferta para los que tengan pacientes en el hospital público, cuenten con nosotros para atenderlos a través de la fundación.
Usted es el director de la Fundación Mater, que ayuda a niños de escasos recursos con insuficiencia renal. ¿Cómo se gestó esta idea?
Creo que la idea siempre existió. Yo salí del Colegio San Ignacio, que tiene como lema “entramos para aprender y salimos para servir”, o sea te inculcan mucho el tema del servicio social. Entonces después de mi viaje a Inglaterra vi que allá había bastante de beneficencia y en ese tiempo acá se hacía muy poco. Recuerdo que en el hospital en que estuve estaban comprando un scanner que costaba varios millones de libras y pusieron un termómetro gigante en la puerta del hospital público donde iba subiendo una línea roja que era como la temperatura y había que llegar al millón. Y la gente donaba plata y dije por qué no hacer algo parecido en Chile. Entonces entusiasmé a un grupo de 25 personas, entre familia y amigos, y les propuse que quería hacer una fundación. El objetivo principal era que ningún niño llegue al drama de la diálisis o trasplante por falta de recursos o exámenes. La enfermedad renal es muy traicionera porque es silenciosa, pero hay algunas alarmas anteriores como la infección urinaria entonces es necesario el diagnóstico precoz. Mi principal argumento para este proyecto, y que es cierto y hemos logrado, era que teníamos que hacerles los exámenes a tiempo a estos niños y así nos íbamos a evitar muchas diálisis y trasplantes. Así que confiaron en mí y a foines de 1996 sacamos la personalidad jurídica. Desde entonces organizamos bingo, campeonato de golf, ferias de diseño (Casa Mater) para recolectar fondos y subsistir. La fundación estuvo cuatro años dentro del hospital Ezequiel González Cortés, pero ahora ya tenemos nuestro propio centro de diagnóstico, ubicado en calle San Ignacio 3637.
¿Cómo es la tecnología que ofrece la Fundación Mater y cuántos pacientes atienden?
Atendemos a más de mil niños mensualmente y cualquiera puede llegar a hacerse examen si viene de un hospital público o consultorios municipalizados. Los exámenes son gratuitos para todos los que son fonasa A y B y para los indigentes. La tecnología es de última generación, muy buena. Tenemos medicina nuclear desde hace unos años y el año pasado incorporamos unos exámenes de urodinamia que es como una especie de electrocardiograma del corazón, pero éste es un estudio de la vejiga para ver cómo funciona. Tenemos a más de 20 profesionales trabajando con nosotros hoy día y necesitamos juntar dinero. Es un presupuesto que se ha hecho difícil ahora con la crisis, pero para eso hemos hecho varios eventos, el bingo que es nuestro caballito de batalla nos sigue aportando.
¿Cuáles son los proyectos a futuro de la fundación?
Hay varios proyectos a futuro. En primera instancia es ampliar la cobertura y que ojalá se difunda esto y que cualquier niño, aunque viva en el extremo sur, pueda hacerse los exámenes y no sólo los que viven en Santiago. Esto va a significar más recursos porque vamos a tener que contratar más radiólogos, auxiliares, tecnólogos, etc. Este es el primer proyecto grande que tenemos que cumplir, para después pasar al próximo que tiene que ver con aumentar las máquinas.
¿Cuáles son las patologías urológicas más frecuentes?
Las que más vemos acá en CLC son más bien genitales, por ejemplo al niño que no le bajó un testículo. Pero los que llegan a pedir asistencia a la fundación, son los que pueden perder función renal y esos son dos tipos los más frecuentes. Primero, el reflujo vesicoureteral, que es cuando la orina se devuelve. En vez de irse para afuera se devuelve por el uréter hacia el riñón, entonces si hay alguna infección eso te puede causar daño renal. Y el otro gran grupo de patologías son las obstructivas. Puede ser obstrucción pielouretral (entre la pelvis renal y el uréter) obstrucción vesicoureteral (entre la vejiga y el uréter) y obstrucción uretral (de la uretra). Estas son las más frecuentes y si uno pudiera diagnosticarlo a tiempo y tratarlo se evitaría un porcentaje significativo de niños que llegan a tener insuficiencia renal crónica.
¿Cómo es considerada la urología pediátrica chilena en comparación con otros países?
Yo creo que estamos súper bien. Recientemente estuve en el congreso de urología donde había dos invitados muy buenos. Uno era de Indiana, era un hombre muy sobrio. Se nota que ellos tienen más experiencia porque concentran mucho la patología. En todo el estado de Indiana hay un hospital pediátrico central donde llegan todos los casos, la mayoría importantes. Entonces ellos operan 25 pacientes interesantes contra 1 de nosotros acá. Sin embargo, uno se da cuenta de que está haciendo bien las cosas porque la forma de seguir a los pacientes, de abordarlo y operarlo, son muy similares. Estos congresos te sirven para darte cuenta que estas haciendo bien las cosas. Ahora, el otro invitado era un hombre de Hong Kong muy capo y científico, que presentó una investigación que tenía un trabajo literalmente de chino, con conclusiones sorprendentes. Pero en la urología pediátrica propiamente tal, que es una especialidad quirúrgica, yo creo que estamos haciendo las cosas súper bien.
Recientemente recibió la visita de uno de los padres de la urología pediátrica mundial, doctor Philip Ransley. ¿Cómo fue la experiencia de haber operado con él?
El es un hombre muy interesante, lo conozco desde hace 20 años. Acá operamos a una niña con extrofia vesical, le hicimos una ampliación. Esta es una patología muy compleja que se da en 1 por cada 40 mil niños. O sea es como un caso cada 20 años, de hecho acá en clínica Las Condes es la primera. Yo la operé en primera instancia al nacer y quedó bastante bien, pero después hubo que hacerle una derivación de la orina porque desarrolló presión alta de la vía urinaria y ahora había que hacerle una operación más definitiva a los 4 años y medio. Los padres querían opinión extranjera y yo les presenté a Philip y quedaron encantados. Él les dijo que le pagaran el pasaje y que se quedaría en Santiago una semana para así aprovechar de operar a pacientes de nuestra fundación. Hicimos la operación, que fue muy larga de ocho horas y resultó muy exitosa. Él tiene mucha experiencia, y para nosotros también fue muy bueno ver cómo lo hacía. Fue una visita muy grata, aprendimos harto, y sería muy bueno seguir teniendo este tipo de intercambio en el cual compartes directamente con el experto.
