Dr. Luis Gatica Norambuena:
“En la urgencia, médico y paciente están en una exigencia emocional límite”
Mientras se desempeñó como médico general de zona en Constitución, el doctor Luis Gatica Norambuena estuvo abierto a realizar todas las especialidades, pero donde de verdad se sintió cómodo fue al trabajar con niños, sobre todo en cirugía infantil.
Por eso, al momento de hacer su beca en la Universidad de Concepción, donde también se había formado como médico cirujano, se le presentó el gran dilema de decidir entre pediatría y cirugía infantil. “Probablemente, en esa instancia, pudo haber influido que mi tío Waldo Rodríguez, fuese pediatra. Así que me decidí por la pediatría y aquí estamos”, confiesa.
Al terminar la beca obtuvo un cargo en el Servicio de Pediatría del Hospital Guillermo Grant Benavente y durante los últimos seis años se dedicó a la infectología infantil, hasta que le pidieron asumir la responsabilidad de dirigir la Unidad de Emergencia.
Sus conocimientos de gestión en salud comenzaron con un curso impartido por el Servicio de Salud de Concepción. “Era una especie de diplomado que me abrió los ojos. Fue muy interesante la experiencia, porque me ayudó a tomar conciencia de que había cosas que no estábamos haciendo muy bien. A partir de ese momento, me empecé a interesar en todo lo que respecta a la gestión en salud con seminarios sobre informática aplicada a la gestión, después hice un diplomado en gestión en salud y ahora estoy terminando un MBA en la Universidad Diego Portales”.
Desde su oficina, el doctor Gatica se entrevistó con SAVALnet y con una gran transparencia nos relató su experiencia dentro de la Unidad de Emergencia del Hospital Guillermo Grant Benavente que actualmente dirige.
- Doctor Gatica, ¿Cuéntenos cómo llegó a la jefatura de la Unidad de Emergencias del HGGB?
- La verdad es que la Unidad de Emergencia llevaba varios años sin una jefatura regular. Como este es un cargo difícil, varios colegas pasaron por aquí, pero ya se necesitaba establecer una regularidad. Durante el segundo semestre de 2007 la situación se tornó un tanto crítica. Nadie quería hacerse cargo voluntariamente de esta Unidad y a fines de ese año la doctora Valeria Sawada, directora del Hospital Clínico Regional conversó conmigo. Me hizo notar la situación y me invitó a participar en este desafío. Al principio me resistí un poco, porque la verdad es que no era una labor fácil. Después de pensarlo bastante, finalmente acepté esta oportunidad.
- ¿Qué lo llevó a aceptar este desafío?
- Creo que acepté la misión, porque lo vi como una oportunidad para plasmar todo lo que había estado estudiando sobre gestión en salud. Me ha servido para poner en práctica los conocimientos adquiridos. El desafío era grande, así que en febrero de 2008 asumí la jefatura, por lo que ya llevamos prácticamente un año de trabajo.
- Esta Unidad debe llevar sus buenos años funcionando, ¿Nos podría contar cómo se gestó su formación y quiénes fueron sus precursores?
- No está muy claro el momento o la fecha en que se inició. Esto fue gestado y trabajado –inicialmente- por un grupo de médicos cirujanos del Hospital. De hecho, hace un tiempo me nació el interés de recopilar esta historia y le he pedido a algunos médicos que trabajaron en ese período que nos cuenten cuáles fueron las instancias que ayudaron a la creación de esta unidad.
- Y qué ha investigado…
- Sabemos que el desarrollo de la Unidad se dio en etapas y, como es lógico a la hora de enfrentarse a cambios y desafíos nuevos, se produjo una normal resistencia. Empezó a funcionar con un par de salas y con los médicos que trabajaban en diferentes servicios. Poco a poco fue creciendo y a partir del 1986, aproximadamente, se instaló en las dependencias donde se encuentra actualmente. El reconstruir nuestra historia es una tarea que tenemos pendiente, pero muy presente. No deja de ser relevante que cuando se asume un cargo así, en el que hay que construir cosas, es muy importante conocer y establecer las raíces. Esto obliga a mirar hacia atrás y ayuda a proyectarse a futuro, por lo que es muy importante tener un hito que nos recuerde de dónde venimos y cómo empezamos. Considero muy necesario conocer nuestra historia y reconocer a quiénes iniciaron esta tarea, porque es vital para la identificación con una institución en la que trabajan personas.
- Mientras la Unidad se encontraba “acéfala” me imagino que debe haberse generado más de algún problema… ¿Cuál es la realidad actual de la Unidad que usted dirige?
- Este ha sido un año de permanente diagnóstico dentro de la Unidad de Emergencia, estableciendo bien cuáles son las debilidades y fortalezas. Me ha tocado conocer la realidad las Unidades de Emergencia de Talca, Chillán, Talcahuano y Valdivia y la verdad es que en todas ellas el problema base es el mismo: sobrecarga en la atención, dificultades para el traslado de pacientes a los servicios clínicos respectivos, aumento de pacientes con patologías más complejas. En este sentido es bien importante destacar que el perfil epidemiológico del paciente que consulta la unidad de emergencia ha ido cambiando desde sus patologías hasta sus exigencias.
- ¿Cómo es eso?
- Nosotros, actualmente, nos encontramos con un cliente que ha cambiado. Sabe que tiene derechos y está más informado. Por lo mismo exige el mejor tratamiento y, en algunos casos, sabe los exámenes y procedimientos que se deben hacer y los demanda.
- A su juicio, qué es lo que caracteriza a su Unidad de Emergencia
- Nuestra Unidad presta atención conjunta a adultos y niños. Es la unidad más grande del país, porque concentramos ambos tipos de atención en un solo recinto. Contamos con un equipo multidisciplinario in situ muy completo con pediatras, cirujanos infantiles, anestesistas, cirujanos de adultos, traumatólogos, neurocirujanos, internistas, cirujano máxilo facial a lo que se suma un apoyo imagenológico bastante relevante. Esas son nuestras ventajas competitivas más una infraestructura que, si bien es cierto tiene algunas deficiencias, sigue siendo bastante bien preparada para este tipo de atención. Pecamos, a lo mejor, de una falta de hotelería. Reconozco que hay que mejorar algunos procesos y trabajar el stress laboral en una unidad que per se se caracteriza por trabajar al límite.
- Esto que usted menciona de “trabajar al límite” es lo que les da el perfil a los médicos que trabajan en una Unidad de Emergencia
- Eso es bien interesante, porque las Unidades de Emergencia precisan de médicos con cierto perfil. Es un hecho que las ganancias que esta unidad ofrece al médico, respecto a la experiencia, son muy valiosas. Me cuesta visualizar otra unidad en la cual un profesional pueda adquirir tanta experiencia en un plazo tan corto. El médico que va a llegar acá sabe que esta unidad no es tranquila. La actividad médica aquí no se programa, la toma de decisiones es rápida y, por lo mismo, muy adrenalínica. En ese contexto, existe un ambiente de trabajo en el que siempre tenemos pacientes que llegan no sólo heridos, sino que también emocionalmente descompensados y asustados. Muchos llegan pensando en una inminente muerte, eso altera la personalidad del paciente y el médico, al margen de que tenga que estar preparado técnicamente para tratar la emergencia y la urgencia, tiene que estar preparado psicológicamente para enfrentar un paciente y un escenario en el cual las personalidades del grupo humano están en una exigencia emocional límite y en esa instancia tenemos que contar con un médico que le guste la adrenalina, que tenga la capacidad y raciocinio para tomar decisiones técnicas y humanas y que tenga las herramientas para enfrentarse al stress que significa la emergencia, que es una situación de deterioro vital inminente. Nuestra Unidad tiene un gran potencial que –creo- se puede expresar con mucha mayor fuerza todavía. Soy un convencido de que en cada funcionario existe la verdadera vocación de servir y ayudar: mi desafío está en explotarlo más y trabajar en conjunto.
- Por último doctor, durante todos estos años de servicio ¿Cuál ha sido su mayor satisfacción como médico?
- No es fácil la pregunta, porque afortunadamente en medicina uno tiene varias instancias en las cuales se siente satisfecho. Si me obligan a pensar en alguna yo diría que la sonrisa de un niño que deja de sentir dolor es impagable. La falta de lenguaje verbal en los pequeños se suple perfectamente con gestos y sonrisas. Los niños son transparentes en ese sentido, cuando se sienten bien sonríen. Y en los adultos, lo que te deja satisfecho es el “gracias”, porque cuando un paciente adulto se va contento y te agradece, esa gratitud reconoce el trabajo bien hecho de nuestra unidad.
