Dr. Oscar Herrera González:
“Los pediatras se han reencantado con la SOCHIPE”
Su oficina en el hospital Luis Calvo Mackenna es muy sencilla. Ningún título cuelga en sus paredes, solo una enorme máquina se impone desde una esquina con la que el doctor Oscar Herrera realiza fibrobroncoscopias a los niños del recinto.
Fue muy enfermizo cuando pequeño, por lo que a menudo caminaba con su madre por los pasillos del hospital San Borja Arriarán, que estaba cerca de su casa. Cuenta que siempre tuve la vocación de ser médico, y que lo marcó un doctor que constantemente decía que los médicos estudian todos los días de su vida. Luego de estar en los cursos biológicos del Instituto Nacional, los dos primeros años de su carrera transcurrieron en la Universidad de Concepción y los siguientes cinco en la Universidad de Chile, de la que egresó el año 1973.
El doctor Herrera lleva 30 años trabajando en el hospital Luis Calvo Mackenna, de los cuales 20 ha sido jefe de la unidad de broncopulmonar. Actualmente dirige el CAE, consultorio adosado de especialidad. También dirige el centro médico de la fundación Anibal Aristía, que es un centro pediátrico privado.
En el quehacer diario atiende a los niños hospitalizados y las interconsultas. En las mañanas atiende en el policlínico, donde enfrenta casos de pequeños con patologías crónicas como asma, bronquitis, fibrosis quística, displasia broncopulmonar e insuficiencia respiratoria crónica.
“Por pediatría me decidí cuando ejercía como médico general de zona en la salitrera María Elena, donde me fui recién recibido y recién casado. Estuve seis años ahí y me dediqué siempre a los niños. Ahí creé prácticamente todo lo que es Planificación Familiar y el control del niño. Organicé el consultorio”, comenta el doctor Herrera.
Después de su beca de pediatría y la subespecialidad de broncopulmonar en el Calvo Mackenna, el año `91 realizó también la subespecialidad de endoscopía de vía aérea, en la Universidad de Carolina del Norte, Estados Unidos.
Asma, combate día a día
Dentro de las patologías que atiende cotidianamente el doctor Oscar Herrera, la de mayor prevalencia es el asma, que alcanza entre un 12 y un 14 % en escolares, lo que implica que uno de cada 10 niños es asmático.
-¿Cuáles son las medidas para prevenir el asma?
En estos momentos estamos en la prevención terciaria, dando medicamentos muy buenos y tratando la enfermedad; en la prevención secundaria hay que evitar todos los alérgenos que puedan provocar los ataques de asma.
-¿Y la prevención primaria?
Tendría que ser a la mamá, con el bebé en útero…
-Un estudio reciente señala que existe una asociación entre el parto por cesárea y el asma en los niños, ya que en esta modalidad los pequeños no entran en contacto con microorganismos que los ayudan a desarrollar mejor su sistema inmune. ¿Está de acuerdo con esa teoría?
Absolutamente. El sistema inmune ha cambiado tanto, debido a las vacunas, antibióticos, los ambientes más limpios, todo lo cual ha llevado a que nuestro sistema inmune sea atacado ahora por la parte alérgica, que está íntimamente relacionada con el asma. Eso es lo que explica de alguna manera la teoría de la higiene.
-Entonces habría que incentivar el parto normal…
Sin duda. Es como la lactancia materna versus las leches artificiales: mamás que tal vez no quisieran amamantar porque quieren salir a trabajar, porque quieren cuidarse estéticamente; pero uno tiene que incentivar la lactancia materna, que es lo natural, lo que nutre completamente y es la única protección demostrada.
-Una vez ratificado el diagnóstico de asma en un niño ¿Cómo mejorar su calidad de vida?
Lo principal es que tenga una vida normal, que haga deportes, que no sea ese niño que presenta licencias en todas las actividades físicas. Para mantener bien al niño y evitar que sufra crisis, hoy disponemos de excelentes medicamentos inhaladores, que son los corticoides, que desinflaman la vía aérea. Nuestro objetivo debe ser enseñar muy bien a los padres y asegurar la adherencia, porque son tratamientos largos.
Gran sociedad de pediatras
El doctor Herrera lleva ocho años en la sociedad chilena de pediatría, en la que ha pasado por todos los puestos, y desde enero asume su presidencia por dos años. “Como yo soy apasionado por mi trabajo, eso me ha significado entusiasmarme cada día más con la labor que la sociedad realiza a lo largo de todo el país, porque además es la sociedad más grande, con cerca de dos mil socios. Poco a poco la hemos actualizado, y hoy tenemos una sociedad muy moderna que ayuda a los pediatras a que se perfeccionen, ofreciéndoles cursos, congresos, talleres y becas. El nuestro es el congreso más grande de una sociedad científica chilena, no hay otro”, dice con satisfacción el doctor Herrera.
-La convocatoria 2008 fue enorme, con casi 900 inscritos ¿Cuál fue su corolario de este congreso?
Primero, que fue todo un éxito. Segundo, constatar que los pediatras se han reencantado con la sociedad, porque además de ser un congreso de muy buen nivel académico, ha significado también una serie de actividades sociales que permiten una relación de camaradería, es la forma en que la gente se reencuentre de Arica a Punta Arenas. Además atrae mucho a la gente joven, a los becados y muchos internos de pediatría. Creo que estamos atrayendo también al pediatra general, que es lo que nos interesa.
-¿Cuáles son las tareas pendientes que le corresponden a usted desarrollar?
Hay tres tareas. Primero, tenemos el gran proyecto, que es extender el postnatal a seis meses. Lo venimos presentando desde hace ocho años, e hicimos todos los estudios técnicos, clínicos, económicos que avalan la extensión, con todas las ventajas que ello implica para el binomio madre e hijo. Por otro lado, así se evita todo el problema de las licencias fraudulentas que aparecen por enfermedades que no existen, porque la madre se ve obligada a conseguirse licencias falsas para quedarse un tiempo más con el niño. Si esto lo transparentamos, y logramos que se apruebe por seis meses, el empleador podrá contratar por ese tiempo a una persona intermedia.
En seis meses puede darse el apego, se ha demostrado que en el futuro esos niños tendrán menos enfermedades de todo tipo: gastrointestinales, respiratorias, están mejor neurológicamente, hay aumento del coeficiente intelectual, hay menos violencia y drogadicción.
Otra tarea sería lograr que todas las filiales, ramas y comités de nuestra sociedad trabajen muy activamente con el propósito de incentivar, por un lado la incorporación de nuevos pediatras a la sociedad, y por otra, que participen activamente en la docencia a todos los jóvenes. Creo que el perfeccionamiento va por ahí.
Nuestra sociedad tiene 17 ramas y 17 filiales. Cuando uno ve que son 34 pequeños centros a lo largo de Chile, lo que se quiere es que cada uno se desarrolle fuertemente.
-¿Cuál es la tercera tarea?
Tenemos que echar a andar la fundación de la sociedad de pediatría, porque eso permite atraer recursos, lo que es motivante para las empresas porque permite rebajas tributarias. Ya tenemos los estatutos listos y aprobados, está listo, sólo falta que comience a funcionar.
-¿Qué pasa con la idea de ocuparse de la salud de los adolescentes hasta los 18 años?
Es otro gran anhelo. Es un tema no sólo de la sociedad de pediatría, sino de todos los hospitales. Cada día, gracias a las nuevas tecnologías, tenemos una cantidad mayor de niños que están sobreviviendo a enfermedades de las que antes morían, por lo tanto, están llegando a los 15 años con necesidades especiales de salud. Nos hemos encontrado con que los hospitales para adultos no están preparados, porque nunca vieron la enfermedad de los niños, no la conocen. Y a su vez, nosotros que nos queremos quedar con ellos, nos dicen que no nos corresponde, no podemos poner a una niñita de 16 ó 17 años al lado de un niño chico, no tenemos la infraestructura.
Este problema trasciende a la sociedad de pediatría, y compete a las políticas públicas. Nuestro país tiene que redefinir lo que necesita el día de mañana, y debe orientarse con las cifras demográficas: Chile es un país que está envejeciendo, que cada año tiene menos nacimientos y más enfermos crónicos. En algún momento se aceptará que los pediatras traten a los adolescentes hasta los 20 años, como ocurre desde hace tiempo en los países desarrollados.
