Doctor Jorge Villegas, jefe del servicio de quemados HUAP
“Servir es poner los beneficios del progreso al alcance de la mayoría de las personas”
Su rostro redondo y sus ojos negros no logran delatar todo lo que ha vivido. Desde las pequeñas islas del sur de Chile, cuyas nalkas lo refugiaron cuando llovía, hasta las modernas instalaciones que ha logrado inaugurar en el hospital de Urgencia Asistencia Pública, diversos lugares lo han cobijado en su lucha por seguir su vocación de servir a los demás.
Jorge Villegas Canquil aprendió a leer a los cinco años, “me enseñó mi padre con unas letras de madera. El inconveniente es que aprendí a escribir con esos moldes, y cuando entré al colegio, en Melinka, tuve que aprender de nuevo”. A los siete años ingresó a un colegio jesuita en Puerto Montt. “Cuando llegué a Santiago me enteré que había hecho el mejor bachillerato de la zona sur. Di examen de admisión y quedé tercero en la Chile y cuarto en la Católica”. Estudió medicina en la Universidad de Chile y egresó el año 1972.
El doctor Villegas tiene tres hermanos, dos hijos y un nieto. Al final de tercer año de su carrera comienza a involucrarse con el tema de la docencia estudiantil, el sentido de ser médico. Tratando de definir el quehacer médico encontré la frase de “Poner los beneficios del progreso al alcance de la mayoría de las personas. Y eso es lo que yo quería hacer. Mi servir se había convertido en algo más concreto”, dice sin dejar de sonreír.
Casual especialidad
Jorge Villegas fue jefe de gabinete de Juan Carlos Concha, en el ministerio de Salud, antes de recibirse. Luego se le encomienda ser consejero nacional de desarrollo social. Mis compañeros de curso me encontraron el cargo de cirujano infantil en el hospital Exequiel González Cortés, donde tiene la suerte de trabajar junto a René Artiga, prócer en el tratamiento inicial de los quemados, quien era el jefe del servicio de cirugía y del servicio de quemados. Los quemados eran vistos como algo triste, difícil, laborioso" y don René me pide que me haga cargo de quemados. Luego me voy durante 5 años a Buenos Aires, Argentina, donde tengo la oportunidad de trabajar y aprender con el Dr. Fortunato Benaim.
Entonces, nunca estudió formalmente su especialidad, nunca hizo una beca…
No, trabajé en una especialidad, y al trabajar aprendes. En Europa nadie hace becas, te contratan para cumplir una función y ahí aprendes.
Caso emblemático
En 1986, para el caso de Carmen Gloria Quintana, "me corresponde dirigir la operación, y a pesar de su gravedad, la saco adelante y gano el premio mundial de quemaduras”. En base a esto, la Sociedad Americana para el avance de las ciencias lo invitó para reconocer el trabajo realizado.
Hospitales públicos
Los últimos tres lugares en los que trabajó el doctor Jorge Villegas son los hospitales Exequiel González Cortés, del Trabajador y el Luis Calvo Mackenna. Él tiene una opinión y un grato recuerdo de cada uno.
Ha trabajado en hospitales de niños… ¿Cómo logra sobrellevar ver a pacientes pequeños, y en general de cualquier edad que llegan tan dañados?
No los veo cuando llegan, me imagino cómo van a salir. Para todo soy así. Cuando uno tiene un motivo, y un paciente quemado grave es un motivo importante, se trata de salvarle la vida, es un desafío interesantísimo. El mérito del servicio es que sabemos a ciencia cierta que cuando alguien viene, te abraza y te dice que nos debe la vida, es cierto. Eso hace que tengamos una suerte de riqueza que no todos tienen. Es una alegría de cualquier médico, sólo que ésta tiene algo más de dificultad.
HUAP
Jorge Villegas llegó al hospital de Urgencia Asistencia Pública en diciembre del 2004, y el 2005 se hizo cargo del servicio de quemados, que desde su creación en 1969 ha sido un centro de referencia nacional.
Como conseguir recursos en el ámbito público no es fácil, se deben crear hechos imposibles de refutar. “Yo planteo que vamos a reducir la mortalidad de los pacientes críticos a la mitad, y en un año operamos mil pacientes". Cumplimos la meta y eso nos apoya para conseguir mas recursos. Se creó la ficha electrónica, que permite registrar todos los antecedentes de los pacientes. Eso construye conocimiento. No hay otro registro igual en toda América Latina.
Primero se modernizó el protocolo, después presentaron un proyecto de modernización. “Habíamos logrado incorporar los quemados en el AUGE, y nos ganamos el proyecto el año 2006”. Desde 1969 no se había vuelto a invertir en este recinto.
En este proceso de modernización ¿Qué ha sido lo más difícil?
Creo que al principio, lo difícil fue convencer a la gente de que había que invertir. Tampoco fue fácil convencer a mi propia gente de que eso que estábamos haciendo era para ellos.
Actualmente ¿Cuántos casos atienden al año?
Atendemos aproximadamente 120 quemados graves al año, que es más del 80% del total del país. Eso nos convierte en uno de los servicios más grandes de América Latina, porque nosotros recibimos sólo graves, pacientes que tienen riesgo vital.
¿Cuáles son los factores que implican un riesgo vital?
Sabemos que depende de la extensión, de la profundidad y de la edad, mientras más pequeños o viejos, más grave. Ahora también sabemos que si hay injuria inhalatoria se dobla el riesgo y que la quemadura eléctrica de alta tensión es grave por sí misma, no importa la extensión.
¿Por qué las quemaduras siguen siendo frecuentes a pesar de los programas de educación y prevención?
En niños, por un problema cultural. Si decidiéramos no tomar todas las bebidas calientes, estaríamos bastante mejor. Y el hervidor democratizó las quemaduras. Porque antes, las quemaduras con agua caliente tenían que ver con el espacio reducido de las cocinas, en cambio, el hervidor sacó el agua caliente de la cocina, disfrazó la tetera y le aumentó la boca. Entonces pueden caer dos litros de agua caliente sobre un niño chico que está aprendiendo a caminar.
En el mundo de los adultos es bien complejo. La hipótesis era que no son capaces de defenderse. Después de 200 pacientes estudiados, vimos que hay un altísimo porcentaje de abuso de alcohol, drogas o psicofármacos, senilidad y casi 23% de autoagresión.
Varias son las tareas pendientes. El Ministerio de Salud debe combatir las drogas, el alcohol, la automedicación de psicofármacos, la soledad y depresión en los ancianos. Por otro lado, se requiere una reinserción de los pacientes recuperados, porque hoy día no existen las redes capaces de acogerlos en sociedad. Las personas a quienes les salvan la vida no están desarrollándose. Entonces, invertir solamente en el tratamiento es un error que se debe corregir.
