Dra. Lorena Mosso
"Es fundamental que las mujeres estén atentas a su salud endocrinológica"
La doctora Lorena Mosso Gómez estudió medicina en la Pontificia Universidad Católica de Chile y, a principios de los ’90, cursó su especialización en Medicina Interna y, luego, en Endocrinología en la misma casa de estudios superiores.
Para continuar profundizando sus habilidades, la profesional tuvo una estadía de perfeccionamiento en el Departamento de Endocrinología de la Universidad de Misuri, en Estados Unidos. “Aunque en un primer momento en Chile teníamos ciertas limitaciones que hemos ido superando, desde el principio esta experiencia me permitió darme cuenta de que, al menos en la Universidad Católica, estamos desarrollando programas, especialmente de investigación que son de nivel internacional”, cuenta.
De hecho, la especialista está impulsando estudios que buscan mostrar la costo efectividad de realizar analisis de hormonas tiroideas a todas las mujeres como parte de los exámenes de rutina en el embarazo.
¿Qué fue lo que en un primer momento la llevó a enfocar su labor en el campo de la endocrinología?
- Esta es una especialidad que tiene la gracia de ser muy global en términos del ser humano. De hecho, nosotros describimos a las hormonas como aquellas sustancias que actúan en todo el cuerpo, por eso cuando se altera una función de una glándula, afecta todas las funciones del organismo. Estamos hablando desde el pelo, hasta el corazón, el cerebro y el intestino. Por eso es necesario tener un conocimiento acabado de toda la fisiología normal –conocimiento que nos entrega la medicina interna- y además de las distintas etapas vitales del ser humano. Poder acercarse a todo esto es muy atractivo. Incluso lo endocrinológico muchas veces afecta a la parte psicológica, la dimensión afectiva, es decir que son trastornos que se presentan en la persona como un todo.
¿Se relaciona esto de alguna manera con el ámbito ético de la medicina?
- Sí, absolutamente. Yo, además de mi labor docente en el área endocrinológica, soy profesora de bioética y la endocrinología nos permite ver precisamente cómo el ser humano es afectado por las patologías de forma global. No es sólo una parte de su cuerpo, sino que nos permite observar a la persona como un todo.
¿Cuáles han sido en las últimas décadas los avances más destacables de la especialidad?
- Sin duda, uno de los grandes avances ha sido el desarrollo de la biología molecular, que nos ha permitido el conocimiento al nivel del funcionamiento de la célula, aunque aún hay muchísimo que no sabemos. Pero lo que hemos podido vislumbrar es que se trata de unas fábricas maravillosas, porque son capaces de tomar, por ejemplo en el caso de la tiroides, compuestos básicos, materiales como el yodo, y producir a través de distintos procesos, una hormona muy diferente al yodo inicial, que termina actuando e interactuando con diversas partes del organismo. Yo cada día me maravillo y me pregunto cómo es posible tanta perfección. En todo caso, todavía estamos lejos de entender todos los detalles que hay en esa comunicación perfecta entre la molécula, su receptor y cómo se informa la acción que una célula debe seguir.
Entonces, los hitos tienen que ver con ir descifrando estos mecanismos…
- Sí, porque el descifrar, el conocer y el descubrir es lo que nos permite finalmente poder actuar sobre ello y darnos cuenta dónde están los errores y, finalmente, dónde están las enfermedades. Entonces, el conocimiento de las patologías viene del conocimiento de los mecanismos. También ha sido fundamental el desarrollo de nuevas técnicas inmunológicas.
Como Departamento de Endocrinología, ¿cómo se han ido desarrollando a la par de estos avances?
- En este camino nosotros hemos tenido intereses en distintas áreas, históricamente el Departamento de Endocrinología ha desarrollado ciertas líneas de investigación, por ejemplo durante algún tiempo se desarrollaron estudios sobre la glándula suprarrenal , pero más allá de la diversidad de temas, la glándula tiroides es algo que siempre ha estado presente en los estudios, tanto desde el punto de vista epidemiológico, como en lo que dice relación con el análisis de su funcionamiento.
Sin duda, un área muy importante, puesto que han abierto un Centro de Tiroides UC...
- Sí, la creación de este centro ha sido un gran hito, porque estamos abocados al estudio de las enfermedades de la tiroides. Ésta ha sido siempre una glándula estrella en endocrinología y ha habido allí líneas importantes de investigación, como la que tiene que ver con la relación entre ciertos trastornos psiquiátricos y el funcionamiento de la tiroides. Siguiendo otra línea de estudio, nos dimos cuenta de que las enfermedades tiroideas son muy prevalentes y cada vez está aumentando más su frecuencia. Así lo hemos visto, por ejemplo, en cáncer de tiroides, donde ha habido una aumento exponencial.
¿A qué se debe esto, a los estilos de vida que estamos llevando?
- Tiene que ver, primero, con que diagnosticamos más y mejor que antes. Pero sin duda, un elemento muy importante son los disruptores genéticos, tales como nuestra alimentación, los estilos de vida, el estrés, y los mecanismos inmunológicos que están asociados al cáncer. Las teorías oncológicas más modernas nos muestran ciertos elementos genéticos que nos predisponen a enfermar, pero también que hay algunos virus y bacterias que podrían desencadenar la patología, y que frente a un mecanismo inmune que no esté suficientemente fuerte como para defendernos de alteraciones y mutaciones que ocurren en nuestras células, se desarrolla o aparece un cáncer. En ese minuto también nos dimos cuenta de que había muchas enfermedades inmunológicas y de hecho los cuadros más comunes en tiroides eran las patologías autoinmunes.
¿Contaban con algún parámetro comparativo importante?
- No demasiado, porque de hecho los datos epidemiológicos disponibles en el país a este respecto eran muy pobres. Por ello, presentamos un proyecto para estudiar las enfermedades tiroideas en mujeres en edad fértil.
¿Por qué se interesaron específicamente en este grupo?
- Porque la tiroides durante el embarazo está sometida a un fuerte estrés. Como el bebé no tiene una tiroides propia, necesita la tiroides de su madre, por lo menos hasta el cuarto o quinto mes, y la tiroides materna tiene que ser capaz de producir hormonas tiroideas para ella y para el bebé. Tomando en cuenta este escenario, pudimos notar que no nos servía mucho extrapolar datos obtenidos con poblaciones generales, porque veíamos que no era lo mismo que sucedía específicamente con las mujeres en edad fértil. También sabíamos que las mujeres se ven más afectadas que los hombres por este tipo de cuadros. Con todo ello, quisimos saber cuántas mujeres en edad fértil podían tener déficit de función tiroidea que finalmente pudiese afectar al bebé.
¿Fue entonces que comenzaron a realizar análisis a las mujeres embarazadas que se atienden en este centro de salud?
Partamos diciendo que como no hay estudios previos, no está dispuesto como obligatorio un chequeo de hormonas tiroideas en las mujeres embarazadas. No es algo que los obstetras hagan como rutina.
¿Y deberían hacerlo?
Esa es nuestra propuesta. Pero para respaldar una iniciativa tan fuerte, necesitamos evidencia, principalmente mostrando que la prevalencia de la enfermedad justifica los costos de que este chequeo sea realizado en forma universal a todas las pacientes. Hacia allá van apuntados nuestros esfuerzos: queremos mostrar que tan prevalente es la enfermedad para que se justifique los costos de un screening. Hemos venido trabajando desde mediados de 2007, respaldas por un fondo de la Sociedad Chilena de Endocrinología, que fue postulado como parte del proceso de especialización de la doctora Carmen Castillo, con quien estamos desarrollando la investigación.
¿Cómo ha resultado la pesquisa hasta hora?
- Todavía no hemos analizado a todo el universo que nos hemos propuesto y de hecho nos gustaría que se realice como rutina en los controles de embarazo. Hasta ahora llevamos un 30% y hay que decir que nosotros les pedimos como requisito, no tener ningún antecedente de enfermedades tiroideas. Es más, muchas de ellas tenían exámenes tiroideos hechos alguna vez en su vida, normales.
