Accidente cerebro vascular: cada minuto cuenta
Reconocer los síntomas dentro de los primeros 60 minutos es primordial para marcar la diferencia en el resultado, pudiendo salvar vidas y evitar complicaciones a largo plazo.
El accidente cerebro vascular (ACV) es una enfermedad que afecta a los vasos sanguíneos que suministran sangre al cerebro, ya sea por obstrucción (isquemia) o por ruptura (hemorragia). Representa la segunda causa de muerte en el mundo y una de las principales razones de discapacidad, según el estudio Global Burden of Disease 2015. Puede ocurrir a cualquier edad y en el último periodo la incidencia en menores de 45 años ha aumentado, representando entre 10% y 15%.
“Un ACV puede matar dos millones de neuronas por minuto. Sin embargo, es posible prevenir las secuelas neurológicas si se trata a tiempo. Por ello, frente a los síntomas, se debe concurrir en forma inmediata a un centro de salud con capacidad de resolver este cuadro, ya que cada minuto cuenta”, explica la doctora Catherine Volaric, coordinadora de Neurología de Clínica Bupa Santiago.
Los síntomas suelen generarse de manera repentina y por lo mismo es fundamental estar informado para actuar a tiempo, ya que el éxito del tratamiento y la disminución de las secuelas dependerán si el paciente llegue a tiempo para ser tratado dentro de las primeras 6 horas al servicio de urgencia.
Contrario a lo que ocurre en un infarto al corazón, los accidentes vasculares usualmente no duelen, generando que los pacientes no concurran de manera oportuna a urgencia. Los signos principales son: pérdida o disminución de conciencia, dificultades bruscas del lenguaje, falta de fuerzas, sensibilidad, equilibrio y trastornos de la marcha.
Si bien cualquier persona puede sufrir ACV, existen factores de riesgo o comportamientos que lo propician. Principalmente corresponden a la hipertensión arterial, edad avanzada (sobre 60 años), tabaquismo, colesterol elevado, diabetes mellitus y sedentarismo.
“En este sentido, lo más importante para ayudar a prevenirlos es controlar adecuadamente los riesgos cardiovasculares. También, hacer cambios de hábito que favorezcan una vida más saludable, como la actividad física, una alimentación equilibrada (baja en sal y con un nivel de azúcar controlado), moderar el consumo de alcohol y eliminar el tabaco”, comenta la especialista.
