Academia Chilena de Medicina brinda reconocimiento a Dra. Mireya Bravo
En una solemne sesión presidida por el doctor Alejandro Goic y que contó con la presencia de la ministra de Salud, doctora María Soledad Barría, el jueves 19 de abril en el Instituto de Chile se llevó cabo la incorporación de la doctora Mireya Bravo Lechat como miembro de número de la Academia Chilena de Medicina.
A la ceremonia asistieron otras importantes autoridades, tales como el prorrector de la Universidad de Chile, doctor Jorge Las Heras; el vicedecano de la Facultad de Medicina de la misma casa de estudios, doctor Ennio Vivaldi; el presidente de la Sociedad Médica de Santiago, doctor Félix Muñoz y el presidente del Consejo Regional Santiago del Colegio Médico de Chile, doctor Jorge Tisné.
En la ocasión, el doctor Goic, presidente de la Academia Chilena de Medicina, explicó que la doctora Bravo ocupará el sillón número 13 del organismo, que perteneciera al distinguido doctor Tulio Pizzi Pozzi, quien fue decano de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile.
Precisamente, la doctora Bravo rindió un sincero homenaje al doctor Pizzi, quien falleció en agosto del 2005. De él destacó su larga trayectoria en el campo administrativo, docente y de investigación, recordando también su gran sensibilidad por temas éticos y humanísticos. También valoró su cultura, espíritu crítico y, sobre todo, su excelencia académica y gran compromiso con la universidad.
El doctor Eduardo Rosselot fue el encargado de efectuar el discurso de recepción de la doctora Bravo, señalando que la profesional se formó en hematología pediátrica bajo la tutela del doctor Raúl Etcheverry, en el servicio del doctor Hernán Alessandri. Luego trabajó en el Hospital Roberto del Río y se consolidó como docente de la Facultad de Medicina en la cátedra de pediatría del doctor Arturo Scroggie. Posteriormente, viajó a perfeccionarse a Estados Unidos junto a su marido, el doctor Hugo Pumarino, en el Hospital Universitario de Georgetown y en el Children's Hospital.
El interés de la doctora Bravo por las personas y la humanidad, la llevó a trabajar en el campo de la Bioética. Por ello, para su incorporación en la academia, la profesional presentó un trabajo titulado “El aporte de la bioética a la humanización de la medicina”.
En la presentación, la especialista recordó su travesía hacia esta disciplina, la cual comenzó en 1994, cuando fue invitada por el doctor Juan Pablo Beca al Congreso Chileno de Pediatría, en que se dedicó un día completo a la Bioética. Luego asistió a cursos, jornadas y fue alumna del Magíster en Bioética dictado en Chile por uno de sus más queridos mentores, el doctor Diego Gracia. “Tan importante fue para mí que me hizo dejar la Hematología para embarcarme en esto con el convencimiento de que era lo que quería y debía hacer”, resaltó.
Fue esta decisión la que más tarde la llevó a formar parte del Centro de Estudios Éticos, Antropológicos y Humanísticos de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile, el que se transformó en el actual Departamento de Bioética y Humanidades Médicas de la Facultad de Medicina, que la doctora Bravo encabezó entre el 2003 y 2007.
La profesional se refirió a la Bioética como un saber interdisciplinario que transita entre la filosofía, la biología, el derecho, la sociología, la antropología y la psicología. “Al introducir una nueva forma de entender el respeto por el enfermo, la consideración de hechos y valores en la relación clínica y el método deliberativo en la toma de decisiones, la bioética ha propuesto un cambio de actitud en el ejercicio de la medicina que la lleva de vuelta a lo que ha sido siempre su preocupación central, que es el bien del enfermo, ahora entendido a la luz del nuevo escenario del mundo”, concluyó.
