En el Club de Campo del Colegio Médico
Generación del ‘52 celebró sus cinco décadas de profesión
En 1952 la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile entregó el título de médico a 160 nuevos profesionales de la salud. A fines del mismo año, un entusiasta comité planeó un viaje a Europa que duró cuatro meses y contó con la participación de 70 compañeros de generación. Para financiar la idea organizaron diversas actividades como bailes y rifas, una de las cuales incluso entregó como premio un auto para el número ganador.
El grupo partió de Santiago a Buenos Aires, “posteriormente fuimos a Marsella, Génova y recorrimos toda Europa, incluyendo Italia, Francia, Suiza, Alemania, España, Portugal y Gran Bretaña”, recuerda el doctor Hernán Villalobos Rivera, reumatólogo del Hospital Regional de Talca, que formó parte del comité organizador del viaje.
Regresaron a Chile en abril de 1953. Cincuenta años han pasado desde entonces y para celebrar estas bodas de oro decidieron organizar una nueva actividad, que está vez no los llevó a recorrer el viejo continente, sino a un recuento de sus vidas, en un emotivo almuerzo que tuvo como escenario el Club de Campo del Colegio Médico.

El doctor Villalobos explica que este grupo fue siempre muy entusiasta desde su ingreso como alumnos de la Facultad de Medicina en 1946. Por ello, cuando comenzaron su vida profesional continuaron reuniéndose frecuentemente, iniciativa que en un comienzo fue impulsada por el doctor Livio Paolinelli.
De todas las ocasiones en que se han juntado, esta reunión es en la que se ha logrado congregar al mayor número de compañeros. “Asistieron 70 colegas de la promoción del ‘52, faltaron 32 porque estaban enfermos o fuera del país y 48 de los que se recibieron con nosotros fallecieron, entre ellos el propio doctor Paolinelli. Es bastante triste”, opina el médico, quien no concurría estos encuentros desde la celebración de los 20 años de profesión.
“Fue bastante sobrecogedor, por lo menos para mí, porque uno tiene en la mente la imagen juvenil de los compañeros y de repente me encontré con la realidad de caras sin nombre y nombres sin cara. Uno no sabe quién es quién. Por eso cuando entré al salón por algunos segundos tuve la incómoda sensación de haberme equivocado de lugar y de evento. La mayoría había cambiado tanto que estaba irreconocible y lo más tremendo es que al saludarnos, yo descubrí que también era un desconocido para ellos. Es un poco choqueante, porque todos tenemos una idea de uno mismo que no cambia con los años, pero al enfrentarnos con este espejo que son los demás nos damos cuenta del paso del tiempo”, reflexiona el doctor Villalobos.

En todo caso, el médico explica que esta sensación de desconcierto fue desapareciendo a lo largo de la velada. “Con algunos colegas, cuando comenzamos a conversar, nos re-conocimos y pudimos reconstruir nuestras historias de vida, nos dimos cuenta de que habíamos sido grandes amigos en la época de la universidad, pero que después no nos habíamos seguido viendo. La parte física de la persona es lo que se deteriora, pero al escuchar algunas voces, decenas de recuerdos y anécdotas volvieron a mi mente. Ahora supe que casi todos son abuelos, muchos han sido operados de algo, a algunos han tenido un gran éxito en el desempeño de la profesión y otros no tanto”.
El doctor Villalobos, los restantes 69 médicos que asistieron al almuerzo, y los miembros de la generación del ’52 que no pudieron asistir al evento, tendrán otra oportunidad para reencontrarse. Los profesionales fueron invitados por las autoridades del Colegio Médico a un homenaje que se les rendirá durante la celebración del día del médico, acto que se llevará a cabo en la Sede Central de la Universidad de Chile, el 3 de diciembre de 2003.

