Con gran entusiasmo y emoción, un centenar de médicos que recibieron sus títulos en 1975 se reunieron el 28 de mayo en los salones del Hotel Manquehue, donde celebraron los 30 años de egreso de su generación.

El encuentro fue organizado por las doctoras Nelly Espinosa, Consuelo Fernández y Evelyn Betancourt, quienes se mostraron muy contentas por la buena convocatoria de la actividad, donde rememoraron episodios de la vida universitaria, rescatando los códigos de la amistad que forjaron durante esa etapa de sus vidas.

Junto con mencionar lo emotivo que resultó el encuentro, la doctora Betancourt agradeció la difusión realizada por SAVALnet, señalando que algunos compañeros se contactaron con ella luego de leer la noticia sobre la celebración en el portal informativo que el laboratorio mantiene en Internet.

La profesional quiso además difundir un mensaje destinado a los compañeros de la generación, texto que el equipo organizador preparó especialmente para ser difundido a través de este periódico online.

30 años
Por Generación 68-75 de la Escuela de Medicina de la Universidad de Chile

… Y en Esteban Del’Orto, cerca de Apoquindo se produjo el reencuentro de esos 100 compañeros de curso que fueron sensibles a los esfuerzos de la convocatoria del comité organizador del trigésimo aniversario de los médicos de la Generación 68-75 de la Universidad de Chile.

Había cien multiplicadas por cien preguntas que hacer a cada uno de esos rostros sonrientes, había cien historias que escuchar. Faltó tiempo, faltó aliento, sobró alegría, sobraron las sorpresas, fueron cerca de siete horas de una vorágine de emotivas miradas a los años de estudiantes, de escuchar las voces de ayer en hombres y mujeres hoy con canas y arrugas.

Le damos credibilidad y un especial gusto a esos recuerdos, de observar extasiados que la vida nos ha dado tanto, pensar que entonces cantábamos o escuchábamos “Gracias a la vida” de la gran Violeta Parra, con sabor político o como canto de conformismo y esta noche se nos hizo carne el concepto de gratitud por lo que tenemos. Gracias por tener tantos compañeros de curso que disfrutan estos encuentros sin criticar detalles y solo sentir lo grande que somos al estar juntos en una prolongada cena.

En lo protocolar se distribuyó las mesas por orden alfabético, se pasó lista del curso y se aceptaron las excusas de los que no pudieron venir y se lamentó a los que sin excusa figuraron inasistentes a esta actividad irrepetible del curso (los esperamos para la próxima, no fallen… Puede ser la última).

Luego se hizo un breve discurso de bienvenida y brindis de apertura con un mandato previo de abrazar fraternalmente al compañero sentado al lado. Posteriormente, se reconoció a los que han sobresalido en el servicio público como el doctor Osvaldo Salgado (subsecretario de Redes Asistenciales) y, en lo académico, como el doctor Pedro Herskovic (director de la Escuela de Medicina de la Universidad de Chile).

Se recordó a los que ya no estarán más. Se eligió la “Mina del evento” (Ofelia Hervias) y al “Guapetón” (Salgado, otra vez). También hubo espacio para un concurso de baile y, al llegar al ritmo tropical, no se pudo continuar pues casi todo el curso ocupó la pista para lucir los pasos y contorneos de baile de nuestras primeras salidas a “discos” en los años ‘70.

Al tiempo que se desordenaron las mesas, hubo mil cruces de recuerdos, más sonrisas y carcajadas… ¡qué ganas de poder escuchar y contar todas esas anécdotas y casi poéticas añoranzas, rescatadas cada cinco años en una sola noche! Pero así es la cosa, sólo es posible concluir que se reprodujo otra vez la magia de la amistad acrisolada en esos lindos años de estudiantes, pero fortalecida con la madurez de los años que nos dio la vida.

Hubo encuentro de amigos que no se veían por más de 30 años, como por ejemplo Franklin Aravena, que vino de la ciudad de Victoria, y Juan Carlos Carvajal (“Panda”) que viajó especialmente desde Antofagasta.

En los diálogos de muchos aparecen los nietos –adorables- y los hijos que nos dejaron solos en casa (como nosotros lo hicimos con nuestros padres) y nos cae el peso de esa frase: “Ley de la vida”. Para muchos de nosotros ya es “Ley de la vida”, que estos revoltosos o serios, huraños o sonrientes, cada vez más viejos o “más mayores” compañeros de curso sean parte de nuestras vidas y hubo consenso en la necesidad de juntarnos más seguido, ojalá cada tres años.

Definitivamente fue una fiesta de las buenas, incluso tuvieron que echarnos sin sutilezas del local contratado. Los resultados hacen grande la imagen de Evelyn Betancourt, Consuelo Fernández, Nelly Espinosa, María Elena Cabrera, Blanca Campos, Eduardo Villalón y Álvaro Ibarra, especiales agradecimientos a sus esfuerzos y tiempo dedicado a este evento.

Muchas Gracias
El Curso (Generación 68-75 de la Escuela de Medicina de la Universidad de Chile)
Escrito por el doctor Juan Carlos Carvajal (“Panda”)