Uno de los motivos por el cual las personas temen vivir muchos años, es que su memoria sufra un deterioro progresivo hasta el punto de perder la orientación, olvidar dónde dejan sus pertenencias o no ser capaces de manejar asuntos financieros.

Sin embargo, una nueva investigación de la Clínica de Mayo, publicada en febrero de 2003 en la revista Neurology, demuestra que este temor es muchas veces infundado, pues la memoria puede continuar siendo muy precisa incluso después de los 100 años.

Los científicos estudiaron un grupo de 111 nonagenarios, de los cuales el 56 por ciento estaba libre de Alzheimer y otras formas de demencia senil, en tanto el resto presentaba un déficit cognoscitivo moderado (mild cognitive impairment, MCI) -condición que a menudo precede al Alzheimer- pero sin demencia completa, por lo que podían continuar siendo relativamente independientes.

De acuerdo a los investigadores, sus hallazgos constituyen una buena noticia para quienes temen la pérdida de capacidades mentales y funcionales durante la vejez. Los resultados muestran que la sola variable edad sobre 90 años, no se correlaciona necesariamente con deterioro de las capacidades cognoscitivas, demencia o enfermedad de Alzheimer; es más, estos problemas afectan a menos de la mitad de los adultos mayores en este rango de edad. Incluso al ser evaluados, algunos de los ancianos se situaban en rangos superiores a los de personas mucho más jóvenes sometidas a la misma prueba.

Los autores precisan que en personas de 90 años y mayores, es posible equivocarse al intentar definir su función cognoscitiva, pues se tiende a mal interpretar su condición basándose en la relación que los demás agentes sociales establecen con ellos. Por ejemplo, es muy frecuente que los hijos de ancianos se hagan cargo -aunque sus padres estén muy bien en todo sentido- porque consideran que su condición es delicada, o simplemente porque sienten que deben hacerlo. Según los científicos, esta situación da la idea errónea de que el individuo no está facultado para desenvolverse por sí mismo, cuando la realidad es otra.

Además, este estudio determinó por primera vez que el MCI también existe en los nonagenarios. Previamente, había incertidumbre entre los investigadores sobre si era posible realizar un diagnóstico de MCI en personas de edad tan avanzada, debido a un grado proporcionalmente mayor de deterioro mental y funcional propio del envejecimiento.

A pesar de otros problemas de salud, el uso de medicamentos y la asistencia -a veces innecesaria- de parientes y amigos, los científicos lograron identificar a las personas que presentaban al momento del estudio condiciones cognoscitivas normales, y a las que cursaban con MCI o con demencia.

Los investigadores también consiguieron determinar que en este rango etario el MCI tiene características similares a las que se presentan en personas más jóvenes. De hecho, los nonagenarios con MCI mostraron pobres resultados en estudios de memoria, pero estaban bastante bien en cuanto al funcionamiento global de su cerebro. Cabe destacar que el principio fundamental del MCI consiste precisamente en que las personas son funcionalmente normales, pero en cuanto a la memoria, su estado se asemeja a la demencia.

El estudio fue realizado con residentes de la localidad de Rochester, Minnesota, de entre 90 y 99 años. Para llevarlo a cabo, un neurólogo y una enfermera visitaron la casa de cada voluntario para efectuar pruebas neuropsicométricas y evaluar capacidades funcionales y cognoscitivas.

Los científicos planean continuar su trabajo con estos y otros ancianos, examinando los factores genéticos y medioambientales que pudieran incidir en el MCI, la demencia, el Alzheimer y otras enfermedades presentes en la edad avanzada.