Hospital Clínico de la Universidad de Chile
Dra. Rosemarie Fritsch desarrolla método para tratar la depresión en personas laboralmente activas
Con el respaldo de un fondo otorgado por el Hospital Clínico de la Universidad de Chile, otorgado por la institución para estimular la investigación clínica, la psiquiatra Rosemarie Fritsch está desarrollando el proyecto “Tratamiento estructurado de la depresión en personas laboralmente activas”, estudio inédito en el país que pretende despejar algunas dudas que existen con respecto al tema.
Más allá de los altos costos que implica el ausentismo laboral vinculado a la depresión, la especialista ha decidido abocarse a analizar el cuadro que se desarrolla cuando el sujeto deprimido va a trabajar sin cumplir con sus labores, lo que puede ser aún más perjudicial y costoso para la institución; es lo que se denomina “presentismo laboral”.
Investigaciones estadounidenses han demostrado que la depresión tiene alta prevalencia entre las personas que trabajan y está asociada a la pérdida de productividad laboral, ya que causa discapacidad. Con todo ello, en Estados Unidos sólo por este concepto las empresas dejan de percibir cerca de US$33 mil millones anualmente.
En el caso de Chile, según cifras del Ministerio de Salud, la depresión es la segunda causa de discapacidad en mujeres y tercera en varones, mientras que un 20 por ciento de los adultos que viven en Santiago sufren de algún problema emocional, haciendo de éste un tema de salud pública preocupante.
Tomando en cuenta lo anterior, muchos especialistas del área consideran que el problema debiera abordarse en forma sistemática, con programas especiales que incluyan la participación tanto del personal médico y de los pacientes, como de miembros del ámbito empresarial y sindical.
Para desarrollar su estudio, en esta ocasión la doctora Rosemarie Fritsch está analizando tres grupos de personas, conformados por 60 sujetos cada uno. El primero incorpora individuos sin depresión; el segundo tiene pacientes deprimidos que siguen tratamientos tradicionales ofrecidos por consultorios y otras instituciones de salud, y el tercero cuenta con personas deprimidas que se adscriben al programa de salud estructurado por el Hospital Clínico de la Universidad de Chile, el cual se centra en la monitorización.
Según la especialista, se ha comprobado que para aumentar la adherencia a un tratamiento es fundamental que una persona entrenada se preocupe de llamar al enfermo una vez por semana para consultarle cómo se siente, cómo le ha ido con los fármacos y para recordarle que está disponible para responder a sus dudas, si las tuviera. “Nosotros contamos con una enfermera que está cumpliendo con esta labor, porque sabemos que así obtendremos mejores resultados”, explica la doctora Fritsch.
Si bien el ausentismo laboral puede ser perjudicial para la empresa, la profesional insiste en que los efectos del “presentismo” podrían llegar a ser incluso peores. “Estas son las personas que van al trabajo con depresión y que, en consecuencia, no rinden lo esperado o simplemente no cumplen sus funciones porque no están en condiciones de hacerlo. Entonces eso acarrea problemas serios para el grupo, ya que otros deben asumir las labores ajenas, mientras el enfermo insiste en no tratarse. A la larga es peor que el ausentismo, mal que mal éste es pagado por el sistema de salud, mientras que el ‘presentismo’, con todos sus inconvenientes y conflictos, lo asume la empresa y el propio afectado”.
Uno de los principales desafíos que ha debido enfrentar la doctora Fritsch en su estudio, es mantener dentro a los pacientes que están siendo analizados. “El tratamiento ofrecido por el Hospital Clínico de la Universidad de Chile tiene una duración mínima de 6 meses, según los protocolos establecidos para depresiones que han debutado por primera vez, e incluye, además de la monitorización, consultas sucesivas al psiquiatra, sobre todo durante las primeras semanas, además de los fármacos. Hasta ahora hemos captado que muchas de las personas que enviamos, según su sistema de salud, a otros recintos hospitalarios, han abandonado el tratamiento. Como sabemos que algunos no quieren ser parte de este grupo, que se considera de control, les hemos ofrecido que, en caso de no obtener buenos resultados, les daremos la oportunidad de tratarse con nosotros una vez que hayan pasado los seis meses. Puede parecer incomprensible pero es la única manera de hacer un estudio serio, ya que necesitamos contar con datos certeros”, comenta la especialista.
En cambio, no ha tenido mayores dificultades para medir la productividad de los pacientes, lo que se lleva a cabo mediante cuestionarios que las personas completan, tal como se hace en otras partes del mundo con buenos resultados. “Ya que es difícil cuantificar la productividad, en otros países han optado por validar los datos con herramientas estandarizadas que denotan la funcionalidad laboral del sujeto, que son las mismas que estamos usando nosotros”, señala.
La profesional espera que este proyecto le permita establecer los costos reales asociados a tratamientos estructurados para personas deprimidas que trabajan en las empresas. “Los problemas actuales están relacionados con los horarios, la falta de adherencia y recaídas, entre otros aspectos. Lo ideal es que la institución posea estrategias para realizar detección y tratamiento de cuadros depresivos y que tenga la flexibilidad necesaria para que estas personas puedan acudir a los profesionales cuando lo necesiten. Así, a largo plazo, la productividad se elevará, de acuerdo a lo que hemos observado en otras partes del mundo”, concluye.
