En el sur del país, un hombre de 83 años dedica su tiempo libre a lo que fue un hobby durante toda su vida. Tras jubilarse del rubro del transporte, Alfredo Roberto Davanzo se aboca a dibujar hermosos palacetes de estilo colonial, con el talento de un artista autodidacta.

Su hijo, el doctor Alfredo Davanzo, director de Postgrado de la Facultad de Medicina de la Universidad de Concepción, cuenta la historia de quién, a través de sus trazos, ha capturado la arquitectura típica del sur de Chile.

“Mi padre es un hombre tranquilo. Siempre tuvo esta veta artística, hacía juguetes para mí y mis hermanos, tallaba madera, inventaba cosas. Hacía de todo, incluso pintaba acuarelas. Nunca estudió para hacerlo y tampoco se dedicó a vender sus obras. Eran para nosotros, para sus hijos, su familia, o los amigos”, relata el cirujano.

Cuenta que Alfredo Roberto Davanzo siempre ha vivido en el sur de Chile. “Primero en Puyehue, en la época en que vivir allí significaba ser pionero. Luego se radicó en Osorno, hasta hoy.”

Trabajando en un pequeño taller artesanal, en donde cada herramienta tiene su sitio dibujado en la pared, don Alfredo logró contagiar de este cariño por el arte a sus hijos, y luego, a sus nietos. “Yo, como artista, nunca desarrollé mis aptitudes, aunque tengo facilidad para pintar. Cuando era más joven, mi padre me enseñó a usar el torno e hice lámparas de madera, de un modelo muy sencillo, con forma de carretas de troncos. Cuando nacieron mis hijos, eran ellos los que se metían al taller del abuelo, para hacer casitas de muñecas, autos y otros juguetes”, señala el médico.

Los dibujos de Alfredo Davanzo padre llaman la atención por su sobriedad y fidelidad figurativa. Las casas que pinta existen, son parte de los paisajes que rodearon su vida, y su mano las atrapa en el papel con todos sus detalles. Líneas seguras, bien definidas, dan forma, volumen, luz y sombra a un trabajo solitario, sin grandes pretensiones, íntimo.

Al escucharlo hablar, da la impresión que esas mismas líneas firmes, fueran los trazos que dibujan la vida y los recuerdos del doctor Davanzo. “Mis padres, que llevan 56 años de matrimonio, viven ahora solos, en una casa más pequeña, llena de los adornos que hace mi papá. Siempre los visitan familiares y amigos, pues llevan esa vida del sur, tranquila, con mucha conexión entre las personas. Nosotros en las ciudades más grandes hemos perdido eso”, señala el médico, añorando a la vez su antigua casa, más grande, dónde transcurrió su juventud. “La casa donde crecí debe tener por lo menos 100 años. Perteneció a mi abuela y tiene una anécdota bien especial. Cuando mi padre trabajaba, la casa estaba al lado de la calle y estacionar los buses en el patio era una operación complicada. Así que los dejaba en frente, pero ahí ocupaban mucho espacio, por lo que decidieron correrla entera hacia atrás. Hicieron nuevos soportes en el patio, y movieron la casa completa unos 20 metros hacia el fondo, en una especie de minga. Era una construcción de madera, grande, que resistió los terremotos sin problemas y que, en efecto, aún existe. Luego la vendieron, para comprar una más pequeña. Mis hijos aún recuerdan cuando crujía de noche y siempre dicen que les gustaría hablar con los nuevos dueños para entrar y volver a verla”, concluye con nostalgia el profesional.

Así, con satisfacción y trozos de una historia dibujada con cariño, el doctor Davanzo muestra el trabajo artístico de un hombre fundamental en su vida: su padre.

Por Soledad Cabrera

Bajo el nombre “Palacios del Sur”, las obras de Don Alfredo Roberto Davanzo serán expuestas en los salones del centro de eventos Sur Activo, en la ciudad de Concepción, durante el desarrollo del LXXVII Congreso Chileno e Internacional de Cirugía, encuentro que se realizará entre el 21 y el 24 de noviembre de 2004.