Pediatras viajan a China a través de la historia del té
Según la leyenda, en el año 2.737 a.C., el emperador chino Sheng Nung estaba descansando junto a un árbol de té silvestre cuando una ligera brisa agitó las ramas y algunas hojas cayeron en un recipiente donde hervía agua. El sabor y aroma que quedó en ella le gustó tanto que comenzaron a utilizarse los brotes y las hojas de la camellia sinensis para elaborar infusiones.
Al principio el té sentó las bases de la medicina tradicional china y tuvieron que transcurrir varios siglos hasta que se popularizara como bebida. De hecho, la historia señalaba que el té era un elixir exclusivo de las personas de clase alta y con recursos económicos amplios. Luego se extendió por toda China y era empleado como tónico, diurético y bálsamo, sobre todo, hasta el siglo III antes de Cristo.
El novedoso brebaje se difundió rápidamente por todo el imperio e hizo su entrada en Europa a principios del siglo XVII de la mano de la Compañía Holandesa de las Indias Orientales. Su popularidad jugó un papel muy importante en la apertura de Asia al comercio con Occidente y, en 1662, al casarse la princesa portuguesa Catalina de Braganza con el rey Carlos II de Inglaterra llegó a la corte británica, transformándose más tarde en la bebida nacional.
Esta infusión milenaria comparte con el vino la capacidad de entrenar el paladar, debido a que presenta una gran riqueza de matices aromáticos y gustativos, que se derivan de su origen y elaboración. Para conocer todo lo que hay que saber a la hora de disfrutar de una buena infusión, Laboratorios SAVAL organizó en el Centro SAVAL de Cooperación Científica de Viña del Mar una exquisita cata té.
El encuentro estuvo encabezado por la especialista Leyla Amar de Tea Corner, quien introdujo a las pediatras asistentes en un viaje por la historia de esta infusión; y sus diversos colores y variedades: blanco, verde, oolong, negro y rojo, aptos para diferentes momentos del día e ideales para acompañar determinados tipos de comida.
Las asistentes mientras disfrutaban de su infusión, pudieron identificar los tipos y examinar las hojas secas con la vista, el olfato y el tacto; y observar todo el proceso de preparación de la bebida para luego probarla e intercambiar impresiones.
