Con una serie de actividades y celebraciones, el centro asistencial está conmemorando sus seis décadas de historia, en las cuales ha debido adaptarse a los requerimientos modernos, sin dejar de lado principios y valores que marcaron su funcionamiento desde los inicios.

Los 50 años de cirugía cardiaca en el centro asistencial y los 60 años del Hospital UC fueron celebrados, con la llega al establecimiento del primer corazón artificial que permitirá ayudar a mantener con vida a aquellas personas que esperan un órgano adecuado para el trasplante, y con la inauguración del edificio Patio Central, concebido para acoger a los pacientes y sus familias en cómodas instalaciones.

Si bien la primera piedra del edificio que actualmente acoge al hospital fue colocada en 1937, el establecimiento recién tuvo su primer paciente seis años más tarde. Desde entonces el lugar, conocido en esa época como el “Hospital del Corazón Misericordiosísimo de Jesús”, comenzó a transformarse en el eje de muchos procesos y cambios importantes para la medicina chilena.

El primer director del establecimiento fue el doctor Rodolfo Rencoret, quien estaba a cargo de un equipo conformado por 23 médicos, quienes eran asistidos por las religiosas de la congregación de la Caridad de la Inmaculada Concepción. Esta situación comenzó a cambiar a principios de los ’50 cuando se fundó la Escuela de Enfermería. Actualmente, entre médicos, kinesiólogos, nutricionistas, enfermeras, tecnólogos médicos y otros profesionales, el hospital clínico y sus diversos centros cuentan con más de 800 trabajadores.

A mediados de la década del ‘50, a los ocho mil metros cuadrados que la construcción tenía originalmente, se habían agregado nuevas salas y pabellones equivalentes a tres mil metros cuadrados, espacio que en los años siguientes permitió la habilitación del departamento de Farmacia, el Centro de Electroencefalografía, el Laboratorio de Hematología, los servicios de Neurocirugía, Recuperación, Tratamiento Intensivo, Traumatología, la Maternidad y el departamento de Obstetricia, Ginecología y Perinatología.

En una época en que los cambios de la ciencia eran abrumadores, el centro asistencial implementaba los nuevos avances sin perder de vista un coherente y formado cuadro valórico, y sus principales objetivos, los cuales aparecían ligados al fomento y mantención de la actividad docente. En este contexto, los años ’60 comenzaron para el hospital con su primera cirugía a corazón abierto con circulación extracorpórea y la atención en el establecimiento del primer parto.

Con una política de constante crecimiento, 10 años más tarde el Hospital Clínico ya contaba con servicio de kinesiterapia, enfermería, tecnología médica, nutrición, salas de diálisis externa y de tratamiento intensivo respiratorio, y se había realizado el primer transplante renal.

Dada la gran demanda de atención ambulatoria, en 1980 se inauguró el Centro de Diagnóstico San Joaquín, el cual resultó ser una obra modelo respecto a su funcionamiento y eficiencia.

Al enfrentar la fuerte crisis económica de esa década, el establecimiento debió profesionalizar su gestión. En los años siguientes se edificaron más de 8 mil metros cuadrados, los que acogieron unas 200 camas para hospitalización, se crearon el Servicio de Pediatría y los departamentos de Neurología, Cirugía Digestiva, Urología, Neurocirugía, y Ortopedia y Traumatología.

En definitiva, el centro asistencial cuenta hoy con más de 71 mil metros cuadrados que se orientan a la atención de los pacientes y sus familias, a los que se suma la Clínica de la Universidad Católica, proyecto concebido para dotar al complejo de salud de la UC de un centro de atención médica para enfermos hospitalizados, que contara con los más altos estándares de calidad de servicio e infraestructura.

El Hospital Clínico UC ha logrado marcar una destacada presencia en la Región Metropolitana a través de sus centros médicos generales y de especialidades, distribuidos en diversas comunas, que en conjunto brindan varios millones de prestaciones cada año. Con todo ello el establecimiento ha evolucionando en complejidad, sin descuidar la relación con los pacientes ni el vínculo entre quienes conforman los equipos de trabajo.