Vejez y salud
Estilos de vida saludables prueban ser beneficiosos también en edades avanzadas
Definitivamente una vida plena se relaciona en gran medida con padecer menos enfermedades, mejorar la calidad de vida y, en resumen, vivir más y mejor. Sin embargo, frecuentemente ocurre que cuando se llega a la vejez, las personas dejan de lado ciertos hábitos alimenticios y físicos, en cierto modo “abandonándose” o cuidándose mucho menos, pues piensan que a partir de cierta edad los problemas son inevitables e inherentes a dicha condición.
Pese a lo que pudiera suponerse, el efecto de los distintos estilos de vida sobre la salud del adulto mayor no ha sido estudiado con demasiada profundidad, y aunque la lógica apunta en esa dirección, pocos científicos han examinado el vínculo entre ambos elementos.
Este es el tema que aborda una interesante publicación realizada en China por médicos de la Universidad de Hong Kong y difundida por la prestigiosa Gerontology, revista editada por la International Associaton of Gerontology que centra su línea editorial principalmente en artículos relacionados con el envejecimiento.
Esta vez los autores estudiaron sobre 2000 ancianos con edad promedio de 80 años (1.033 mujeres y 999 hombres), a los cuales se les controló su nivel de actividad física, dieta y consumo de alcohol y tabaco, haciendo posteriormente un seguimiento de tres años. El ensayo analizó y tabuló qué enfermedades nuevas desarrollaban o adquirían en ese período y si éstas eran causa de hospitalización y/o fallecimiento. Por último, se investigó en cada uno de los participantes, el nivel de salud percibido (es decir, qué opinión tenían ellos mismos de su propio estado de salud) y la presencia o ausencia de depresión geriátrica.
Los resultados del estudio son bastante concluyentes y posiblemente generalizables para todo tipo de poblaciones y culturas. El riesgo de muerte se ve disminuido en los individuos que realizan alguna actividad física, como así mismo en aquellas personas que consumen constantemente una dieta que podríamos llamar mediterránea (frutas, vegetales, pescado, aceite de oliva e ingesta moderada de alcohol). Además, se encontró una relación inversa entre actividad física y hospitalización. Los ancianos que presentaban una “mejor salud percibida” eran aquellos no fumadores y bebedores mesurados. Por último, y muy interesantemente, el consumo prudente de bebidas alcohólicas y la actividad física aparecieron como factores protectores frente a la depresión.
Estos datos coinciden con otros estudios epidemiológicos, y demuestran que una actitud preventiva no es útil solamente en edades más jóvenes, sino que por el contrario, ciertas costumbres deberían ser constantes durante toda la vida, minimizando en el tiempo la aparición de enfermedades crónicas.
J. Woo y colaboradores enfatizan finalmente que el hecho de haber obtenido conclusiones tan claras y consecuentes es aún más categórico si se considera que el seguimiento fue sólo de tres años. Definitivamente los estilos de vida saludables tienen gran impacto sobre la salud personal y la salud pública, independientemente de la edad de las personas. Este es un tema que cada vez cobra mayor relevancia, al mismo tiempo que la población envejece en muchos lugares del mundo y los costos terapéuticos se incrementan.
Noticia publicada con la colaboración de Dra. Raquel Soto Carrasco
