Especialista chileno corrobora investigación de Harvard
Dormir siesta podría mejorar la memoria
Un equipo de neurólogos de la Universidad de Harvard presentó un estudio que sugiere que una hora de siesta al día puede resultar en algunos aspectos tan beneficiosa como una noche completa de sueño.
Los científicos aseguran que la siesta favorece las habilidades de aprendizaje y memoria tanto como ocho horas de sueño, aunque aclararon que este descanso no debe, en ningún caso, sustituir al descanso nocturno fundamental para la recuperación y reparación de muchas funciones vitales.
La investigación, publicada en la edición de julio de 2003 de la revista Nature Neuroscience, cuestiona estudios anteriores que postulan la necesidad de una noche completa de sueño para fijar o aprender ciertas habilidades adquiridas durante la vigilia.
Para comparar los efectos de la siesta frente a una noche completa de sueño en las habilidades de memoria y de aprendizaje, los científicos seleccionaron dos grupos de voluntarios con diferentes patrones de sueño. Mientras unos no habían dormido nada durante el día, el resto durmió después de comer durante hora y media aproximadamente. Luego, mediante técnicas de imagen se analizaron sus ondas cerebrales para estudiar las fases por las que atravesaba su sueño diurno.
Los investigadores comprobaron que las personas que atravesaban por todas las fases del sueño (superficial, intermedia, profunda y REM) durante la siesta, obtenían mejores resultados en los test de aprendizaje que quienes habían tenido un sueño de mala calidad. Incluso, durante las 24 horas siguientes a la siesta, su nivel de rendimiento era tan bueno como el del resto de los voluntarios que había dormido dos noches completas.
El doctor Archibaldo Donoso, neurólogo y coordinador de la Clínica de la Memoria del Hospital Clínico Universidad de Chile, coincide con sus colegas de la Universidad de Harvard en las bondades de un buen dormir y, sobre todo, en los efectos positivos que un reposo extra tiene sobre la memoria.
El especialista explica que los investigadores estudiaron un aprendizaje procedural, es decir, “la capacidad de aprender una discriminación de texturas visuales; para adquirir esa habilidad es necesario dormir normalmente, pero ellos comprobaron que el sueño normal puede ser reemplazado por una siesta de 60 a 90 minutos”.
Según el doctor Donoso, este trabajo complementa investigaciones anteriores “que señalaban que para adquirir esta capacidad -que involucra una modificación del sistema visual- eran necesarios tanto el sueño REM (sueño profundo, acompañado de ensoñaciones) como un sueño no REM. Esta habilidad tiende a perderse si no se entrena y siestas breves (de 10 a 20 minutos) pueden impedir esta pérdida.
Por otra parte, el médico explica que algunas investigaciones han demostrado que una carencia parcial de sueño produce defectos de atención y concentración, que se recuperan con siestas breves.
