El potencial multifacético de la testosterona en la salud femenina
Más allá del deseo sexual, esta hormona impacta la salud integral de las mujeres, incluyendo el bienestar emocional y cognitivo, la función musculoesquelética y la salud metabólica y cardiovascular.
Históricamente, la testosterona se ha asociado principalmente con el tratamiento del trastorno del deseo sexual hipoactivo (TDSH) en mujeres posmenopáusicas, pero su influencia se ha ampliado. Evidencias recientes la relacionan con aspectos como la fuerza muscular, la integridad ósea, el equilibrio energético, el estado de ánimo y la vitalidad. La declinación androgénica relacionada con la edad, especialmente acelerada por la menopausia quirúrgica, impacta diversos sistemas. Esto hace necesario reevaluar la testosterona como un mediador fisiológico esencial para la salud integral de la mujer.
La Dra. María Soledad Vallejo, del Hospital Clínico de la Universidad de Chile, y el Dr. Santiago Palacios, de la Clínica Palacios de Salud y Medicina de la Mujer en España, llevaron a cabo esta revisión y síntesis de evidencia científica reciente. Su objetivo fue explorar el papel multifacético de la testosterona en la salud femenina y resaltar sus impactos fisiológicos más allá de la función sexual, promoviendo así una visión integral de su valor clínico.
Se centraron en ensayos clínicos pequeños y estudios observacionales de la última década. Examinaron los hallazgos relacionados con la suplementación de testosterona, destacando el empleo de dosis fisiológicas y la diversidad de regímenes utilizados. Sin embargo, el artículo enfatiza que la extrapolación a la población general femenina se ve limitada por los pequeños tamaños de muestra, la heterogeneidad de las formulaciones y los cortos periodos de intervención de los estudios actuales.
La evidencia sugiere que esta hormona mejora el bienestar, la motivación y la capacidad funcional, especialmente en mujeres con niveles bajos de andrógenos. Un estudio piloto reportó beneficios en el estado de ánimo y síntomas cognitivos mediante terapia transdérmica en mujeres perimenopáusicas y posmenopáusicas. En el ámbito musculoesquelético, las dosis fisiológicas aumentan la masa magra y la fuerza en mujeres posmenopáusicas con deficiencia androgénica, lo que implica un potencial para combatir la sarcopenia y mejorar la densidad mineral ósea. Además, niveles endógenos elevados de testosterona se asocian con una mayor masa esquelética y un menor riesgo de fracturas. En cuanto a la salud metabólica y cardiovascular, las dosis fisiológicas bajas podrían optimizar la composición corporal y la sensibilidad a la insulina, mientras que dosis altas podrían resultar contraproducentes. Cabe destacar que no se han observado efectos adversos en el tejido mamario.
En resumen, la testosterona posee un valor terapéutico que trasciende la esfera sexual, pero su integración clínica requiere más ensayos controlados y una comprensión más profunda de sus efectos a largo plazo. A pesar de sus beneficios anabólicos, todavía faltan datos sólidos para establecer guías de prescripción seguras fuera del TDSH. Se destaca la importancia de un enfoque individualizado, basado en una evaluación clínica y en mediciones precisas de andrógenos. La aplicación clínica debe sustentarse en evidencia contundente para avanzar hacia una visión integral del equilibrio hormonal femenino y una longevidad saludable.
Fuente bibliográfica
Testosterone in women: beyond hypoactive sexual desire
María S. Vallejo & Santiago Palacios
Gynecological Endocrinology, 41:1, 2592402