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28 Enero 2013

Dra. Sylvia Asenjo Mardones:

“Trabajamos para promover estilos de vida que rompan un círculo vicioso”

La destacada académica de la Facultad de Medicina de la Universidad de Concepción lideró un equipo multidisciplinario que intervino dos sectores vulnerables de la Región del Bío Bío, con la finalidad de incorporar hábitos que favorezcan la disminución de los índices de obesidad infantil.

Los niveles de sobrepeso, obesidad y sedentarismo han crecido con rapidez en Chile durante los últimos años, constituyéndose en un problema grave que preocupa a los distintos estamentos de la salud del país, particularmente por el aumento que se aprecia en niños y adolescentes.

De acuerdo a la última Encuesta Nacional de Salud (ENS), el sobrepeso alcanzó un 64,5% de la población, el sedentarismo un 88% y la obesidad un 25 por ciento. A estas cifras debe sumarse el informe emitido durante 2012 por la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (Ocde) referido a los menores en edad escolar, el cual posiciona a Chile como el sexto país con mayor obesidad infantil en el mundo.

Según el estudio, que mide índices de niños y jóvenes entre 5 y 17 años, el 27,1% de las niñas y el 28%,6 de los niños supera la talla correspondiente a su edad, configurando un escenario complejo que ha motivado diferentes estrategias para revertir la tendencia, advertida también por el Ministerio de Salud, cartera que reveló que el 40% de los estudiantes de octavo básico está excedido en su peso y que sólo uno de cada 10 alumnos muestra una condición física adecuada.

La realidad ha obligado a desplegar una serie de campañas para frenar o bien disminuir estos niveles, cuyo objetivo central es promover la vida sana, incentivando la actividad física y una alimentación saludable. En este marco nació el programa piloto “Una decisión inteligente”, el cual se propuso cambiar los hábitos y estilos de vida de un grupo de alumnos de entre tercero y séptimo básico que presentaban obesidad y sobrepeso. La iniciativa, que contó con la participación de un destacado equipo multidisciplinario integrado por especialistas de la Facultad de Medicina, Farmacia, Educación y Ciencias Sociales de la Universidad de Concepción, surgió gracias a una alianza de la Fundación de la Familia y la casa de estudios superiores, centrando su último trabajo de intervención directa en 89 menores de las escuelas Villa Centinela Sur y Nueva Los Lobos, ambas emplazadas en sectores vulnerables de Talcahuano, en la Región del Bío Bío.

“A comienzos de 2012 se nos acercaron de la fundación para desarrollar este proyecto, a través del programa denominado Estrategia Contra la Obesidad de la Universidad de Concepción, ECO-UdeC”, comenta la doctora Sylvia Asenjo Mardones, endocrinóloga infantil, académica del Departamento de Pediatría y directora del proyecto, que se ejecutó entre marzo y noviembre pasados.

“Una decisión inteligente” está basado en el programa “Bright Bodie” de la Universidad de Yale, el cual consiste en aplicar un modelo de intervención en escolares con obesidad con el apoyo de un equipo profesional multidisciplinario y de la familia de cada alumno, con el fin de producir modificaciones sustanciales de la conducta alimentaria y de la actividad física. Con este objetivo se desarrollan talleres de nutrición, talleres de apoyo psicológico para niños y padres y sesiones de actividad física previa evaluación de cada niño.

La doctora Asenjo explica que “para llevar a cabo este programa se evaluaron 276 escolares de entre tercero y séptimo básico de las dos escuelas de Talcahuano escogidas. Luego de comprobarse que el 20% de esos niños presentaba obesidad y un 24% sobrepeso, se inició un trabajo con los 89 escolares que junto a sus familias aceptaron someterse a la intervención. Como el proyecto es impulsado por la primera dama, Cecilia Morel, en el acto de clausura contamos con su presencia en terreno, al igual que con otras autoridades del gobierno regional”.

 

¿Cuáles son las características principales de este programa?

Nosotros comenzamos el año 2007, con experiencias anuales. Su principal característica es su sello multidisciplinario, además de realizarse en sectores de alta vulnerabilidad y estar basados en el apoyo familiar. El proyecto responde también a uno de los objetivos más importantes de la Universidad de Concepción, que es mantener y fortalecer su vínculo con la comunidad.

¿Con qué realidad se encontraron en esta intervención?

Nos encontramos con una realidad bastante parecida a la de otros lugares en que hemos trabajado. La evaluación nutricional de escolares de entre 9 y 14 años, pesquisó un 24% de niños con sobrepeso y un 20% de ellos con obesidad. Asimismo se comprobaron alteraciones metabólicas, las más frecuentes en relación a colesterol y/o triglicéridos altos, encontradas en el 76% de los niños, mientras que el 61% presenta resistencia a la insulina y el 27% síndrome metabólico.

¿A qué atribuye estos índices?

Fundamentalmente a los malos hábitos de vida y alimentación. Por lo mismo trabajamos para promover estilos de vida que rompan un círculo vicioso que tiende a mantenerse y perpetuarse en el tiempo. Nosotros hicimos un seguimiento de varios niños y nos dimos cuenta, transcurridos tres años, que es muy difícil que un menor obeso retome una condición de normalidad. Al contrario, los que tenían sobrepeso pasaban en un porcentaje importante a obesidad.

¿El factor de vulnerabilidad es determinante en este problema?

Hemos visto en la mayoría de las poblaciones que a mayor vulnerabilidad social, mayor es el índice de obesidad. La obesidad es más frecuente y también es más grave. Los niños tienen mucho mayor riesgo de padecer diabetes tipo 2, dislipidemia, hipertensión arterial o síndrome metabólico. De hecho, un alto porcentaje de niños ya presentan algunos de estos problemas.

¿Cómo se estructura el equipo de trabajo?

En la intervención participa un médico, nutricionista, profesores de educación física y un psicólogo, a lo que tenemos que sumar el apoyo familiar, que es un factor clave. Otra pieza fundamental es el trabajo del Departamento de Bioquímia Clínica de la Facultad de Farmacia donde se realizan los exámenes de laboratorio que nos permiten evaluar metabólicamente a los niños.  Lo que hacemos es promover un cambio en el estilo de vida, pero por una elección personal y manejo conductual. No queremos que ningún niño sienta que está haciendo dieta, sino que está tomando buenas decisiones en distintos ámbitos. En el fondo es el niño el que decide. El programa se puede aplicar desde los 7 años y trabajamos mediante talleres de educación física, manejo conductual y nutrición, para que los niños vayan aprendiendo a elegir sus alimentos. También hay talleres especialmente dirigidos a los padres, para que luego ellos puedan orientar a los menores.

¿Qué evaluación puede hacer de esta intervención?

Una primera evaluación mostró buenos resultados en el sentido que un 60% de los niños había mejorado su peso y había un 20% que solamente se había mantenido, lo que también es un logro porque normalmente la obesidad va en aumento y solamente un 20% no había tenido cambios. Son cifras que nos dejan bastante satisfechos, porque a veces los resultados de este tipo de programas no son tan evidentes en el corto plazo.

La doctora Asenjo habla con entusiasmo del tema. Se nota particularmente motivada y orgullosa del trabajo ejecutado. “Nosotros vemos como los niños se benefician con este proyecto y nuestro principal interés parte ahí. Sabemos el daño que produce la obesidad en los niños, condición asociada a un montón de comorbilidades. A través de nuestro quehacer y de nuestros conocimientos podemos aportar para solucionar un problema de salud grave en la población infantil. Aplicar lo que sabemos de manera práctica nos permite salir de nuestro ámbito académico y llegar realmente donde más se necesita. Para nosotros es un estímulo enorme, porque cada uno tiene un rol muy valioso. Después de tanto esfuerzo inevitablemente se generan lazos y vínculos con los menores y ver sus progresos nos llena de satisfacción”, cuenta.

La destacada académica adelanta que la idea es mantener el trabajo durante 2013 e incorporar a más niños. Por lo mismo, postularon a nuevos fondos del Ministerio de Hacienda para seguir la labor junto a la Fundación de la Familia. 

“La experiencia en Estados Unidos demuestra que al cabo de dos años hay una mejora, por eso es vital mantener el programa en estos lugares y comenzar a abarcar otros sectores. Hemos tenido la oportunidad de difundir y entregar detalles de estas intervenciones en seminarios que se desarrollaron en las universidades Católica en Santiago y del Desarrollo en Concepción, ambos organizados por el Ministerio de Salud y con participación de representantes de la Organización Panamericana de la Salud, lo que confirma lo positivo de estas experiencias y su gran potencial. Para nosotros, cada niño que logramos recuperar nos produce una tremenda alegría, porque estamos previniendo enfermedades crónicas que son la primera causa de mortalidad y morbilidad en Chile”, finaliza.

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