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C o n t e n i d o d i s p o n i b l e e n h t t p : / / www. n e umo l o g i a - p e d i a t r i c a . cl

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Neumol Pediatr 2015; 10 (4): 189 - 193

BCG 1948 – 2014: ¿La misma cepa?

CICATRIZ VACUNAL Y PPD

La vacunación con BCG produce una cicatriz, dos a tres

semanas después de su administración apropiada. Se desarrolla

una pápula en el sitio de administración, que crece hasta 8

mm en la semana 5, hasta que se ulcera y posteriormente cura

espontáneamente en la semana 6 a 12, dejando una cicatriz

permanente despigmentada plana o deprimida. Esta cicatriz

puede tardar hasta 6 meses o más en desarrollarse e incluso

pudiese ser negativa en un 10-15% de los casos cuando es

administrada al momento de nacer. También puede ocurrir en

un 10% de los casos que la lesión desaparezca en el tiempo

(13,14). Estos dos escenarios no se correlacionan con ausencia

de inmunidad (8).

Si la técnica de vacunación se aplica correctamente,

con una vacuna conservada en buenas condiciones, los test

tuberculínicos tres meses después deben ser positivos en el

95% de los casos. Desafortunadamente no existe un método

confiable que pueda distinguir entre reacción cutánea inducida

por vacunación por BCG o por infección con M tuberculosis. La

proporción de sujetos vacunados con BCG pueden presentar un

amplio espectro de reacciones tuberculínicas, variando desde 0

a 90% de los casos. El tamaño de esta reacción cutánea varía

según dosis, cepa, ruta de administración, edad del paciente,

estado nutricional, tiempo desde la vacunación e inclusive si es

que la dosis es reiterada (3,15,16). La variación de la prueba

de tuberculina desde negativo (<5 mm) a positivo (>10-15 mm)

es útil en sujetos no vacunados de países con baja endemia.

En países con micobacterias ambientales y/o altas endemias

la interpretación de estas pruebas son dificultosas porque no

diferencian entre exposición previa o TB activa (1,8,17).

ESTUDIOS DE EFICACIA

Las vacunas BCG proveen una robusta protección

contra mortalidad por meningitis (64%) y TB miliar (78%) en

la infancia, con una protección global del 50%, sin embargo

su protección contra TB en adolescentes y adultos, donde se

concentran los casos de TB, es altamente variable, dependiendo

de los estudios, poblaciones y coberturas analizadas, por lo

que la inmunogenicidad y eficacia son objeto de controversia

(1,7,18,19). Incluso en las áreas de alto riesgo de TB, el uso

de BCG no debiera ser considerado el principal método de

control de protección, debido a que su eficacia es desconocida,

no protege a los no vacunados y el test tuberculina puede ser

confundente para aceptarlo como correlato de protección.

Estimaciones de eficacia de BCG en la prevención

de TB pulmonar varían desde 0% en Chingleput, India (20)

hasta 80% en el Medical Research Council en el Reino Unido

(21). Eficacia contra enfermedad primaria progresiva ha sido

reportada de manera exitosa en los países con vacunación

neonatal, persistiendo tras 10 años de la vacunación (3). Estudios

en poblaciones originarias en Estados Unidos demostraron una

eficacia cercana al 50% en protección contra TB pulmonar en

adultos mayors de 50 años (22). Se desconoce si la latitud afecta

la eficacia, pero se plantea que mientras más cerca de la línea

ecuatorial esta pudiese disminuir por interferencia inmunológica

con micobacterias ambientales (1,18,23). Otro de los problemas

para determinar la eficacia y efectividad de las vacunas es

que la TB infantil es más difícil de diagnosticar y confirmar

que en adultos, pudiendo las formas moderadas no haber sido

reconocidas en estos estudios, además de los factores socio

culturales, económicos y medio ambientales (1,24).

INDICACIONES

La OMS y la unión internacional contra la TB y la

enfermedad pulmonar sugieren los siguientes criterios para

decidir remover la vacunación universal con BCG: si es que

existe un buen sistema de notificación con tasas < 5 por 100000

habitantes o el promedio anual de notificación de meningitis

TB en < 5 años de edad < 1 por 10 millones de habitantes

en relación a los 5 años previos, o si el promedio de riesgo

anual de TB es < 0,1%. A medida que estas situaciones se van

presentando los países han ido orientándose hacia vacunación en

poblaciones selectivas, descontinuando la vacunación universal

(1,3). La cepa, esquema, dosis, ruta de administración ni edad

óptimas han sido establecidas de manera categórica para el uso

de vacunas BCG (3). La OMS recomienda dosis única de 0,05

ml en los recién nacidos, estrictamente por vía intradérmica,

correspondiendo a la mitad de la dosis recomendada en sujetos

mayores, principalmente para países en vías de desarrollo con

alta prevalencia de TB. Esto ha tenido un impacto económico y

de mortalidad a corto plazo, sin contribuir de manera importante

al control de la TB (1).

La experiencia muestra que la asociación de BCG

con otras vacunas no produce, por lo general, aumento de la

reactogenididad ni modificaciones en la respuesta vacunal.

Ninguna otra vacuna debe ser usada en la extremidad donde se

puso BCG por al menos 3 meses, debido al riesgo de linfadenitis

existente. En caso de querer administrar otra vacuna viva

atenuada inyectable, deben espaciarse por al menos 4 semanas

(1). Hoy en día la única indicación en mayores de 16 años es

en sujetos con alto riesgo de exposición, como trabajadores de

laboratorio y personal de salud. Este último escenario se plantea

solo en condiciones de alto riesgo de transmisión de TB multi

resistente, en los cuales las estrategias habituales de control y

profilaxis quimioterápicas han fallado (3). No hay evidencias de

que la repetición de la vacunación sea necesaria, a pesar de la

pérdida de inmunidad.

Las administraciones orales actualmente no son

recomendadas. La mayoría de los países utilizan rutas

intradérmicas, para medir de manera precisa la dosis

administrada. La ubicación más habitual es a nivel del deltoides,

sin embargo puede variar en distintos países. La vía intradérmica

produce mayor cantidad de casos de úlceras y adenitis. La

vía subcutánea tiene el riesgo de abscesos y cicatrices con

retracción en el sitio de administración. Existe una técnica

con dispositivo de agujas múltiples que posee menos efectos

secundarios. Se desconoce si es que existe alguna diferencia

entre las técnicas de administración y la protección contra TB

(1,3,13).

La cicatriz BCG no traduce inmunidad y su ausencia

no se correlaciona con falta de protección (25,26), sin embargo