Previous Page  49 / 60 Next Page
Information
Show Menu
Previous Page 49 / 60 Next Page
Page Background

C o n t e n i d o d i s p o n i b l e e n h t t p : / / www. n e umo l o g i a - p e d i a t r i c a . cl

190

Neumol Pediatr 2015; 10 (4): 189 - 193

BCG 1948 – 2014: ¿La misma cepa?

los cuales realizó procesos propios de subcultivos en diferentes

condiciones, siendo las cepas originales eliminadas. De esta

manera se generaron varias cepas con cambios fenotípicos

entre ellas y pérdida de factores de virulencia, los cuales no

están bien precisados (3). Por este motivo se dice que BCG no

es una vacuna única, sino que corresponde a una familia de

vacunas, siendo hoy en día el grupo de vacunas más antiguas

disponibles que aún se están utilizando, conformando parte de

los programas nacionales de inmunización (PNI) de casi todos

los países en el mundo, en distintas etapas de su desarrollo

económico e histórico, excepto en Estados Unidos y Holanda,

estimándose que más de 4 mil millones de personas las han

recibido (1,3).

En 1921 se vacunó al primer humano con BCG y en

1928 la Liga de las Naciones la adoptó como vacuna. Entre

1929 y 1930 ocurrió el desastre de Lübeck, donde fallecieron

72 niños posterior a la contaminación con un bacilo virulento

de la preparación oral de BCG que se utilizaba en ese entonces.

En 1947 se introduce la técnica inyectable que se ocupa en la

actualidad y en 1948, el primer congreso internacional sobre

BCG determinó que era efectiva y segura contra TB, a pesar de

la falta de estudios apropiados para sostener esta afirmación,

extendiéndose su vacunación a nivel mundial, lo cual fue seguido

por campañas apoyadas por OMS y UNICEF, con lo que miles de

millones de personas lograron ser vacunadas. En 1956 la OMS

solicitó liofilizar los lotes disponibles para preservar las cepas

respecto de las originales, con el objetivo de estandarizar su

producción y características vacunales (1,3).

En Chile el uso de esta vacuna se remonta a 1927, en

las primeras vacunaciones orales en recién nacidos, legalizada

con el Decreto 1841 que incorporó la vacuna al “Programa de

Lucha contra la Tuberculosis”. Fue suspendida en 1930 por

la tragedia de Lübeck, reincorporándose en 1947 con técnica

intradérmica, programándose metas de coberturas del 95% (5).

De esta manera el 2011 habríamos tenido 26.560 defunciones

por TB, en caso de no haber incorporado la vacuna, en lugar

de las 236 muertes reales observadas ese año (5). Claramente

estos resultados son multifactoriales y fruto de un programa de

salud pública consistente y bien organizado que ha permitido

a Chile transitar hacia la eliminación de esta enfermedad,

reduciendo su incidencia desde 41,3 por 100.000 habitantes en

1990 a 13,6 en el año 2013 (6). La cobertura de BCG durante

el 2012 en siete de las 15 regiones estaba bajo el 95% (6),

ascendiendo hasta 97,6% el 2014, usando como denominador

los recién nacidos vivos, lo que representa una mejora respecto

del 2013 (93%).

Su presentación es en frascos multidosis (10 ó 20

dosis), duran 4 horas una vez abierto el envase, no poseen

timerosal ni otros preservantes, y sus precios por dosis oscilan

entre $84 y $282 (5).

INMUNOGENICIDAD Y CORRELATOS DE PROTECCIÓN

Estudios de laboratorio han demostrado que existen

algunas cepas denominadas fuertes (Pasteur 1173 P2, Danesa

1331) y otras débiles (Glaxo 1077 y Tokio 172). Los patrones

de fragmentos de restricción mayores originados a través

de la digestión del DNA de las vacunas BCG son distintos y

pueden ayudar para identificarlas. Las cepas fuertes poseen

mayor inmunogenicidad, hipersensibilidad cutánea, lesiones

granulomatosas y probablemente mayor protección contra

TB (3). Entre los cambios genotípicos más relevantes está la

pérdida de la región RD1, la cual codifica para 9 proteínas de M

tuberculosis que no se encuentran en BCG. Esta deleción llevó

a la pérdida de los antígenos ESAT y CFP10, manteniendo otros

como el Ag85, MPB70, y el micósido B, este último se modifica

según métodos de producción de la vacuna (1,3,7–9).

Los eventos inmunológicos que ocurren en el

hospedero posterior a la vacunación con BCG o en respuesta a

la infección por M tuberculosis no son conocidos en profundidad,

pero en modelos animales se ha visto que los linfocitos T

CD4+ jugarían un papel protagónico, generando células T de

memoria central, pero existiría una incapacidad de la vacuna de

inducirlas por un largo periodo de tiempo, por lo que se perdería

la protección dentro de 15 - 20 años posterior a la vacunación

(3,10). De esta manera no se dispone de correlato de protección

confiable, desconociéndose el nivel de protección que otorga la

vacuna y la enfermedad en cada individuo. Estudios en humanos

sugieren que el IFN-

ƴ

no necesariamente se correlaciona con

protección, planteándose medir complejos cuantitativos, a través

de una combinación de citoquinas (7,10,11). Todavía existen

antígenos lipídicos y proteínas del M. tuberculosis cuya función

es desconocida, presentes en distintas fases de crecimiento, que

podrían gatillar la respuesta inmune innata, a través de los

toll-

like receptors

2 y 6, pudiendo ser las claves para comprender la

incapacidad para eliminar el bacilo que se observa en algunos

pacientes.

La inmunidad necesaria para responder a una infección

por M. tuberculosis dependerá de la fase de ella y el equilibrio

que exista entre sus componentes. Inicialmente la inmunidad

innata ingiere y mata a la bacteria a través de los macrófagos,

con un importante rol de los neutrófilos, lo que serviría para

entrenar al sistema inmune innato a través de inducción de

citoquinas proinflamatorias, lo que incluso tendría implicancias

en disminuir la mortalidad por sepsis de cualquier causa en

prematuros vacunados con BCG (12). Posteriormente linfocitos

T CD4+, a través de citoquinas como interleukina 2 e interferón

gamma (IFN-

ƴ

), activan a fagocitos para que eliminen bacilos.

Los linfocitos CD8+ estimulan la necrosis y destrucción celular

de los fagocitos que intentan eliminar al bacilo, sin conocerse de

manera completa cuáles son los procesos por los que atraviesa

el macrófago para evitar los escapes de la enfermedad (3). Esta

respuesta de linfocitos CD8+ es lo que determina la respuesta

de hipersensibilidad tardía (10), lo que todavía se utiliza como

evidencia de infección o un signo de adecuada respuesta a la

vacuna BCG, a través de la prueba de tuberculina, sin embargo

sus magnitudes de reacción no se correlacionan necesariamente

con nivel de protección. La aplicación de proteinómica junto

al desarrollo del conocimiento del genoma han acelerado la

identificación de proteinas bacterianas y su uso como correlatos

de protección y sus aplicaciones diagnósticas, por lo que se

espera que en los próximos años este escenario cambie y se

disponga de herramientas más concretas para entender la

protección conferida tanto por la enfermedad como por las

vacunas BCG (7).