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Contenido disponible en

www.neumologia-pediatrica.cl

INTRODUCCIÓN

La sialorrea se define como la pérdida no intencional de

saliva desde la boca

(1)

. Esta condición es normal en los niños

pequeños hasta los 15 ó 18 meses de edad, pero se consi-

dera una entidad patológica cuando ocurre después de los

cuatro años

(2-5)

. Su presencia puede conducir a alteraciones

funcionales, psicológicas y sociales, que afectan tanto al pa-

ciente como a su familia o cuidadores. Uno de los problemas

más importantes es que impide la socialización, entorpece

las relaciones interpersonales y la integración en la sociedad,

constituyéndose como una barrera para el contacto físico

(1)

.

Con respecto a la etiología y al impacto clínico es impor-

tante distinguir la sialorrea anterior de la sialorrea posterior.

La sialorrea anterior se refiere a la saliva derramada desde

la boca, que es claramente visible. La sialorrea posterior es

cuando la saliva es derramada hacia el istmo de las fauces,

creando un riesgo de aspiración. La sialorrea posterior ocu-

rre en pacientes con disfagia orofaringea severa. Ambas se

pueden encontrar en un mismo paciente

(1)

. Existen múltiples

estudios que muestran la experiencia del manejo de la sialo-

rrea con la infiltración de toxina botulínica en niños con alte-

raciones neurológicas como parálisis cerebral. Sin embargo,

no existen estudios en la literatura nacional ni internacional

sobre el uso de la infiltración de toxina botulínica en niños con

traqueostomía dependiente de ventilación mecánica.

El objetivo de este trabajo es presentar una revisión de

la literatura sobre la sialorrea con su manejo principalmente

a través de toxina botulínica y compartir la evolución de

un paciente con traqueostomía dependiente de ventilación

mecánica a quien se manejo la sialorrea con infiltración de

toxina botulínica A en glándulas salivales submandibulares y

parótidas, marcadas por ecografía.

REVISIÓN DE LA LITERATURA

La secreción de saliva es regulada a través de un arco reflejo.

La vía aferente es activada por la estimulación de quimiore-

ceptores y mecanoreceptores. Los nervios craneales V, VII,

IX y X, llevan los impulsos hacia el centro de la salivación

que se encuentra en protuberancia y bulbo raquídeo. La vía

eferente de este arco reflejo es principalmente parasimpática.

El VII par craneal entrega el control a las glándulas subman-

dibulares, sublingual y glándulas menores, mientras que el IX

par craneal controla la salivación de las glándulas parótidas. El

flujo de saliva es reforzado por la inervación simpática, la cual

promueve la contracción de las fibras musculares que rodean

los conductos salivales

2

.

En estado de reposo, el 70% de la saliva es secretada por

las glándulas submandibulares y sublinguales. Bajo estimula-

ción, el flujo de saliva aumenta hasta cinco veces, siendo la

glándula parótida el principal proveedor. Un adulto produce

entre 1.000-1.500 ml de saliva por día, los niños antes de la

pubertad producen significativamente menos (750-900 ml

por día)

(1)

.

La saliva cumple varias funciones, entre las que se cuentan

la limpieza mecánica de la boca, contribuir a la homeostasis

oral y a regular el pH de la boca. La saliva también tiene

propiedades bacteriostáticas y bactericidas que contribuyen

a la salud dental y a disminuir el mal olor. Es importante en

la lubricación del bolo alimenticio y la amilasa que contiene

inicia la digestión de los hidratos de carbono

(5-8)

. En un ciclo

de 24 horas ocurren alrededor de 600 degluciones de saliva.

En condiciones normales un individuo es capaz de compensar

un aumento de salivación, por lo que, en general, sólo una

hipersalivación no produce sialorrea, al contrario una altera-

ción de la deglución casi siempre la provoca

(2)

.

Si bien es correcto decir que la etiología de la sialorrea

es multifactorial, podríamos dividir sus causas en 3 grandes

grupos: la causada por disfunción neuromuscular y sensorial,

hipersalivación y alteraciones anatómicas (Tabla 1). Es am-

pliamente aceptado que la sialorrea en pacientes con parálisis

cerebral infantil (PCI), no es causada por hipersalivación, sino

más bien por un mal control motor oral. Una excepción a

esto pueden ser los desórdenes diskinéticos, donde los mo-

vimientos anormales pueden estimular constantemente a la

glándula parótida y producir más saliva

(1)

.

La prevalencia reportada para la sialorrea en los diferen-

tes estudios varía para la PCI entre 10 y 38%

(1,2,7,8)

. Incluso

hay algunos estudios que han reportado que en 50% de los

pacientes con PCI han presentado algún grado de sialorrea

en algún momento de su evolución. En el 10% de estos pa-

cientes se producirían importantes alteraciones en actividades

sociales y funcionales. Otros estudios han mostrado prevalen-

cias cercanas al 60% en niños en escuelas especiales, de las

cuales el 33% podría clasificarse como severa

(7,9)

.

La morbilidad asociada a la sialorrea es muy variada y de

diferente impacto. Los niños con sialorrea severa muchas

veces presentan maceración de la piel, infecciones alrededor

de la boca y barbilla, mayor presencia de caries dentales,

alteraciones en la dentición y deglución, incluso si la pérdida

de fluidos es importante, ésta puede llevar a deshidratación

2,7

.

También existe el riesgo de neumonía aspirativa en casos de

asociación a disfagia

(9-11)

.

La presencia de sialorrea también tiene un impacto en

Tabla 1. Etiología de la sialorrea

Disfunción neuromuscular/sensorial

Retardo mental

Parálisis cerebral

Enfermedad de Parkinson

Parálisis pseudobulbar

Parálisis bulbar

Accidente cerebrovascular

Hipersecreción

Inflamación

Medicamentos (tranquilizantes, anticonvulsivantes)

RGE

Exposición a tóxicos (mercurio)

Anatómicas

Macroglosia

Incompetencia oral

Malaoclusión dental

Problemas de ortodoncia

Defectos quirúrgicos de cabeza y cuello

Neumol Pediatr 2012; 7 (1): 13-18

Sialorrea neurogénica infantil y el manejo con la toxina Botulínica - S. Chahuán et al.