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Tomo VI Vol. IV N˚1-2-3 · 2013 · Santiago - Chile

Dr. Tomás Rojas Vargas

Becado 3º año

La vida de un médico en formación es compleja, no sólo por la exigencia académica,

sino también por el entorno altamente competitivo. Desde los inicios de la carrera ya

sabes que el concurso de especialidades es difícil, y más aún si quieres ser oftalmólogo.

Muchos recorren un largo camino como generales de zona, brindando atención

profesional durante seis años en algún lugar remoto del país; otros entran directo desde

la escuela de medicina. En mi caso, fue un esfuerzo de dos años llevando a cabo un sin

fin de cosas para adjudicarme la beca. Aún recuerdo que fue un día de verano del 2012

cuando publicaron los resultados, la alegría que sentí cuando vi mi nombre en esa lista.

De los tres hospitales disponibles para realizar la residencia, a mí me seleccionaron en

el San Juan de Dios, del cual muy poco sabía en ese momento.

Al llegar al San Juan pensé…. es un servicio pequeño, pero al ver la cantidad de pacientes

que llegaban día a día, me di cuenta que de pequeño no tenía mucho. Muy sobrecargado

de trabajo me dí cuenta que todas las habilidades que había aprendido como médico

poco me servían para evaluar un ojo adecuadamente. Examinar a los pacientes era

todo un desafío, considerando que al principio no logras siquiera ver con claridad las

estructuras normales del globo ocular. De a poco, con mucho esfuerzo y apoyo logré

empezar a desarrollar las habilidades que hoy necesito día a día en la oftalmología.

Dentro del servicio con el correr de la especialidad, comenzó una rotación inagotable

por las distintas subespecialidades, todas con personajes y estilos muy particulares.

Algunas muy sobrecargadas de pacientes y otras no tanto. Con una dotación de tratantes

poco abundante, siendo los mismos doctores los que semana a semana sacan adelante

el trabajo, compartiendo entre ellos y enseñándonos con esmero, en medio de una

vorágine de pacientes. Otra historia son los policlínicos propios, en los cuales al principio

pasas casi todo el tiempo presentando pacientes y pidiendo ayuda.

Algo que sin duda hizo la diferencia en la especialidad fue la posibilidad de recibir

el curso de formación teórico en la sociedad chilena de oftalmología, no solamente

porque te deja un muy buen piso teórico, sino porque te da la posibilidad de conocer

a todos los residentes que se forman en Santiago y Valparaíso, compartir experiencias,

convivir, asistir a todos los congresos y cursos que se impartieron estos tres años juntos.

Además tuve la suerte de hacer grande amigos, con los cuales espero poder trabajar

en los años venideros.

Hoy después de tres años, al estar terminando la especialidad me siento privilegiado de

haberme formado en la Universidad de Chile, haber compartido con gente muy especial

que se encarga de formarte con calidad y consecuencia, permitiéndote participar en

cuanta actividad académica o asistencial se organice, con la posibilidad de incluirte

en un mundo cada vez más competitivo, de generar grandes amistades y finalmente

convertirte en un buen oftalmólogo

E D I T O R I A L