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Contenido disponible en

www.neumologia-pediatrica.cl

EVOLUCIÓN CLÍNICA

En nuestro hospital el paciente evoluciona estable, se solicita

hemograma, proteína C reactiva (PCR), perfil bioquímico, los

que resultan normales, sin embargo, se detecta hipogamma-

globulinemia, en tanto VIH y el resto del estudio inmunoló-

gico son negativos.

Evaluado por inmunología se decide suspender hidroxi-

cloroquina y mantener prednisona en dosis de 1 mg/kg/día,

además de administración mensual de inmunoglobulina. Se

practica FBC resultando normal para estudio etiológico me-

diante reacción en cadena de polimerasa (PCR) para citome-

galovirus (CMV),

Pneumocystis jiroveci

(PJ) y

Mycobacterium

tuberculosis

, además la tinción PAS resulta negativa.

Biopsia pulmonar obtenida mediante videotoracoscopía

asistida (VATS) es informada como enfermedad pulmonar

intersticial inespecífica (Figura 3a y 3b). Reingresa a nuestro

hospital a los 10 meses de edad por un cuadro respiratorio

aparentemente viral, hemograma y PCR normales. Se ad-

ministra O

2

mediante naricera durante 3 días, pero por au-

mento de la polipnea, apremio respiratorio y mala mecánica

respiratoria se conecta a BiPAP durante 5 días, además se

administra cefotaxima, vancomicina y amikacina, se practica

LBA detectándose CMV y PJ mediante PCR, agregándose

al tratamiento ganciclovir y cotrimoxazol, al no observarse

respuesta el paciente se conecta a ventilación mecánica inva-

siva (VMI), detectándose gran retención de CO

2

, por lo que

se asiste con VAFO durante 23 días, pero al intentar extubar

al paciente se constata hipercapnia de hasta 150 mmHg. Se

solicitan 2 ecocardiogramas que resultan normales.

Evaluado por nuestro equipo se decide aumentar la dosis

de prednisona a 2 mg/kg/día y reiniciar hidroxicloroquina, ob-

servándose respuesta exitosa, suspendiendo VAFO al quinto

día de iniciada esta terapia, se asiste con VMI durante 2 días

y luego ventilación mecánica no invasiva (VMNI) alternada

con naricera por 3 días, se solicita saturometría nocturna

que resulta normal. Evaluado ambulatoriamente en nuestra

unidad se observa al paciente con leve retracción de partes

blandas, auscultación normal, Rx tórax con escasos infiltrados

intersticiales residuales (Figura 4a y 4b), saturación 97% res-

pirando O

2

ambiental. El paciente ha evolucionada en buenas

condiciones, haciendo una vida prácticamente normal, en

tratamiento con prednisona, hidroxicloroquina, fluticasona e

inmunoglobulina mensual.

DIAGNÓSTICO

Enfermedad pulmonar intersticial inespecífica.

Hipogammaglobulinemia.

Riesgo de desnutrición

DISCUSIÓN

La enfermedad pulmonar intersticial (EPI) es producida por un

grupo heterogéneo de desórdenes, la mayoría de evolución

crónica, se caracteriza clínicamente por la presencia de tos,

retracción de partes blandas, crepitaciones, infiltrados radio-

lógicos difusos, alteración ventilatoria restrictiva y alteración

del intercambio gaseoso

(1-4)

.

La EPI pediátrica presenta cuadros propios de este grupo

etáreo, como la neumonitis crónica de la infancia, la glicoge-

nosis pulmonar y la hiperplasia de células neuroendocrinas,

sin embargo, en algunas ocasiones pueden ser de causa

conocida, como infecciones, exposición a inhalantes ambien-

tales, enfermedades metabólicas, entre otras. La neumonitis

usual es la más común en adultos, no ha sido descrita en

niños. La neumonía intersticial descamativa (DIP) en adultos

se asocia con el tabaquismo y responde bien a corticoides,

en cambio en niños su evolución es más agresiva y existen

formas familiares, asociadas a mutaciones del surfactante. La

neumonía linfocitaria (NIL) se relaciona al SIDA y a procesos

linfoproliferativos

(5,6)

.

La EPI en pediatría es de baja frecuencia, ocurriendo en

un pulmón en desarrollo, en general presenta menor mortali-

dad en relación a lo observado en el adulto. Histológicamente

no sólo afecta al intersticio pulmonar sino que también la vía

aérea periférica, los vasos sanguíneos y el alvéolo, por lo que

debería denominarse como enfermedad pulmonar difusa. Su

incidencia es desconocida y difícil de estimar, por lo pequeño

de los casos en las diferentes series clínicas. En un estudio en

Reino Unido e Irlanda en niños de 0 a 16 años de edad la

incidencia fue de 0,36 por 100.000

(5-9)

.

Dentro de los mecanismos patogénicos involucrados jue-

ga un rol importante la inflamación, reclutándose células pro-

inflamatorias e inmunorreguladoras en el intersticio, alvéolos

y tejidos perialveolares, en algunos casos pueden observarse

grados variables de fibrosi

(6)

. Por otro lado la alteración de la

fibrogénesis, la que corresponde a la migración y proliferación

de fibro y miofibroblastos, disminución de su apoptosis, en

respuesta a diversos factores de crecimiento. Además se

produce remodelación fibrótica y reparación anormal, por

otro lado recientes publicaciones han asociado mutaciones

de las proteínas del surfactante con la presencia de EPI

(10-12)

.

Clínicamente en el recién nacido de término se manifiesta

como falla respiratoria progresiva, hipertensión pulmonar

(HTP) e infiltrados difusos en la Rx tórax.

En el lactante se presenta clínicamente con taquipnea,

retracciones, crepitaciones, en la Rx y TC tórax puede mos-

trar infiltrados intersticiales difusos que comprometen hasta

la periferia pulmonar y retardo del crecimiento. En escolares

y adolescentes se puede observar disnea con mala tolerancia

al ejercicio, mal incremento pondoestatural, hipoxemia,

hipocratismo digital y crepitaciones. La progresión de los

síntomas puede ser lenta, progresiva o fulminante. En la Tabla

1 se aprecian los hallazgos más frecuentes encontrados en la

EPI en el niño

(11-13)

.

Se debe preguntar por exposición a aves y materiales

orgánicos, familiares fallecidos por causa respiratoria, que

orienten a una causa genética, además recabar síntomas

de enfermedades sistémicas. Se debe solicitar hemograma,

electrolitos sudor, VIH, inmunoglobulinas, cultivos, electro-

cardiograma y ecocardiograma y otros exámenes según los

hallazgos clínicos, como por ejemplo descartar enfermedades

del colágeno, hipersensibilidad o estudios genéticos.

Neumol Pediatr 2013; 8 (3): 124-128.

Caso clínico-radiológico - Maggiolo J. et al