92 Día 4: Encuentro en el Apu Condor-Mirador Chonta. Ese día al llegar al ingreso del mirador, estaba nublado, no se veía el cielo, y menos los cóndores, pero María con sus 97 años, inició su caminata montaña arriba, como siempre adelantando a todo el grupo, con sus pies casi como si volaran sobre la tierra, tan rápido que ni sus hijos y nietos, menos nosotros la podíamos alcanzar. Ella siempre toma una vara que encuentra en cada lugar que va, con su mano derecha y al ponerla sobre la tierra, es como si le diera una fuerza especial. Tras eso, inicia sus movimientos. No parece humana, la vemos a lo lejos, tratamos de alcanzarla, pero no podemos, solo seguir a nuestro ritmo. Me dan a mascar unas hojas de coca, cosa que siempre hacen ellos, y tomo agua, masco la coca e inicio mi camino, yo soy la mayor del grupo y mi amigo brasileño, me acompaña para que no quede atrás. Riendo me dice en su portugués mezclado con español: soy un chico explorador. También Benito, uno de los hijos de Mama María, que siempre va tocando su flauta, nos infunde mágicamente el aire para subir y no desmayar. Más de dos horas de caminata a través del sendero del Apu, hacia el mirador, llegamos. Ya estaba María hacía tiempo esperando. Se despeja y vemos los cóndores, majestuosos en su nido en las alturas e iniciaban vuelo, cada vez más cerca y se dejaban filmar y fotografiar. Se produjo algo muy especial mientras María y sus hijos nos hacían la ceremonia de sanación etc., entendí que siempre estuvieron literalmente conmigo y que ellos junto con las mujeres de mi vida, ambas energías hicieron posible mi existencia, luego la fuerza era por ambos, no sería yo sin ellos Una inmensa gratitud llenó mi corazón, ahí también sentí la tremenda fuerza del Apu, con su poderosa energía que se sentía mientras mis pies pisaban su superficie rocosa y ruda. Había olvidado comentar que, en todas las subidas, luego de meditar en el lugar, escogíamos dos piedras o Khuyas del lugar para agregarlas a la bendición de Mishas. Estas piedras u objetos sagrados nos acompañan y llevan la energía del lugar sagrado en que estuvimos. Ya arriba sentía casi que flotaba con tanta gratitud y con la belleza de estar literalmente en las nubes, ya que sólo veíamos nubes, hasta que repentinamente luego de una suave llovizna luego de la bendición de las mishas, las khuyas y realizar los despachos, se despeja, dejando una sorprendente vista de todos los Apus que nos rodeaban y del valle abajo, donde las pocas casas abajo parecían puntos. Un silencio sobrecogedor nos rodeó, bajamos callados y removidos. Al llegar al campamento en Mollepata, en la noche como todas las noches, después de la maravillosa cena, nos reunimos en círculo alrededor del fuego, en gratitud, amistad y alegría, ahí, todos los hermanos hablan en gratitud, de caminar bonito, se hace la ofrenda del despacho andino, y todos comprar-ten sus experiencias. Es muy especial.
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