Ráfagas de Cultura y Arte

43 Merced a una iniciativa de dos organizaciones internacionales, el chungungo fue elegido en votación popular “Embajador del día de la Fauna Chilena 2025”, porque representa la riqueza y fragilidad de la fauna marina. Por su parte, el sitio “Chile travel” lo considera el animal más tierno de Chile por “su pelaje esponjoso, sus grandes ojos y su comportamiento juguetón”. Como aficionado a la observación de la fauna silvestre, me considero afortunado en el avistamiento de nutrias criollas; ya que he tenido encuentros con las dos especies locales: el chungungo en el mar (Lontra felina), llamado también nutria marina o chinchimén, y el huillín en el río, más aún teniendo en cuenta que ambas se encuentran en peligro de extinción o vulnerables, según expertos y organizaciones ambientales nacionales y extranjeras. Las primeras experiencias dejan huellas imborrables. Era un paseo campestre en mi época de estudiante de secundaria en ese tiempo, a un huerto de manzanos sin frutos prohibidos ni paraísos perdidos, en las riberas del río Cruces, antes de ser convertido en santuario de la naturaleza contaminado por las plantas de celulosa, cuando entre las frondosas quilas de la orilla apareció la nutria de río, llamada también “lobito o gato de río”; como ejemplar magnífico de la diversidad biológica que nos brindan gatos salvajes acuáticos y gatos domésticos, enemistados por siempre con el agua. Muchos años después, cuando degustaba frutos del mar en un elegante restaurante del litoral central, a la hora de los postres se presentó con sus acrobacias entre las suaves olas y las rocas playeras, el personaje central de este relato, la nutria de mar. Admirando la original tela, imagino que el emprendedor empresario, depredador de recursos naturales, tenía contactos políticos y poder económico para instalar una industria que faenara una especie protegida por ley, con veda total de captura, transporte y venta desde hace más de 90 años. Para obtener el máximo de utilidades y en su creatividad sin límites, utiliza carne y vísceras en su producto; tal vez como pantalla exportadora y novedosa, a sabiendas que el derivado más rentable es la fina piel. Me parece ver por doquier los anuncios promocionales que muestran a una escultural modelo desnuda, semejante a una sirena, con cara felina y sensual, arrebozada con un abrigo de piel, mientras con el índice de su mano derecha hace un gesto de convicción a los consumidores, al mismo tiempo que guiña un ojo con rictus erótico y sugestivo, alabando los poderes afrodisíacos del paté de chungungo. No parece casual la instalación en Tunquén, por su cercanía con la histórica factoría de brutal y cruel depredación y sacrificio de grandes cetáceos, hoy convertida en ruinas y en museo de una universidad capitalina. Seguramente circularía el rumor que en el vientre de los chungungos se encuentra ámbar gris con las mismas propiedades estimulantes que el obtenido de los cachalotes. Viene a mi memoria un documental de vida natural que destacaba la capacidad amatoria de las nutrias con una cópula que dura 55 minutos, convirtiéndola en ídolo de culto. Nada ha quedado al azar en la obra del pintor ya que las latas etiquetadas como “pollo de mar” nos recuerdan las pequeñas niñas que sufren un desarrollo anormal de sus inocentes pechos, por efecto de las hormonas sexuales incluidas en la dieta de las aves de criadero. Una oda a la ironía, con notables matices de concientización sobre la explotación de recursos sin escrúpulos y el daño ecológico agregado. PATÉ DE CHUNGUNGO Arnoldo Quezada Lagos Fábrica de paté de Chungungo en Tunquén” Carlos Maturana (Bororo) Acrílico/tela. Museo Nacional de Bellas Artes

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