41 DIARIO DE UN VIAJE SIN RETORNO Arnoldo Quezada Lagos La historia verdadera relata que José Raymundo Nepomuceno Figueroa y Arias viajó a España con su padre, quien debía cumplir una misión de confianza secreta encomendada por el Gobernador de Chile durante la reconquista. El padre falleció en altamar antes de conseguir su objetivo y José Raymundo fue abandonado, como ocurría con los niños pequeños en esos años de comienzos del siglo XIX. El pintor peruano avecindado en Chile, José Gil de Castro, conocido como el “Mulato Gil”, había realizado un retrato del niño que la madre recibió después de la dolorosa muerte de su hijo. Este diario de viaje ficticio se basa en este trágico y dramático episodio. Año de1816, agosto 15 Mi padre ha estado muy preocupado, viene poco a casa porque en el regimiento donde trabaja están acuartelados debido a que los patriotas independentistas no se dan por vencidos. La llegada de un nuevo gobernador defensor del rey ha sido peor porque se ha portado mal, ordenando matar, tomar prisioneros y castigar a muchos. Septiembre 1 Las caras de nuestros padres muestran susto que tratan de no trasmitirnos a los niños. Desde la calle se escuchan a cada rato disparos, gritos, discusiones y peleas porque la ciudad está alterada. Noviembre 2 Mi papá llegó a casa muy apurado y le dijo a mi mamá – Estamos listos para partir con José Raymundo, nos esperan en el barco-. Yo quedé sorprendido, no sabía nada del viaje, la despedida de mi madre fue muy triste, me abrazó largo rato y sentí correr sus lágrimas, junto con las mías, por mi cara. – Cuídense mucho, los quiero, envíen noticias-, nos dijo. Llegamos a la que sería nuestra casa por los próximos dos meses, según dijo papá. Había muchos otros barcos en el puerto y en el nuestro estaban cargando baúles, cajas, barriles y otros pasajeros. Nos acomodaron en una pieza (“camarote”, dijo un ayudante). Por la tarde empezó el viaje y desde la cubierta vimos como Valparaíso, sus cerros y sus casas se alejaban mientras navegábamos sobre un mar azul, bajo un cielo sin nubes, acompañados de gaviotas, otras aves bulliciosas y lobos marinos por los costados. Noviembre 5 El viento favorable, que infla las velas del barco, y un mar tranquilo, nos han hecho avanzar rápido y, en menos de una semana, llegamos a otro puerto; más pequeño que Valparaíso y sin cerros. Noviembre 8 El océano “Pacífico” se olvidó de su nombre, se enojó y nos mandó olas enormes que sacudían las velas, palos y cuerdas del barco, haciendo crujir las maderas. Estábamos muy asustados. El capitán daba órdenes y sus ayudantes corrían por todos lados. Finalmente, pasamos por un angosto pasaje entre montañas cubiertas de nieve, volvió algo la calma y luego llegamos a un refugio y campamento que supe se llamaba, Bahía Paraíso, en el estrecho de Magallanes, donde el barco se detuvo. Noviembre 20 Hace mucho frio y llueve. Hoy hemos salido a través del estrecho en dirección al océano Atlántico. El viaje es muy agotador y aunque hago tareas y dibujos y leo mis libros, me aburro mucho. La comida es mala y cada vez más escasa. Diciembre 26 Ha sido un milagro llegar al puerto de San Julián en el lado atlántico luego de superar la terrible tormenta que sufrimos. A bordo todo era terror, desorden, gritos, rezos y golpes de pecho de los pasajeros. Los ánimos no estaban para celebrar el día de Navidad, muy diferente, sin regalos, sin abrazos. Año 1817, enero 7 La gente está muy cansada y el barco necesita reparaciones. Mi papá está enfermo, ha tenido fiebre y suda mucho por la noche. Enero 10 Después de tres días salimos hacia el norte, pero España está muy lejos todavía. Mi papá sigue mal, lo han llevado a un sitio aislado porque dicen que
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