39 esta pintura la luminosidad y los colores fuertes, la vestimenta de la niña y los muros cubiertos por tapices, todo el ambiente proyecta un nivel socioeconómico alto. El autor es uno de los cuatro Maestros de la pintura nacional del siglo XIX. La relación entre el artista y sus hijos está colmada de particularidades y paradojas, como la vida misma del pintor. Con conocimientos rudimentarios e informales adquiridos en su breve y fracasado intento por estudiar medicina y como empleado en una botica atendió en domicilio el parto de sus 5 hijos, a quienes retrató en varias obras. En La Sorbona siguió cursos de anatomía para perfeccionar en sus dibujos detalles, proporciones y dimensiones del cuerpo humano. La muerte de su hija Ana, de 10 años, aumentó “su desequilibrio sicológico hasta la completa locura”, según se describe. Desconfiaba de la medicina y de la ciencia ya que fue adherente acérrimo de la homeopatía y el naturismo. Terminó sus días de vida internado en un hospital para enfermos crónicos con trastornos neuropsiquiátricos en Francia, donde falleció por neuro sífilis (Parálisis General Progresiva, según el certificado de defunción). Sus restos mortales fueron repatriados y están sepultados en el Patio de Disidentes del Cementerio General, junto a su hijo Rafael. En el cuadro “El niño de las láminas” (Figura 16) de Cosme San Martín (1849-1906) observamos un muchacho de espaldas inclinado sobre la mesa cubierta con un tapete blanco invierno, mirando atentamente un texto de láminas. La sucesión de planos más claros en la primera plana y más oscuros en el fondo de la habitación da la sensación de profundidad gracias al dominio de la perspectiva del autor, quien fuera un artista precoz pues a los 15 años ingresó a la Academia de Bellas Artes y, cuatro años más tarde, ya era profesor de dibujo. Su brillante trayectoria lo llevó a ser nombrado el primer director chileno de la Academia de Bellas Artes donde fue maestro de otros destacados pintores. Además de pintor y docente cultivó con éxito su afición como intérprete musical llegando a ser primera viola en la orquesta del Teatro Municipal de Santiago. En “Los dibujantes”, de Julio Ortiz de Zárate (18851946) (Figura 17) vemos dos niños; uno, sentado, viste chaleco, pelo rubio y se afirma sobre la mesa de color verde musgo, en su mano derecha maneja un lápiz sobre un papel. El otro está de pie, afirma su mano derecha sobre la mesa, también viste chaleco y parece darle indicaciones a su hermano, compañero o amigo. Ambos niños parecen disfrutar de su actividad. Sobre la mesa se observan tres libros y dos floreros con flores de varios colores. El autor se graduó como Ingeniero en Minas y en forma paralela realizó estudios de pintura y escultura, fue contemporáneo de la Generación del Trece, rotulada como “Heroica Capitanía de Pintores” por Pablo Neruda, perteneció al grupo de jóvenes intelectuales que se relacionó con la Colonia Tolstoyana junto a destacados escritores y poetas de la época y se integró al Grupo de los Diez, junto a otros artistas plásticos y literatos. Se cuenta que remodeló la antigua casa del grupo ubicada en Santa Rosa con Tarapacá “con sus propias manos y a cincel y mazo, el pórtico, la verja forjada en hierro y puerta de cedro”, que aún se conservan. Durante su viaje de perfeccionamiento artístico a Europa tuvo la fortuna de conocer personalmente a Pablo Picasso, Joan Miró y Amedeo Modigliani. Fue uno de los fundadores del Grupo Montparnasse, iniciando un proceso de renovación de la pintura Figura 16 Figura 17
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