117 Eiffel no diseñó esas dos obras, que solo reflejan la influencia de su estilo. Pero si habría diseñado tres en territorio nacional: la Iglesia de San Marcos y la Gobernación de Arica, además de su Aduana antigua. Ambas obras datan de la época en que Arica era parte del Perú, donde Eiffel habría diseñado, además, el Puente Bolívar, en Arequipa, bella ciudad llena de historia y lugares hermosos. Iglesia de San Marcos Aduana de Arica Al partir de Santiago, rumbo sur, nos acomodamos en asientos no muy duros, buscando la cercanía de alguna ventana para ver algo del paisaje y empezamos, primero, a mirarnos y luego a iniciar diálogos fáciles. Nos sentíamos unidos por la tarea que se iniciaba y por un respeto grupal, emanado de saber que emprendíamos una misión generosa, que haría crecer el país. Hasta donde sabíamos no había trabajos universitarios hacia el norte de la capital y nos preguntábamos como sería el sur al que nos enviaban los organizadores de la empresa. El tren partía y poco a poco, lentamente aceleraba haciendo sonar su cha ca cha… Esas sílabas del cha ca cha estaban en la letra de una canción alegre que conocíamos todos los estudiantes: el cha ca cha del tren. El viaje duró mucho, por lo menos un par de días y el tren anduvo longitudinalmente desde la capital hasta Puerto Montt. El paisaje se fue haciendo más verde y más bello. Pasamos muchas estaciones de ciudades no conocidas, salvo en diálogos habituales: Linares, Chillán, Los Ángeles, Temuco, Puerto Varas. El tren tenía servicio higiénico, pero sin ducha, y no había posibilidad de bañarse. Estuvimos así un par de días, sin sentirnos malolientes ni sucios. Finalmente, llegamos a Puerto Montt. No hacía calor, aunque había sol, mezclado con una grata brisa. Ahí subimos a tres micros, que nos transportaron ya en direcciones diversas. La mía nos llevó por algunos kilómetros hasta el canal de Chacao, a la orilla del mar, en una zona donde se veía más vegetación y no hacía calor. El canal impresionaba. Ancho, hermoso, sereno (¿cómo sería en invierno?). Yo nunca había subido a un barco que llevaba automóviles, personas con equipajes y bultos grandes. Toda una novedad. Nos tomamos fotos y recorrimos todo, con nuestros bolsos en cubierta. No se usaban mochilas como ocurre en el siglo XXI.
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