Boletín HCSBA

niveles de complejidad, son expresión de la fragilidad humana, su presencia nos pide responder con lo mejor de nosotros como seres humanos, actuando como sociedad, en comunidad y como equipos sanitarios, encarnando los valores de nuestras profesiones diariamente, siendo equipos de excelencia, conscientes de nuestra propia fragilidad, impecables en lo técnico, respondiendo activamente a la confianza puesta en nosotros, con respeto profundo por la persona, impulsados activamente a hacer todo lo necesario por el otro que me necesita. La relación clínica, es la expresión vincular de conexión humana en el ámbito de la salud, de respuesta activa ante la persona vulnerable, para ayudarla a recuperar su salud y bienestar, en una búsqueda conjunta del bien individual y común. En esta relación clínica que se fortalece y consolida a lo largo del tiempo, cada experiencia compartida, cada vez que nos asomamos a la realidad de vida de la otra persona, nos enseña, nos devuelve a la humildad y nos enriquece, y no pocas veces nos sorprende y admiramos la fuerza de esas familias, afectadas en sus interrelaciones, en sus dinámicas, en la realidad diaria de sus vidas, siempre presentes, cuidando y no pocas veces descuidando su propio bienestar personal y familiar. A veces en silencio, uno se pregunta qué decisiones hubiese tomado o cómo habría vivido esa misma experiencia. Como mencionamos más arriba, el cuidado es responsabilidad de todos, acción manifestada desde las primeras comunidades humanas. Estamos avanzado de a poco como sociedades modernas responsables ante la fragilidad y vulnerabilidad, al reconocimiento de un deber de cuidado compartido, corresponsable y que incluye la conciliación de los tiempos para diversas actividades, además del tiempo dedicado al cuidado, para aquellos que cuidan. En pediatría, hay una fuerte preeminencia del valor de la vida y nos orientamos a protegerla y preservarla, siendo la persona menor el centro de nuestro cuidado, con el objetivo de lograr el máximo desarrollo de capacidades y bienestar integral, como fundamento de la posibilidad de que cada persona desarrolle lo que considere un proyecto de vida bueno para sí misma. En los NANEAS, este objetivo no es diferente, solo que ellos y sus familias tienen mayores necesidades de cuidados y apoyo de todos los sectores que cuidan y protegen a la niñez, para así desarrollar el máximo de sus potencialidades, a lo largo de su ciclo vital. Existe un grupo pequeño de nuestros pacientes que, por presentar condiciones más complejas, ven limitadas sus posibilidades de llevar adelante un proyecto propio de vida y de ser un “ciudadano activo y participativo para la sociedad”, desde una mirada utilitarista, pero ya hemos aprendido y reflexionado sobre el valor de la persona en si misma y el debido respeto a su dignidad como ser humano, la importancia del rol de esa persona dentro de su relaciones familiares, reconociendo además con humildad que desconocemos lo que subyace en esa experiencia de vida. Es importante entonces remarcar que no hay diferencia moral entre una persona menor sana y una con necesidades especiales, solo que el cuidado de estas personas, exige excelencia, mirada atenta, mayores habilidades blandas, prudencia y un 5 junio 2025. Volumen 24 - N°87

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